26 de febrero de 2008

Miradas al Programa Nacional de Cultura 2007-2012. Estímulos públicos a la Creación y Mecenazgo

El desarrollo de las artes es una de las fuentes de enriquecimiento y reflexión más importantes con las que una sociedad cuenta. Sin embargo, sabemos que su desarrollo la mayoría de las veces tiene altos costos financieros y baja rentabilidad metálica. Por lo tanto, siempre se requiere de mas recursos para las producción artística cultural. Los estímulos públicos y privados –entendidos casi en su totalidad como apoyo monetario- a la creación artística son los temas abordados en el cuarto eje de actividades del Programa Nacional de Cultura 2007-2012.

En ocho breves páginas del programa total se cubren todos los aspectos que el plan considera como necesarios, para lograr sus objetivos. Inicialmente plantea mejorar el diseño y evaluación de los programas públicos federales de impulsar el desarrollo artístico. El segundo tema del eje, es generar mejores condiciones para el mecenazgo de terceros ajenos al Estado. Si bien los temas planteados en este eje son de importancia capital, las estrategias presentadas para alcanzar los objetivos en ambos rubros son bastante ambiguas como revisaremos a continuación.

Como primer tema, este eje aborda el apoyo a las artes desde el Estado. El objetivo inicial es la articulación de sus tres niveles de gobierno para alcanzar un mejor diseño y repartición de los estímulos que se proveen a las artes. Además se plantea ampliar los recursos, fomentar esquemas de estímulos diferentes, los cuales estén centrados en el seguimiento de procesos y programas a mediano y largo plazo. Mientras que, en el rubro de las artes populares también se buscará una mayor coordinación con los estados y promover el valor de las artes populares y comunitarias, especialmente en las ciudades. El trabajo a realizar en estos dos temas tiene la ventaja de que existe una experiencia previa, la cual se propone mejorar.
Sin embargo, es bien sabido, que en muchas ocasiones los problemas más severos de selección y otorgamiento de estos programas tiene que ver con favoritismos, clientelismos y otros asuntos derivados de la subjetividad que se cree deben de reinar en el mundo artístico. El programa no aborda claramente estos asuntos y por lo tanto es poco claro si los abordará o intentará eliminar o disminuir estos vicios creados desde las diferentes posiciones de poder existentes en las comunidades artísticas.

La propuesta para el segundo tema: el mecenazgo, resulta más preocupante, por lo escaso del desarrollo que el programa presenta en este tema. Pues si bien los lineamientos generales del programa general buscan una mayor participación de la sociedad civil y la iniciativa privada, los mecanismos para hacerles partícipe del desarrollo de la creatividad en el país, no has sido desarrollados de modo claro y atractivo para estos sectores.

A pesar de que este se presenta como uno de los rubros más innovadores del programa, el desarrollo sobre el tema es bastante escaso. Ya que sólo, se presenta un objetivo y una escueta estrategia donde se menciona como necesario el acercamiento del Estado a este sector y la clarificación de las relaciones existentes entre Estado y posibles mecenas. La vaguedad con la que está escrita esta estrategia, nos hace presumir tibieza para abordar este rubro y que se llegue al 2012 sin un marco claro para la participación de estos actores en el sector. Si este rubro no es atendido con mayor precisión, serán nuevamente las artes las que sufran por la ambigüedad de criterios y no sea posible buscar nuevas formas para su desarrollo.
Finalmente, sin establecer mecanismos o formas organizativas deseables, se menciona brevemente la posibilidad de desarrollar esquemas conjuntos con grupos artísticos para actividades especificas –festivales y montajes de opera entre ellos-. Sin embargo, no se plantean estrategias claras para desarrollar estas posibles relaciones.

En resumen, dada la ambigüedad persistente a lo largo de este eje, podemos decir, que la presentación de la problemática existente, así como las posibilidades de resolverlas a partir de las estrategias planteadas, no pasan de ser más que una declaración de buenas intenciones. Lo cual es lamentable para el sector artístico-cultural pues es el principal afectado, pero también el responsable de buscar que estas declaraciones iníciales, dejen de ser propósitos y se conviertan en realidades.

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