13 de septiembre de 2010

La Festivalización de la Cultura: ¿Evolución o Involución?

Continuando con el diálogo sobre el estado de salud de los festivales culturales en Veracruz, Cándido Hernández contesta el texto de Christian Rinaudo y nos ofrece su mirada en tanto que músico participante en muchos de estos festivales, una mirada desde adentro y que es consciente de lo que dichos festivales significan para las ganancias de los músicos que en ellos se presentan.

Cándido es músico percusionista especializado en el estudio y ejecución de la percusión latina y étnica afrocaribeña. Ha estudiado con maestros nacionales, en Cuba y en África. Ha dirigido los grupos Combo Yambumba y Matombe, y ha colaborado con la Orquesta de Música Popular de la Universidad Veracruzana, la Orquesta Sinfónica de Xalapa y el grupo Los Cojolites entre otros.

Gracias, Cándido. Los mismos creadores son los que primero deben opinar sobre lo que ocurre con sus condiciones de trabajo y su campo de creación.

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Los festivales de Veracruz que cuentan con importante participación estatal como el Afrocaribeño, la Cumbre Tajín o el Carnaval tienen ya una presencia importante en el movimiento cultural del Estado. Sin embargo, las formas en que estos se han realizado y como se han modificado a lo largo del tiempo, nos hablan de cambios importantes que han sufrido desde su creación.

Es posible recordar el Carnaval de Veracruz de hace años con sus batucadas brasileñas y comparsas de cientos de gente bailando por el gusto de participar. Ahora escasamente persiste una comparsa de la vieja guardia: el Carnaval consiste principalmente en un desfile de camiones de Coca-Cola, Peñafiel, Marlboro y varias marcas de cerveza, lo cual ha erosionado el sentido popular y distorsionado la razón de ser de este evento.

Hablando de la evolución o degradación de los festivales veracruzanos, viene a la mente -por su franco declive a través de los años- el Festival Afrocaribeño que en su primera edición, en 1994, convocó a grupos del Caribe, Centro y Sudamérica con propuestas auténticas de música tradicional, de origen e influencia negros. Esta edición tuvo el apoyo federal de CONACULTA, así como la fuerte participación del gobierno del Estado. Durante sus primeras ediciones, los diversos grupos que se presentaron dejaron una experiencia de música y cultura auténticas; lejos del ámbito comercial y mediático que ahora suele tener este festival.

Sobre este festival, quisiera mencionar un evento ocurrido en la edición del año 2000 en Xalapa, el cual me parece influyó en el cambio de ruta del festival. En esa ocasión, un grupo de Santiago de Cuba sacrificó una gallina en el escenario de los Lagos, lo que conmocionó a los asistentes del evento y fue un suceso bien conocido en la ciudad, provocando que algunos grupos de padres de familia reclamaran públicamente lo ahí acontecido. Cabe mencionar que en los ritos afrocubanos que tienen que ver no sólo con su música y danza sino con su religión existen los sacrificios de animales, sin que esto fuese nunca frente a una audiencia o en un escenario, siempre en privado y dirigido por sus babalawos y santeros mayores.

No sabemos cuál fue la razón por la cual este grupo incluyó en su presentación el sacrificio cuando en Cuba mismo no sucede así. Sin embargo y a mi parecer, el incidente narrado anteriormente marcó un cambio radical en la programación de los años subsecuentes, pues en lugar de invitar a grupos de música tradicional ahora invitan orquestas de salsa de corte más comercial, como Willy Colón y Wilfrido Vargas, con lo cual este festival se aleja de las expresiones iniciales con las que este concepto inició.

La Cumbre Tajín es otro festival que ha modificado su ruta ampliamente y se ha convertido en un escenario de todo tipo de propuestas musicales que poco o nada tienen que ver con la cultura local, la cultura veracruzana o las expresiones vernáculas.

Sumado a lo anterior hay que considerar la notable disminución en el presupuesto cultural del Estado que se ha presentado durante los últimos años, lo cual ha resultado en la debilidad del festival frente a otros intereses, sean estos políticos o comerciales, los cuales han colocado en términos generales a los festivales en la disyuntiva de ser usados notablemente o desaparecer.

Sabemos, quienes nos dedicamos a las artes, que en los últimos años los festivales que realmente se preocupan por educar o difundir la cultura se realizan de manera independiente, muchas veces organizados por los mismos artistas. Puedo mencionar ejemplos como Raíces, Arte y Vida y los encuentros de Jaraneros del Sur del Estado en Playa Vicente o la Sierra de Soteapan. Estos eventos se realizan sin ningún apoyo institucional, ya que dichos apoyos tienen cada vez más condiciones políticas a la cuales no quieren someterse la mayoría de los artistas-organizadores. Esto pese a la difícil situación económica en la que generalmente se encuentran y a la falta de apoyo para las propuestas auténticas que de todos modos les cerrarían las puertas ante el financiamiento estatal.

La solución sería pues lograr que los festivales se independicen de la política, ya que las propuestas artísticas de calidad existen y están esperando una mayor difusión; sin olvidar que una de las funciones del arte y la cultura consiste en ser un termómetro y un catalizador de la situación social de una nación, puesto que las expresiones surgidas del consenso resultan auténticas, libres y honestas muestras de una parte de la sociedad.

1 comentario:

Colectivo dijo...

De Elizabeth Cazessús:
Gracias por el artículo, Ishtar, aunque yo vivo una realidad de frontera muy distinta a la que ustedes tienen, más cerca de la tradición del golfo, como de la caribeña, aún así puedo apreciar que eso de la "festivalización de la cultura" nos ha afectado a todos, y lo que realmente ha cambiado es el espíritu con que se hacen las cosas. La inmersión de conceptos comerciales, burocráticos o como agenda del político o partido en convergencia, sin el respeto a la sensibilización, la expresión y los profundos sentimientos y raíces, así como de las necesidades expresivas tanto de la ciudad como de los pueblos, e incluso de las organizaciones. Creo que es un síntoma generalizado de nuestro país.