10 de agosto de 2009

La tradición en el tercer milenio

Esta semana publicamos otra de las ponencias que se presentaron en el evento El Fandango Jarocho, un mundo de vida.

Ahora le corresponde el turno a Gilberto Gutiérrez, fundador y director del grupo Mono Blanco, y quien ya ha colaborado con el Observatorio.
Gilberto nos habla sobre el estado general de la tradición del son jarocho, de las transformaciones que sobre ella se han operado y del relevo generacional que le espera.

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La tradición en el tercer milenio
Gilberto Gutiérrez

(Primera de dos partes)

Hubo un tiempo, hasta mediados del siglo XX, en que la tradición se pasaba de generación en generación. En el mundo rural, las familias vivían agrupadas en caseríos, donde convivían como la gran comunidad que eran y la incipiente migración no repercutía significativamente en las pequeñas poblaciones.

Por esos años, los sesentas, aparecieron por mi rumbo, Tres Zapotes -lugar rodeado de selva en ese entonces- síntomas de que la “modernidad” llegaba. Primero fue el molino de nixtamal, con un taz taz taz que a las cuatro y media de la mañana se oía en todo el caserío; llegó también el radio y el tocadiscos que sirvió para organizar bailes de piezas.

Así más menos fue que empezó a decaer el gusto por el fandango. La nueva sociedad de aquel entonces se entregó, seducida, a las novedosas formas de diversión, principalmente el baile.

Para la generación de Don Arcadio Hidalgo, el fandango, como ellos lo conocieron, se había acabado. Para la generación de Don Esteban Utrera el fandango, como el lo conocía, amenazaba en acabarse con él y aunque el fandango no desapareció, el modo en que él lo conoció, sí.
Así era el panorama en el vasto territorio veracruzano.

Con la modernidad, otras formas de desculturización aparecieron. Los emblemáticos “Ballets Folklóricos” funcionaron como Caballo de Troya al interior de las instituciones culturales, y ya adentro fomentaron su propia repetición, convirtiendo a la sociedad en actores y espectadores de su tradición sintetizada. Los otros músicos se formaron en grupos y encontraron un nicho de trabajo, en las compañías de danza folklórica, en los restaurantes de mariscos y en producciones especiales para el turismo. Creo que ésta fue la primera generación de soneros que se profesionalizó y en este proceso fueron perdiendo nexo con la tradición.

La televisión y la radio representan uno de los mayores desafíos para la tradición. Un jarocho lleva un radio a su casa: éste lo pone en contacto con un mundo que sólo con dinero se alcanza. Entre comerciales de productos varios y destellos de música ese jarocho nunca se vera reflejado en aquel mundo que se le impone seductoramente.

La sociedad jarocha, en pleno proceso de urbanización, disfrutaba de enviar a sus hijos a aprender el zapateado académico, los jóvenes no tenían más interés en tocar son jarocho que para entonces estaba bien identificado como algo de rancheros y de grupos marisqueros, como se les llegó a conocer.

En los sesentas, con Lino Chávez instalado como el máximo representante del son jarocho, apareció el disco “Sones Jarochos” de la serie Testimonio Musical de México del INAH. Aunque el disco es colectivo, destacan en el mismo la participación de Don Arcadio Hidalgo, Noé González y Antonio García de León. El disco fue y sigue siendo un ejemplo del son tradicional, en varios estilos. Particularmente llamó la atención el son El Fandanguito donde Antonio García de León canta las décimas de Arcadio Hidalgo, dándonos un buen ejemplo de que el son podía ser actual. Lástima que ese trabajo hasta ahí llegó. Antonio García de León siguió sus estudios y los Gonzáles, Noé y Benito, ya no regresaron a su tierra: se quedaron en Minatitlán y se adaptaron, como músicos, a vivir tocando en restaurantes y cantinas. Este hecho es interesante: Los González no tenían otra opción porque aún no había mercado para el son tradicional.

Con una serie de acontecimientos que se dieron a hacia el final de los setentas, de los que no hablaré aquí pero que están perfectamente documentados, es que comienza el resurgimiento del son jarocho.

Importante fue la relación de esfuerzos individuales con acciones institucionales que dieron como resultado el resurgimiento de una tradición que agonizaba.

Estas fueron algunas de esas acciones:
Primordialmente la realización de fandangos.
Sobre una lista elaborada a partir de los pueblos que gozaban de reputación pasada como fandangueros, el Grupo Mono Blanco propusimos a Promoción Cultural de la SEP, antecedente del CONACULTA, un proyecto al que llamamos Promoción y Difusión del Son Jarocho a partir del Fandango.

Se lograron acuerdos con los alcaldes y se convino con ellos la realización de los fandangos dentro de las fiestas patronales. Aquí comienzan a diferenciarse unos ayuntamientos de otros, y solamente se trabajó con aquellos que mostraron interés y cumplieron con los compromisos pactados.

Al realizar los fandangos detectamos que se había perdido conocimiento de participación. La mayoría de las personas que tenían interés en participar ya no tenían nociones de los pasos y las reglas de participación. Dicho de otro modo, habían perdido la cultura del fandango.
De ahí nació la idea de realizar talleres de zapateado. Estos se organizaban previo a los fandangos y de esta manera se pasaba del taller a la práctica misma.

Una acción mostraba otra necesidad, y a estos talleres se sumaron los de ejecución de instrumentos y posteriormente los de laudería, por que no había suficientes instrumentos para los interesados en aprender a ejecutarlos.

De esta manera se cerró el circulo; al tiempo que se realizaban los talleres se organizaban fandangos.

Aquí es importante mencionar el fenómeno de réplica. Pronto empezaron a surgir otros grupos interesados en la practica del fandango. De igual manera se dieron a la tarea de realizar talleres y de ir con los músicos veteranos que quedaban por sus rumbos, para aprender de ellos y reintegrarlos a los fandangos.

A la vez que se trabajaba hacia adentro de la tradición, se trabajaba también en otros lugares, sobre todo en la Ciudad de México. Esto se debía en parte a que el grupo Mono Blanco, promotor de estos talleres, naciera en esta ciudad y a que los recursos, en ese entonces, emanaban exclusivamente de las instituciones federales.

La realización de talleres y fandangos en la Ciudad de México fueron muy aceptados y quizá eso explique el fenómeno de los fandangos jarochilangos.

Hay que mencionar que en 1986, con la fundación del Instituto Veracruzano de Cultura, al que me incorporé, se adoptó un programa de trabajo que permitió al proyecto de Promoción y Difusión del Fandango se extendiera por todo el territorio Jarocho. Trabajábamos conjuntamente IVEC, Culturas Populares de Acayucan y Mono Blanco. Se aumentó el apoyo para la realización de fandangos y se montaron varios talleres de laudería.

Para ese entonces algunos municipios pedían fandangos para sus fiestas patronales y nos metimos a trabajar en las comunidades Popolucas y Nahuas de la sierra de Santa Marta. Comunidades dispersas, con la tradición decaída y muchos niños con ganas de aprender. Por eso fue que creamos el proyecto de los Campamentos Infantiles de Son Jarocho.

Originalmente pensado para los niños de la Sierra de Santa Marta, este proyecto pronto se abrió hacia los niños mestizo rurales y urbanos. La práctica nos enseño que esta convivencia multicultural, en la que convivían popolucas nahuas y mestizos, era motivante y daba buenos resultados.

Para finales de los noventa ya se hablaba del resurgimiento de el son jarocho. Las juventudes veracruzanas empezaron a ver en el músico jarocho un factor de identidad, tanto en el medio rural como el urbano.

De esta manera, el fandango jarocho llegó al tercer milenio fortalecido en su contexto cultural, así como fuera de él. Los fandangos se realizan dentro y fuera del territorio jarocho. Los encuentros de jaraneros se han multiplicado y algunos han adoptado sus propias características.

Aunque hay grupos que abandonaron el trabajo comunitario y se dedican al escenario, la mayoría de los grupos se dedican a la realización de talleres y fandangos en su propia comunidad y en otras.

2 comentarios:

el godo dijo...

Me siento agradecido y soy un suertudo al haber crecido al lado de estos maestros con estas ganas y proyectos educativos y enorgullecedores.Gracias
el godo

Anónimo dijo...

Saludos al Paul McCartney y Ayatola h del son jarocho