Seguimos, gracias al texto de Iskra, bordando sobre temas sensibles: ¿cómo enlazamos respeto por las memorias -que algunos llaman tradiciones- e innovación? ¿reconocimiento de la diferencia con democratización? ¿liberalismo con comunitarismo?
La investigación que hemos seguido en las últimas semana pone sobre la mesa estos debates, todo a través de la reflexión sobre lo que pasa en Alvarado, Veracruz, en torno a la celebración de las cruces de mayo.
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Las cruces de mayo en Alvarado: Entre lo tradicional y lo actual, el devenir cultural de Alvarado
Iskra Sabino
Iskra Sabino
(Séptima entrega)
Capítulo IV.
La inclusión de Alvarado al mundo globalizado y multicultural.
4.2 La política del universalismo y la diferencia
Para hablar de la política del universalismo y la diferencia,
antes se tienen que mencionar las dos visiones que existen acerca del
multiculturalismo. Como ya se indicó en párrafos anteriores,
algunas de las características multiculturales deben tener presente
la diversidad cultural, sus derechos y obligaciones. Esto lleva a que
entre las culturas se dé una interacción casi obligada;
dirigiéndolas a una relación que es tanto individual como grupal.
Pero el punto más importante en este apartado no es solamente la
relación que se da entre las diferentes culturas y los individuos
que las integran, sino el reconocimiento de sus derechos individuales
ante los derechos de los grupos.
Al pasar de los años y ante los conflictos que han surgido entre
individuos y grupos acerca del reconocimiento del otro, también han
aparecido en escena un sin fin de propuestas para intentar solucionar
esta lucha ideológico-política. Pero dos de esas propuestas son las
que han sobresalido dentro de los diversos estudios y discusiones que
se han dado acerca del multiculturalismo y son: el liberalismo y el
comunitarismo.1
Para este estudio me baso en el liberalismo de Joseph Raz,2
y en el enfoque comunitarista del sociólogo Charles Taylor.3
Se podría decir que estas dos visiones multiculturales poseen una
cierta carga de verdad, aunque en realidad son incompatibles y es a
partir de este punto que han surgido una serie de controversias. El
problema aquí, es la forma en la que cada autor fundamenta su tesis.
En relación a este tema León Olivé apunta en su texto:
El problema con el liberalismo
de Raz es que conduce a la justificación de políticas
intervencionistas de una cultura sobre otras, en aras de la defensa
de las libertades individuales y de lo que llama «valores
verdaderos» que, según él, son universales y absolutos, y podrían
ser válidos para toda cultura en todo tiempo y lugar.
El comunitarismo de Taylor, por
otra parte, resulta insatisfactorio en virtud de que intenta
justificar la idea de que toda cultura es valiosa mediante una
presunción que lo hace desembocar en la posibilidad de reconocer que
algunas, después de todo, son inferiores y no merecen respeto, o por
lo menos no merecen el mismo respeto que las demás. Sin embargo,
esto es contrario a lo que él mismo quiere defender, a saber, que
toda cultura merece ser respetada. 4
Para Garzón Valdés, con la teoría universalista y absolutista
del liberalismo surge la problemática ética que viven las minorías
étnicas, la cual llama Sittlichkeit. Este término se refiere
a la noción de moralidad que también designa a la “moral
positiva”.5
Esta moral está compuesta por:
Valores y principios de hecho
aceptados en una sociedad determinada, y debe distinguirse de la
«moral crítica», base de una perspectiva ética. La moral ética
está constituida por principios que serían aceptables para
cualquier persona racional, independientemente del contexto en el que
se esté desenvolviendo, siempre y cuando examine esos principios de
manera racional e imparcial. 6
El estándar multiculturalista liberal
de Raz también se inclina por adoptar una perspectiva ética. Para
él debe de existir un sentido del respeto entre las culturas y así
concentrar una serie de prácticas que establezcan ciertas
alternativas de vida para los sujetos.
El
énfasis de la perspectiva liberal de Raz está en el papel de la
cultura «como una precondición para la libertad individual, y como
factor que conforma y proporciona el contenido de esa libertad
individual» En palabras de Raz, «la libertad depende de opciones,
las cuales dependen de reglas que constituyen esas opciones [... y]
presuponen una cultura. Presuponen significados compartidos y
prácticas comunes».7
Pero el liberalismo que propone Raz a la vez que justifica la
intrusión de los integrantes de una cultura para intervenir dentro
de las acciones o en la vida de otras culturas, no respeta el valor
universal que profesa el propio liberalismo que se pronuncia por el
reconocimiento y el respeto de las otras culturas. Por lo tanto, el
liberalismo de Joseph Raz se muestra de forma impositiva debido a que
obliga a una protección liberal de la libertad individual sobre
otras culturas, por lo que en realidad no es tan liberal como se
piensa.
Para
el liberalismo, esto impone los límites del respeto a otras culturas
y justifica actuar en contra de los miembros de otras culturas si se
trata de acciones tendientes «a proteger a los miembros de esas
culturas contra la opresión de su propio grupo».8
Lo que esta reflexión plantea, no es una cultura de la
indiferencia ante factores de opresión cultural, lo que se intenta
dilucidar es que puede existir una valoración entre culturas desde
su propio punto de vista y que justifique la intervención de esa
otra u otras culturas ante el hecho de una situación de opresión.
Visto desde la perspectiva pluralista no basta simplemente con
justificar el hecho de que una cultura se encuentre oprimida, la
realidad de ese hecho tiene que basarse en el sentido de la
objetividad, en otras palabras, para que el hecho de la opresión sea
objetivo tanto para el pluralista como para el que es oprimido. Los
dos tienen que compartir la misma idea sobre esta condición; tanto
el de afuera como el de adentro deben de ser racionales y coincidir
ante la misma situación. “Pero el riesgo de esa posición liberal
es que si los «oprimidos» no están de acuerdo en ser «liberados»
pueden simplemente tacharlos de irracionales y de no saber lo que
«quieren», lo que les «conviene» o lo que «necesitan». Esto es
un imperialismo puro y duro.”9
Es entonces un discurso de tolerancia limitada al poder de ejercerla,
es decir, yo soy tolerante con lo que puedo y quiero ser tolerante,
pues tengo el poder para serlo, o para no serlo. Es evidente que la
teoría pluralista que propone Joseph Raz no remediaría, y mucho
menos frenaría el imperialismo, poniendo en tela de juicio los
métodos de la teoría liberal.
Ahora bien, ante los decepcionantes resultados de la teoría
liberal se tendrá que pasar a la revisión de la propuesta que
plantea Charles Taylor en su visión comunitarista. Para Taylor la
política del reconocimiento y la diferencia se basa en la necesidad
de reconocimiento. El reconocimiento de la identidad es el que
hace que una persona haga una interpretación de quién es y de sus
características, las cuales lo definen como un ser humano. Por lo
tanto, la identidad de una persona se forma a partir de este
reconocimiento o de la ausencia del mismo.10
Así que la falta de reconocimiento puede dar cabida a un tipo de
opresión que deformaría la manera de ser de una persona. Esta
concepción de falsa identidad es ejemplificada por Taylor con la
conquista europea. Los europeos
vieron en los indios a seres inferiores e incivilizados y esta misma proyección pasó a los sujetos conquistados, quienes también se vieron así a sí mismos. Taylor apunta que este tipo de falso reconocimiento deja al descubierto una gran falta de respeto, ya que puede provocar que has víctimas desarrollen un sentimiento de odio hacia ellos mismos.11 Con esto surgieron dos cambios importantes ante la preocupación del reconocimiento y la identidad, que fue la caída de las jerarquías sociales, que promovía el sentido por el honor, y que posteriormente se transformó en el concepto que actualmente poseemos sobre la dignidad, que sería el estandarte de las sociedades democráticas. “La democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas con el paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas y para los sexos.”12 Pero la importancia del reconocimiento se transformó a partir de la identidad individual que apareció a finales del siglo XVIII, y que es el resultado del ideal de fidelidad a uno mismo. Lionel Trilling dice que: La identidad nos hace auténticos.13 El conceppo que surge en el siglo XVIII sobre la autenticidad es sustentado dentro de una concepción moral, poniendo como referencia los valores sobre el bien y el mal. Haciendo que el concepto de autenticidad tenga una relación espiritual con nuestros sentimientos, dejando así que una voz interior nos indique lo que es correcto o no.14 La idea de Dios ante el ideal de autenticidad cambió gracias a la cultura moderna y a la influencia filosófica de Jean-Jacques Rousseau, para éste filósofo la moral es una voz de la naturaleza que existe dentro de cada ser humano; es el sonido de las pasiones, la representación de la dependencia hacia el otro, pero que radica, principalmente, en el contacto moral con uno mismo.15 Esta búsqueda interna rebasa cualquier fundamento moral, pues es la exploración del sentimiento de la propia existencia; este auto reconocimiento es el que nos convierte en seres auténticos y diferentes a todos los demás. Charles Taylor relaciona el trabajo de Rosseau con el planteamiento que hace Herder acerca de que cada ser humano posee una forma auténtica de existencia: “cada persona tiene su propia “medida”.16 Las nuevas conductas de pensamiento comenzaron a dar motivos para que las diferencias que existían entre los seres humanos, fueran estudiadas de manera conscienta y el primer paso fue descubrir lo que era evidente, pero que nadie tomaba en cuenta, el modo de ser de cada persona, que a pesar de vivir en sociedad cada ser humano posee un sentido propio de su existencia.
vieron en los indios a seres inferiores e incivilizados y esta misma proyección pasó a los sujetos conquistados, quienes también se vieron así a sí mismos. Taylor apunta que este tipo de falso reconocimiento deja al descubierto una gran falta de respeto, ya que puede provocar que has víctimas desarrollen un sentimiento de odio hacia ellos mismos.11 Con esto surgieron dos cambios importantes ante la preocupación del reconocimiento y la identidad, que fue la caída de las jerarquías sociales, que promovía el sentido por el honor, y que posteriormente se transformó en el concepto que actualmente poseemos sobre la dignidad, que sería el estandarte de las sociedades democráticas. “La democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas con el paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas y para los sexos.”12 Pero la importancia del reconocimiento se transformó a partir de la identidad individual que apareció a finales del siglo XVIII, y que es el resultado del ideal de fidelidad a uno mismo. Lionel Trilling dice que: La identidad nos hace auténticos.13 El conceppo que surge en el siglo XVIII sobre la autenticidad es sustentado dentro de una concepción moral, poniendo como referencia los valores sobre el bien y el mal. Haciendo que el concepto de autenticidad tenga una relación espiritual con nuestros sentimientos, dejando así que una voz interior nos indique lo que es correcto o no.14 La idea de Dios ante el ideal de autenticidad cambió gracias a la cultura moderna y a la influencia filosófica de Jean-Jacques Rousseau, para éste filósofo la moral es una voz de la naturaleza que existe dentro de cada ser humano; es el sonido de las pasiones, la representación de la dependencia hacia el otro, pero que radica, principalmente, en el contacto moral con uno mismo.15 Esta búsqueda interna rebasa cualquier fundamento moral, pues es la exploración del sentimiento de la propia existencia; este auto reconocimiento es el que nos convierte en seres auténticos y diferentes a todos los demás. Charles Taylor relaciona el trabajo de Rosseau con el planteamiento que hace Herder acerca de que cada ser humano posee una forma auténtica de existencia: “cada persona tiene su propia “medida”.16 Las nuevas conductas de pensamiento comenzaron a dar motivos para que las diferencias que existían entre los seres humanos, fueran estudiadas de manera conscienta y el primer paso fue descubrir lo que era evidente, pero que nadie tomaba en cuenta, el modo de ser de cada persona, que a pesar de vivir en sociedad cada ser humano posee un sentido propio de su existencia.
Ser fiel a mí mismo significa
ser fiel a mi propia originalidad, que es algo que sólo yo puedo
articular y descubrir. Y al articularla, también estoy definiéndome
a mí mismo. Estoy realizando una potencialidad que es mi propiedad.
Ésta es la interpretación de fondo del moderno ideal de
autenticidad, y de los objetivos de autorrealización y auto plenitud
en que este ideal suela presentarse.17
El prototipo de autenpicidad, así como la imagen de dignidad
provienen del decaimiento de la sociedad jerárquica. En ese entonces
la identidad era reconocida por la posición social que ocupaban las
personas, y a pesar de la aparición de las sociedades democráticas,
éste fenómeno no ha tenido muchos cambios, pues aún las personas
son reconocidas y valoradas por los papeles que desempeñan dentro de
estos círculos. Herder indaga dentro de las razones, el sí pueden
abatir esta caracterización que emana de la sociedad, conchuyendo
que, es el propio arquetipo de autenticidad el que descubre el
verdadero modo de ser de las personas.18
Así que, según él, no es la sociedad la que determina la forma de
ser de las personas, es su búsqueda interna la que lo hace. Charles
Taylor menciona que sí en realidad se desea entender la unión que
existe entre la identidad y el reconocimiento se debe de comenzar
por comprender el lenguaje, ya que éste es el que nos expresa. El
diálogo es un componente importante para relacionarse con el otro.
El lenguaje, según Taylor, va más allá de las palabras, pues
existen otros tipos de expresión que permiten entablar un diálogo
ya sea gestual, artístico o amoroso, por mencionar algunos.19
Estos tipos de diálogos o lenguajes no se aprenden de la nada, son
el resultado de la interacción que existe entre los seres humanos.
Ante esta opinión Taylor apunta que:
Las personas por sí mismas, no
adquieren los lenguajes necesarios para su autodefinición. Antes
bien, entramos en contacto con ellos por la interacción con otros
que son importantes para nosotros: lo que George Herbert Mead llamó
los “otros significantes”. La génesis de la mente humana no es,
en este sentido, monológica (no es algo que cada quien logra por sí
mismo), sino dialógica. 20
Por lo tanto, existe una necesidad primordial de relacionarnos con
los otros para podar definirnos a nosotros mismos, siendo evidente
que nuestra identidad resulta de nuestras relaciones dialógicas con
los otros. Ahora bien, en los tiempos pre modernos las cuestiones
sobre “identidad” y “reconocimiento” no eran tratadas de
manera tan profunda como se hace en la actualidad, ya que para la
gente de ese entonces estos eran temas que no merecían un estudio
exhaustivo pues eran “fáciles” de entender. Pero ante la
cuestión de la igualdad surge su antítesis, la desigualdad, estos
dos temas dan paso a cuestionamientos acerca de la importancia del
reconocimiento, y el primero en analizarlo es Hegel. El valor del
reconocimiento, en la actualidad, es universalmente visto como un
derecho al reconocimiento igualitario. “El reconocimientoXnigualitario no sólo es el modo pertinente a una sociedad democrática
sana. Su rechazo puede causar daños a aquellos a quienes se les
niega.”21
Como ya se menciono, el hecho de que una persona sufra algún tipo de
humillación por medio de la opresión puede llegar a distorsionar su
propio sentido de identidad. Según esta teoría tenemos que la
identidad se forma a partir de un diálogo abierto, no es un guión
social que se encuentre determinado, lo que está en juego es el
reconocimiento igualitario, pues solamente por este medio se puede
crear una sociedad democrática y sana. Al negar este reconocimiento
los individuos están sujetos a una forma de opresión. Sucede que es
a partir del honor a la dignidad que se abre un camino hacia la
política del universalismo; ésta política remarca, sobre todo, la
dignidad igualitaria de todos los ciudadanos. Una igualdad que
reconoce todos los derechos y todos los títulos, aquí no existen
ciudadanos de primera ni de segunda clase, todos somos iguales. Lo
que se intenta lograr por medio de la política de la diferencia es
el reconocimiento de la autenticidad que poseen las diversas
identidades, tanto individuales como grupales. Y es que ésta
política ha sido bombardeada por múltiples tipos de rechazo y
discriminación, que siempre van dirigidos a los ciudadanos que han
sido considerados como de segunda clase.22
Recapitulando, la política del reconocimiento, es eso, un régimen
que nos permite reconocer la diferencias que existen entre todas las
personas que habitamos este planeta, pero este reconocimiento tiene
que hacerse de una forma muchos más conciente, ya que debemos saber
reconocer en las diferencias de los otros, lo que a mí me hace
auténtico y viceversa. Así que, el planteamiento fundamental de
esta teoría se basa en una política del respeto hacia los demás,
hacia las diferencias que presenta el otro.
En este caso, para los adultos mayores que
habitan en el puerto de Alvarado, su fiesta se ve amenazada por esas
diferentes y extrañas visiones que provienen de sus jóvenes
pobladores y de las personas que desconocen el origen de su
celebración. Por otra parte, la actitud de la juventud ante la
celebración no deja más que un evidente comportamiento de
indiferencia, que hasta cierto punto es parte de una falta de
cknciencia cultural, debido a que la óptica que poseen acerca de la
fiesta no los lleva a ver más que un simple festejo que, como muchos
otros, es parte del lugar donde habitan. De esta forma y mediante las
observaciones que se efectuaron dentro de la celebración, se observó
que la juventud alvaradeña desconoce la carga histórico-cultural
que le da sentido y significado a esta tradición, ya que para ellos
la celebración no tiene el mismo sentido que para la gente que la
organiza o participa en ella; porque a pesar de que es una costumbre
que ha acompañado a la mayoría de las familias alvaradeñas durante
siglos, en la actualidad ese fenómeno ya no se repite con las nuevas
generaciones y probablemente se debe a que ahora existen otro tipo de
distractores como son: la televisión, el internet, los videojuegos,
y un sin fin de actividades que ya no requieren de realizar
actividades en grupo. Así que, es evidente que los jóvenes que son
parte de esas nuevas generaciones nunca pensarán como lo hacían sus
padres o sus abuelos, ya que han crecido dentro de contextos
totalmente diferentes a los de sus progenitores. Claro, aunque han
sido educados dentro de un seno familiar que se caracteriza por ser
conservador, y que ha mantenido su legado histórico-cultural, los
factores que los han influenciado dentro de su desarrollo social ha
determinado su personalidad y su forma de concebir el mundo, lo cual
implicaría que los jóvenes solo repiten los mismos parámetros de
los viejos, el desconocimiento y el irrespeto al otro, del mismo del
que son víctimas. Las generaciones de la globalización se han
distinguido por un factor importante, la indiferencia y la falta de
reconocimiento, dando como resultado una ausencia total de respeto a
lo diferente. Pero aquí vemos que es una característica que también
ha prevalecido en las estirpes anteriores. Es un mal que ha ido
afectando a la humanidad desde sus orígenes más lejanos, además
que esto podría comprenderse como parte de los conflictos
generacionales.
Como ya se citó, en uno de los apartados de este trabajo, lo que
hace a una persona o a un grupo social “mejor”, no es su
ascendencia; no es mejor ser humano aquel que posee ojos de color o
cabello rubio, ni tampoco si se es blanco o alto, esas son
características de raza, de su herencia genética, ni tampoco lo
hace su posición social. Toda persona vale por el simple hecho de
ser persona, por su condición humana, que a pesar de la diversidad
de razas, de lenguas, de costumbres, etc., su verdadera virtud yace
en el reconocimiento de cada una de estas diferencias y en la medida
en que cada individuo las comprende. A pesar de que cada uno de los
integrantes deh puerto de Alvarado, comparten muchas de sus
costumbres; las mismas tradiciones; el mismo lenguaje y la mayoría
de ellos son católicos, con algunas excepciones, todos poseen una
forma de concebirse a ellos mismos diferentes. Que existan grupos
compatibles con algunas formas culturales, políticas e ideológicas
no significa que esa sea la manera correcta de auto-concebirse.
Somos, como mexicanos, una sociedad múltiple, variada, diferente;
somos parte de esa multiculturalidad que ha sido provocada por el
mestizaje, por la influencia de los medios masivos de comunicación,
por las ideas políticas que rigen nuestras vidas, por nuestras
creencias religiosas y hasta por no creer en ellas.
Si existe un riesgo dentro de la celebración de “Las Cruces de
Mayo”, el único evidente hasta este momento, sería la falta de
apertura por parte `e los intelectuales a los cambios que se puedan
presentar dentro de su festejo, como la integración del Arroz a la
Tumbada, que lejos de ser un riesgo o amenaza, se ha convertido en
una parte importante dentro del cierre de ésta celebración. Las
personas deben de estar abiertas a los cambios y a las diferentes
maneras que éstos tienen de presentarse dentro de sus contextos. El
cambio es algo a lo que la humanidad se ha enfrentado por siglos,
como han sido los cambios de gobiernos, de ideologías, de creencias;
han habido innovaciones en la tecnología, en las comunicaciones, en
el transporte y en la ciencia. Todo lo que nos rodea ha sido
vulnerable al cambio y nos hemos enfrentado a lo diferente a lo que
no conocemos. Pero si las personas nos mostramos renuentes ante todas
estas transformaciones, entonces nadie utilizaría un horno de
microondas o un teléfono celular, por ser algo desconocido y
diferente. Pero el cambio más importante que necesitan las
sociedades y los individuos que las conforman es el de la evolución
dentro de su pensamiento. Si ha existido una mutabilidad en todos los
campos por qué no hacerlo en el de la conciencia misma. Lo que en
realidad puede amenazar el legado cultural de una sociedad es su
cerrazón ante la diversidad de concepciones de sus integrantes; la
ignorancia de una sociedad es la que consigue destruir su propia
cultura, si no se educa a sus individuos, si no se les hace
conscientes de lo que la historia les ha legado como pueblos o
sociedades, entonces si podría presentarse una crisis
socio-cultural. Se debe de promover una educación con ética, con
respeto a las diferentes formas de concebirse dentro de los diversos
grupos sociales. El hecho de ser parte de un mismo grupo social o
cultural, donde se llevan a cabo cierto tipo de festejos o
tradiciones no obliga a los demás a creer o a ser parte de los
mismos, pero siempre y cuando exista un sentido del respeto entre
ellos.
(CONTINÚA EN LA SIGUIENTA ENTREGA)
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Notas 4.2
1
León Olivé,
Multiculturalismo y
Pluralismo. Biblioteca
Iberoamericana de Ensayo, Paidós, México 1999,
p. 67.
2
Cfr. Idem.
3
Cfr. Idem.
4
León Olivé, op. cit., pp. 67-68.
5
Idem.
6
Idem. [citado por el autor]
7
Ibídem, p. 69. [citado por el autor]
9
Ibídem, p. 74.
10
Cfr. Charles
Taylor, El
multiculturalismo y “la política del reconocimientk”,
México: Fondo de Cultura Económica (FCE), 2001, p. 43.
11
Cfr. Ibídem, p. 44.
12
Ibídem, p. 46.
13
Cfr. Ibídem, p. 47.
14
Cfr. Ídem.
15
Cfr. Ibídem, p. 49.
16
Ibídem, p. 49
17
Ibídem, p. 51 [citado por el autor]
18
Cfr. Ibídem, p. 52.
19
Cfr. Ibídem, pp. 52-53.
20
Charles Taylor, op. cit.
21
Ibídem, p. 58
22
Cfr. Ibídem, p. 61.
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