En el Observatorio ya hemos abordado el lazo existente entre cultura y derechos. No en el vacío se posiciona la UNESCO en la Declaración de México de 1982: "(la cultura) engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales al ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias..."
Derechos fundamentales. Por vida de todos los santos, derechos fundamentales. Opinar, disentir, expresarse. Caminar por las calles de nuestras ciudades. Reunirnos para intercambiar. En los espacios físicos y en los espacios de internet.
Caterina Camastra reflexiona sobre las detenciones llevadas a cabo en Xalapa el pasado 20 de noviembre. Arbitrarias, sin nombre, sin rostro, sin madre. Por el hecho de disentir. Con globos, con gises, con palabras. No con armas como cantó la versión oficial.
Desde acá, desde nuestro mínimo butaquito virtual, denunciamos el estilo gangsteril de nuestra pretendida democracia veracruzana, en la que al parecer el changobananerismo, la ley del más gandalla, el juego de la mochiganga se entronizan cada vez más.
Citando a Caterina: "Me preocupa y me da francamente miedo. El ejercicio de la libertad de expresión, que solemos practicar varios de los que aquí en este blog escribimos y leemos, ya es a fines prácticos un delito, que de buenas a primeras puede granjearnos una detención arbitraria por cualquier hijo de vecino como nosotros, sin credenciales ni identificaciones, es decir, sin rostro, ni personalidad jurídica, ni, menos, responsabilidad."
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Viva la Revolución...
Caterina Camastra
Varios
de nuestros lectores han de estar enterados de lo que sucedió en
Xalapa este martes pasado, 20 de noviembre de 2012: un grupo de
jóvenes fueron detenidos para que no pudieran acudir a la
manifestación de protesta convocada por el Frente vs. La Imposición.
Unas horas después, fueron liberados sin cargos, aunque los cables oficiales de última hora dicen que siempre sí estaban armados. Relaciones de los hechos, testimonios de los protagonistas y otra información relevante puede ser consultada en la red:
Flyer difundido en las redes sociales |
Unas horas después, fueron liberados sin cargos, aunque los cables oficiales de última hora dicen que siempre sí estaban armados. Relaciones de los hechos, testimonios de los protagonistas y otra información relevante puede ser consultada en la red:
Yo sólo pretendo contribuir algunas reflexiones al margen de la
que me parece la gravedad de lo sucedido. Ya pasaron unos días,
suficientes muchas veces a despojar un suceso como este de todo
interés: vivimos en un constante flujo de noticias, que en su
mayoría son alarmantes, preocupantes, o de plano horribles, así que
no sé si estamos más desbordados por la información o la
desgracia. El mismo ejercicio del derecho a la reflexión es un
intento de recobrar algo de sentido, un granito de resistencia ante
los arrolladores que estos tiempos se pueden poner.
Vaya
Atenas veracruzana, que reprime y detiene justo a quienes deberían
ser sus ciudadanos ilustres (amén de ser, como son, la columna
principal de la precaria economía de la ciudad): los estudiantes.
Pero ya quién se va a sorprender de eso, por estos tiempos aciagos.
Claro que estábamos contentos -los que liberaron, los que
estuvieron, los que acudimos- cuando el martes en la tarde vimos que
todos habían salido sin cargos y que no faltaba nadie. Hubo hasta
bromas sobre que “ya esto de ser preso político está devaluado,
ahora por cualquier cosa te detienen”.
Y
justamente eso es lo terrible. No tan solo la alegría algo
perturbadora de cerciorarse siquiera que no falte nadie, porque
sabemos que otros han faltado y más pueden faltar, viendo las cosas
cómo van. También es terrible la perspectiva, nada remota, de ser
susceptibles, todos y cada uno de nosotros, de detención arbitraria,
literalmente, por cualquier cosa. Por la portación de gises y
globos, por ejemplo, así como lo leen. ¿Quién será el siguiente
peligroso rebelde detenido, un niño de primaria? ¿La mismísima
Hello Kitty? Además, las detenciones se realizaron antes de que los
atacados siquiera llegaran al punto de reunión. Por el delito de
caminar en la calle. Que es nada menos que cualquier cosa. Ya todos
somos susceptibles de ser detenidos por cualquier cosa. No sé a
ustedes, pero a mí la idea me manda cierto escalofrío columna
abajo.
Mientras
buscaba recopilar la información ya presente en la red, por cierto,
me tropecé con esta nota acerca de lo que pasa en otro rincón de
Veracruz: No
permitirán en Zongolica a jóvenes andar en la calle después de las
22:00 horas.
“Quienes
lo hagan será retenidos por la policía y conducidos a su
domicilio”, reza el subtítulo, y sigue: “Es violatorio de la
Constitución, pero es un acuerdo de la Alcaldesa y padres de
familia”. Algo en mí se resiste a aceptar un acuerdo entre la
alcaldesa y los no mejor identificados “padres de familia”
(¿cuántos?¿quiénes?) de Zongolica como razón suficiente para
una medida violatoria nada menos que de la Constitución, al más
puro estilo golpista. No se especifica la edad de los “jóvenes”
zongoliqueños pasibles de detención por andar en la calle a
deshoras (léase con ironía). Zongolica no es Xalapa, está algo más
lejos del foco de atención de los reflectores. Tal vez por eso la
noticia agarra un matiz aún más escalofriante, como de secreto
cocinándose y ensayándose en espera de su implementación más
urbana y masiva. A lo mejor estoy cayendo en la teoría de la
conspiración, pero díganme si no dan ganas. Triste el país que
encierra, detiene, pisotea a sus jóvenes.
Y
no solo estamos expuestos a ser detenidos por cualquier cosa, sino
por cualquiera, sin que siquiera se identifique como se supone que
los agentes de policía y afines deben hacer. Personas no
uniformadas, ¿porros contratados? ¿policías vestidos de civil?,
participaron en las detenciones del pasado martes, como se aprecia en
las fotos.
fotover.com.mx |
zapateando.wordpress.com |
Me
preocupa y me da francamente miedo. El ejercicio de la libertad de
expresión, que solemos practicar varios de los que aquí en este
blog escribimos y leemos, ya es a fines prácticos un delito, que de
buenas a primeras puede granjearnos una detención arbitraria por
cualquier hijo de vecino como nosotros, sin credenciales ni
identificaciones, es decir, sin rostro, ni personalidad jurídica,
ni, menos, responsabilidad.
No
somos las grandes masas en revuelta, aunque nos gustaría creerlo.
Recuerdo el chiste que recién hacíamos con una compañera en Plaza
Lerdo en una ocasión de escasa concurrencia: “Menos mal que están
los orejas haciendo bulto, si no de plano esto se vería muy vacío”.
Pero ya no se permiten ni pocos, ni dos, ni uno, ni ninguno.
Evidentemente este 20 de noviembre no querían que nadie ni nada, ni
un efímero dibujito con gis en el pavimento, ni un precario globo
extraviado, empañara en lo más mínimo su enésima falsa
representación de unidad y concordia nacional en el País de No Pasa
Nada, sus estampas y coreografías, ya sea de Adelitas de enaguas
floreadas, o de policías voladores colgando de helicópteros.
Lo
otro que me preocupa y me espanta, no por nuevo, sino por nuevamente
aterrador, es que, como ya se ha vuelto costumbre en estos casos, a
las mujeres les fue peor.
plumaslibres.com.mx |
Golpeadas,
obligadas a desnudarse y hacer sentadillas, manoseadas dizque a fines
de revisión. Que esto fuera perpetrado por otras mujeres no lo hace
menos grave. El mensaje es claro y es muy, pero muy preocupante: por
ser mujeres y por andar en mitotes que menos que a nadie les
corresponden, así es como les va a ir, tengan cuidado. Con más
saña, más humillación, más desprecio de su dignidad y sus
derechos humanos.
Posdata.
Hablando de la desbordante actualidad. En el tiempo que me tardé en
escribir este artículo, recibí y difundí un par de noticias
preocupantes: reportero independiente detenido en el centro del DF,
despojado de su cámara; cárcel a quien difunda rumores, aprueba
congreso de Veracruz. Aparte de lo que pueda o no suceder el 1 de
diciembre, aparte y después, ni salir a la calle se va a poder, muy
pronto. Vaya, ni salir a las calles virtuales del internet, casa ni
tan segunda de muchos que este espacio compartimos. Oigan, ¿nos
vamos a dejar?
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