27 de agosto de 2013

El son jarocho como patrimonio... ¿a la lista de la UNESCO? II

Hace unas semanas iniciamos un ejercicio.

Ante la posible inclusión del Son Jarocho en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, hemos decidido publicar una serie de artículos relacionados con el tema, sus implicaciones y los intereses que esta nominación despierta. 

Lo hemos dicho antes e insistimos: analizando el panorama, las posiciones de los actores involucrados, el manejo que se le ha dado a los elementos inscritos por parte de nuestro país en la lista y las consecuencias que este hecho -la inscripción del Son- puede acarrear, consideramos que es urgente una revisión sobre el tema. Queremos un debate informado y crítico.

En las semanas pasadas hemos subido información referente a lo que la UNESCO considera Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) y sobre las listas que se han creado para que los Estados parte propongan elementos a integrar ante el Comité instituido, ya sea por su representatividad, por la urgencia en acciones para su conservación o por el manejo que ciertos proyectos generan y que reflejan el espíritu de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial. 

También transcribimos el texto de la Convención y publicamos un artículo académico sobre el Son Jarocho, su complejo caracter identitario y tradicional, así como las transformaciones en su práctica y sentido. Es decir, su dimensión patrimonial. 

Esta semana, para reabrir el debate, queremos poner sobre la mesa una serie de preguntas ligadas al debate en tanto que ejes de discusión que procuraremos agotar en las siguientes publicaciones.

Esperamos que estos cuestionamientos tengan eco... Es decir, que provoquen reflexión tanto en los actores involucrados -creadores y funcionarios culturales- como en el público interesado en el tema. Ya estaremos tratando de dar respuesta los próximos días.

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Cinco preguntas sobre la nominación del Son Jarocho a la
Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO

Ishtar Cardona 




Al reflexionar sobre los límites y alcances que conlleva la posible inscripción del Son Jarocho en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, hemos observado que muchos de los actores involucrados, creadores culturales y funcionarios de los diferentes niveles gubernamentales, dan por sentadas muchas cosas respecto a este hecho. Se piensa en la inscripción en la Lista como una especie de "honor" que puede "capitalizar" la práctica en sí. Es decir, muchas personas la piensan como una especie de estrellita en la frente que se nos da por ser tan creativos, por haber defendido tan bien nuestras tradiciones, y que por ello se nos premiará con apoyos para seguir haciéndolo. 

Como hemos tratado de exponer en los textos publicados anteriormente, este asunto del patrimonio cultural y de su vinculación a programas intergubernamentales, entre lo local, lo nacional y lo internacional, es mucho más complejo que recibir una buena calificación y un cheque. Se pone en juego el sentido mismo de la práctica tradicional, el por qué los creadores de la comunidad lo siguen haciendo, la mirada que las administraciones gubernamentales tengan sobre esta práctica, su utilidad, la capacidad que tengan las nuevas generaciones de seguir reproduciéndola, los límites estéticos y formales mismos...

Es esta misma complejidad la que nos impulsa a poner sobre la mesa una serie de cuestionamientos necesarios, creemos, para debatir el tema. Estos cuestionamientos serán analizados con más detalle en las próximas dos publicaciones. Por el momento queremos lanzar a la arena cinco preguntas, preguntas que traen detrás más cuestionamientos, por supuesto. Esperamos sirva este ejercicio para tratar con menos ingenuidad -y oportunismo- un tema que aparentemente no está discusión.

Pero sí lo está...

¿Para qué sirve que una práctica tradicional sea considerada dentro de las listas del PCI de la UNESCO?


La UNESCO considera que el hecho de construir un red de sostén para la salvaguarda de las prácticas tradicionales vivas que constituyen Patrimonio Cultural Inmaterial tiene múltiples beneficios: nutre la diversidad cultural y la creatividad humana ayudando así a enfrentar los problemas actuales ligados al desarrollo sostenible, es decir, la educación, la cohesión social, la seguridad alimentaria, la salud y la gestión de los recursos naturales. Además, agraga la UNESCO, la salvaguarda del PCI puede generar fuentes de empleo e ingreso para las comunidades detentoras de estas prácticas. 


En términos generales el beneficio es muy claro. Sin embargo, ¿esto se refleja a nivel local, en las experiencias de terreno? ¿Qué tan sensibilizada está la población, tanto los detentores del PCI como el ensamble de la nación, sobre la importancia del PCI como para que esta nominación tenga una repercusión real? ¿Cuáles serían los elementos necesarios para que estas inscripciones tuvieran un beneficio -ese sí- tangible?

¿Por qué el Son Jarocho es considerado para integrar la Lista Representativa del PCI?

 Como lo hemos mencionado en textos anteriores, al estudiar la historia del Son Jarocho nos damos cuenta de cómo una práctica con raíces históricas, contenida en un espacio cultural delimitado, se expande más allá de sus referentes. Mutando, adaptándose, el son ha logrado una vitalidad que surge del núcleo mismo de la comunidad. Compleja, la tradición ha adoptado formas que por lo menos hasta el momento no han diluido los elementos básicos del género. La creatividad de los actores del son actual y los cuestionamientos que se han formulado han fortalecido una música que, desenraizada, perdía poco a poco su sentido social. Al recuperar su sentido comunitario, el son jarocho se proyecta como una práctica viva, tal cual considera la UNESCO al PCI. 

Ahora bien, como sabemos el Son Jarocho, si bien presenta un frente formal aparentemente homogéneo (mismo repertorio, canon de afinaciones, instrumentario regular, repertorio de bailes más o menos uniforme), contiene en sí mismo una diversidad de tonos, de afinaciones, de danzas que la reactivación de su práctica a partir de los años ochenta ha ocultado, aun sin querer. 

Por supuesto que el Son Jarocho merece ser llamado Patrimonio Cultural Intangible. Pero en términos de lo que significa el programa de salvaguarda de la UNESCO, ¿le hará falta este apoyo a una práctica que se ha resignificado y sostenido a sí misma durante los útlimos años? ¿Que se ha fortalecido sin la intervención directa de programas gubernamentales? 

¿No sería más necesario voltear a ver a las prácticas más localizadas, mucho más regionalizadas que han sido descuidadas, no tomadas en cuenta de forma precisa?

¿Será el Son Jarocho en general quien tenga que estar en la lista? ¿Será la Lista Representativa la más adecuada para salvaguardar el ptrimonio inmaterial ligado al son?

¿Por qué hasta ahora no se ha presentado oficialmente la candidatura del Son Jarocho ante el Comité Intergubernamental de la UNESCO?

Desde hace algunos años diferentes instituciones, estatales y federales han intentado crear una carpeta de candidatura del son jarocho para la Lista Representativa. Ninguno de estos intentos tuvo éxito. En fechas recientes se ha vuelto a poner el tema sobre la mesa a través de la iniciativa de la Secretaría de Turismo, Cultura y Cinematografía del Estado de Veracruz.

¿Por qué, si la inscripción en la lista es vista como un "honor", un reconocimiento al espíritu, a la memoria vuelta práctica tradicional de una comunidad, no se ha procedido de forma oficial a la candidatura del Son Jarocho?

El Son Jarocho, como lo hemos dicho anteriormente, representa un componente fundamental del panorama cultural mexicano, no solamente por la representatividad que su universo simbólico ha tenido en la conformación de los imaginarios de los popular, sino por su viveza actual. Entonces, ¿qué ha frenado su inserción en la lista?

Para resolver esta pregunta debemos abordar los criterios técnicos de las candidaturas y la actitud de los actores involucrados frente al proyecto de sacar adelante la inscripción. Analizando los escenarios de los ensayos pasados podremos analizar el porvenir de los intentos presentes. 

¿A los otros elementos que México tiene en las listas del PCI les ha representado un beneficio estar inscritos?

México, desde que el Comité Intergubernamental instituyó el listado en 2008, ha logrado la aceptación de ocho elementos, siete en la Lista Representativa y uno en la Lista de Programas, Proyectos y Actividades para la Salvaguardia del Patrimonio. México no ha presentado la candidatura de ningún elemento para ser considerado en la lista de Salvaguarda Urgente.

Los elementos inscritos en la Lista Representativa son los siguientes: Las fiestas indígenas dedicadas a los muertos (2008), Lugares de memoria y tradiciones vivas de los otomí-chichimecas de Tolimán: la Peña de Bernal, guardiana de un territorio sagrado, La ceremonia ritual de los Voladores (2009), La pirekua, canto tradicional de los p’urhépechas, Los parachicos en la fiesta tradicional de enero de Chiapa de Corzo, La cocina tradicional mexicana, cultura comunitaria, ancestral y viva - El paradigma de Michoacán (2010), y El Mariachi, música de cuerdas, canto y trompeta (2011). En 2012 se inscribió al Centro de las Artes Indígenas y su contribución a la salvaguardia del patrimonio cultural inmaterial del pueblo totonaca de Veracruz, México  en la Lista de Programas, Proyectos y Actividades para la Salvaguardia del Patrimonio.

Evidentemente muchas de estas fiestas, prácticas, sitios culturales se han beneficiado de una visibilidad mayor desde su inscripción en las listas. Sin embargo, hay que distinguir entre el gesto de la inscripción, lo que representa un "honor", una "medalla" colocada en el pecho de la Patria, y el beneficio que se encuentra en las intenciones de la Convención de la UNESCO al crear este programa. 

Más allá de las etiquetas turísticas asociadas a la inscripción, ¿los músicos de pirekua, las comunidades otomíes de Tolimán, los pueblos que hacen los rituales asociados a las fiestas de muertos han visto fortalecerse su memoria, sus prácticas a nivel local? ¿Al Mariachí Nacional y a la Comida Mexicana -que en realidad en la inscripción resulta ser la comida michoacana- les hacía falta la inscripción? ¿Cómo han cambiado las dinámicas en las cofradías de Voladores desde su inscripción en la lista?

¿Quién se beneficiará de esta inclusión en la Lista?

Según las intenciones de la Convención, este programa de salvaguarda que está en el corazón de la inscripción a las listas debe beneficiar a los detentores de estas prácticas, comunidades, grupos e individuos, al mismo tiempo que se sensibiliza al ensamble social, especialmente a los jóvenes. 

¿Beneficiarlos cómo? Deteniendo, a través de una serie de mecanismos que se deben de articular a nivel local, nacional e internacional, el deterioro, desaparición y destrucción del patrimonio cultural inmaterial, debido en particular a la falta de recursos para salvaguardarlo. Después de este primer estadío, la UNESCO propone generar herramientas que articulen la creatividad propia a las prácticas tradicionales vivas con plataformas económicas que permitan generar ingresos a las comunidades detentoras. 

Es decir, vemos a la economía como un factor articulado y articulante en el programa. Pero aquí el factor económico es visto como un medio de preservación, y no como un fin lucrativo en sí.

Sin embargo, y pese a que no existe una "beca" como tal que se conceda a los elementos inscritos en la Lista Representativa, muchos de los actores involucrados piensan en la recepción directa de ayudas monetarias. ¿Es el financiamiento a los micro-proyectos de los detentores de la práctica el beneficio real?

Por otra parte, al parecer el primer efecto de la inscripción de un elemento es su visibilidad en términos turísticos. ¿El beneficio turístico en sí es la única meta deseable? ¿De qué forma se puede articular Turismo con Práctica Cultural Sostenible?

19 de agosto de 2013

Dilación...

POR CAUSAS DE FUERZA MAYOR EL POST CORRESPONDIENTE A ESTE LUNES 19 DE AGOSTO APARECERÁ EL PRÓXIMO LUNES 26.

OFRECEMOS UNA DISCULPA A NUESTROS LECTORES.

12 de agosto de 2013

Intermedio

Por fin. El último disco del Grupo Mono Blanco, Orquesta Jarocha, ya está a la venta. 

La portada es un grabado de Artemio Rodríguez para el Taller Martín Pescador que se realizó en 2003 para ilustrar un cartel, "El cuento del venerable mono / Itapowilis migojtsi'n", narración oral nahua popoluca en traducción de Antonio García de León. 


El cd puede comprarse a través de iTunes o en Mixup.
Esperemos que pronto haya mayor distribución a nivel nacional. 

En esa espera, avisamos que el grupo se presentará en Tijuana el próximo 31 de agosto a las 19 hrs. en el CECUT. También viajará a Los Angeles para presentar el disco el jueves 5 de septiembre a las 20 hrs. en el Centro Cultural Floricanto (4232 Whiteside Street, Los Algeles, CA 90063). 

Esperamos las presentaciones en Veracruz y el DF. Ya informaremos. 

Subimos también un video de un son que viene incluido en el disco: La Bruja, que no es la Bruja que todo mundo conoce ("¡Ay, qué bonito es volar...!") que es más bien de origen istmeño. Esta Bruja -también conocida como la Brujita o la Bruja Tuxteca- guarda una sonoridad más ligada a los sones indígenas de las zonas nahuas popolucas. Cuidado: el video se corta al minuto 3:06.



5 de agosto de 2013

Graciana, La Negra...

Vamos a hacer un paréntesis en nuestra serie dedicada a la posible inclusión del Son Jarocho en la Lista Representativa del Patrimonio Inmaterial de la UNESCO. 

Vamos a hacer un espacio para recordar a la Negra Graciana, quien se nos fue hace una semana, el lunes 29 de julio. Porque la memoria es corta, porque basta una semana para que la Negra se difumine en algunos espíritus, porque no acabamos de llorarla.

Queremos subir este texto para recordarla, más allá de la apología fúnebre de último momento. Queremos recordarla más allá del mito que se le quiso fabricar, estilo Césaria Évora, música de las cantinas que asciende hasta las salas de concierto mundiales...

La Negra fue conocida, fue escuchada y eso le cambió la vida en cierta forma. Pero sus referentes, el contexto en el que transcurrió su cotidiano siguió siendo el mismo.

Sirva este texto, escrito por Gilberto Gutiérrez (director de Mono Blanco), como un homenaje a ella y un recordatorio sobre la vida de los músicos que como Graciana se ganan la vida en el llamado charoleo, en la pasada del sombrero. Músicos que no tienen la fortuna de ser "encontrados" y que mueren haciendo música, cómo pueden y con lo que tienen, pero haciendo música.

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Graciana, La Negra...
Gilberto Gutiérrez




No conocí a la Negra Graciana en los Portales de Veracruz. Con todo y que a finales de los años ochenta los frecuenté por un tiempo, cuando me fui a vivir a Veracruz.

Pienso que ella no trabajaba de noche, sino por las tardes. Yo iba en las noches porque había varios músicos formidables y personajes muy porteños. Entre ellos Don Memo López que con un cuarteto tocaba, entre otras cosas, los éxitos del Trío Matamoros. Pasaban también, entre mariachis, marimbas y norteños, Don Nicolás Sosa, Los Tigres de Jamapa y Los Chalchihuecan. Es un hecho que en los portales de Veracruz los jarochos no abundan.

Por ese tiempo conocí Mary Farquharson y más tarde, a través de Mary, a Eduardo Llerenas (Discos Corasón).

En esos tiempos, también, la Casa de Cultura de Medellín invitó a Mono Blanco, a través del IVEC, al homenaje que le rindieron a Don Romualdo Silva Susunaga, arpista de Rancho del Padre y tío de la Negra Graciana. Lo acompañaban Pino Silva, hermano de la Negra y Don Rosendo Lara, jarana y violín, respectivamente. Ese día los familiares nos invitaron a la fiesta que hicieron con motivo del cumpleaños -cien años cumplía- de Tio Ruma, como de cariño le decían.

Fue una fiesta memorable, con Don Romualdo tocando el arpa en el formato que, recalcaban, era típico de ahí: arpa, violín y jarana. Platicaron de la desaparecida usanza de los fandangos en la región, que compartieron espacio en algún momento con la danzonera de Memo Salamanca. Primero el danzón, y a partir de la media noche el fandango.

Fue placentero tocar con ellos y un lujo escuchar un danzón con arpa, violín y jarana, reflejo de la convivencia platicada antes.

A la Negra Graciana la conocí cuando presentó el disco que le produjo Discos Corasón y que le cambiaría la vida. Fue en aquel lugar llamado El Hábito, en Coyoacán. La presencia de Pino Silva, con quien ya tenía yo amistad, hizo que el encuentro se diera en camaradería. La jarana que tocaba Don Pino tenia recientes reparaciones que yo le había hecho. Y sí, ahí conocí a La Negra, de presencia fuerte y con la elegancia de los afrojarochos de Veracruz. La acompañaba su hija, bailadora, con quien tuve el gusto de zapatear.

Hablé poco con ella, era su noche, y el escenario la esperaba. Después de su exitosa presentación, el público se le entregó totalmente, convivimos un poco y nos despedimos.

Después de ese día la encontré algunas veces en los Portales de Veracruz. Platicábamos un poco y me contaba de las invitaciones que recibía para tocar, principalmente en Europa. Poco a poco iba menos a los Portales y más a festivales en todo México y el mundo.

Una tarde acompañé a mi amiga Maruchy Behmaras a los Portales. Maruchy buscaba a la Negra para invitarla a participar en Cumbre Tajín, donde se presentaría con otras cantantes. Tomamos una mesa y al invitar a Graciana a acompañarnos el encargado del bar nos dijo que ella, la Negra, no podía sentarse, como no puede sentarse ningún músico de los que ahí trabajan. -Es nuestra invitada, dijo Maruchi. -Nomás no se puede, nos respondieron. Indignante e inexplicable actitud que hizo nos retiraramos. Acordamos visitarla en su casa para que ella y Maruchy definieran todos los asuntos de su presentación. Vivía en las periferias de Veracruz, por los rumbos del aeropuerto. Lugares que fueron ranchos, quizá parecidos al lugar donde ella nació, y que fueron invadidos por la mancha urbana.

La Negra Graciana fue solista; ella y su arpa recorrieron los Portales y más tarde el mundo. En una de esas andanzas nos encontramos en París, en La Casa de México de la Ciudad Universitaria. Además de dar residencia a los estudiantes nacionales en Francia, la Casa de México también brinda hospedaje a intelectuales y artistas que van de paso o hacen pequeñas estadías. Y ahí, por unos días, coincidimos Mono Blanco y Graciana. Nosotros en gira y ella presentando un disco que le produjeron por esas tierras.

Ella, para este viaje, se hacía acompañar de dos músicos de diferentes grupos, conocidos nuestros también. La cultura patriarcal, machista que les era propia no les permitía ser amables y corteses con la Negra. Sí, la acompañaban, pero no se sentían parte de ella, parte de la música que ella creaba. Ellos, hombres acostubrados a ser liderados por hombres, no podían sentir respeto y autoridad por Graciana.

En la lavandería de la Casa nos encontramos. -¿Están lavando ropa?, preguntó. -Sí, estamos lavando. -Ay manito, yo no sé cómo se usan estas máquinas. -No hay problema, tráigase su ropa que ahorita la lavamos.

Más tarde Octavio, que planchaba su guayabera, le dio una asentada al vestido con que actuaría esa noche. Al otro día la despedimos. El Señor Vega le cargó la maleta y Octavio el arpa hasta el coche que la llevaría.

Definitivamente no éramos de distinta “especie”. Sólo que la vida nos puso en tiempos y espacios diferentes. La Negra no estuvo en el mejor lugar y momento para desarrollar su arte; aunque fue suficiente para llamar la atención de Discos Corasón, gracias a quienes trascendió los Portales y de este modo su calidad de vida mejoró.

Sencillamente ella fue única e irrepetible. Mujer que supo sobreponerse a la cultura machista de los Portales y que con su arpa sacó adelante a su familia. La recordaremos andando por los arcos del zócalo porteño y de ahí a los escenarios del mundo. Hasta pronto, Graciana.