Continuamos con la cuarta entrega del texto Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera de Caterina Camastra.
Este texto fue publicado en el libro Liberty, liberté, libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones coordinado por Alberto Ramos Santana y Alberto Romero Ferrer y editado por la Universidad de Cádiz, 2010.
En la construcción de la figura de la china poblana percibimos elementos que comparte con otro tipo nacional, mas no mexicano: la maja española. Las similitudes no son casualidad. De la misma forma, esta construcción femenina requiere su contraparte masculina. Así, en la obra de Prieto encontramos al antecedente del tipo nacional mexicano por excelencia: el chinaco del cual derivará el charro. Este texto fue publicado en el libro Liberty, liberté, libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones coordinado por Alberto Ramos Santana y Alberto Romero Ferrer y editado por la Universidad de Cádiz, 2010.
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Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera
Caterina Camastra
(CUARTA DE SEIS ENTREGAS)
El atuendo de la china celebrado por Prieto forma parte de un ajuar
más amplio, que implica la idea de una mujer humilde pero hacendosa,
capaz de tener lo suyo, como se dice coloquialmente en México, y
atenta al cuidado de su casa tanto como al de su persona. Tal ajuar
sale a relucir en el «Romance de la Migajita», en el dramático
pregón con que lamenta la muerte de su amado Ronco:
Vendan mis aretes de oro,
mis trastes de loza fina,
mis dos rebozos de seda
y
el rebozo de bolita;1
vendan mis tumbagas de oro
y de coral la soguilla,
y mis arracadas grandes
guarnecidas con perlitas;
vendan la cama de fierro
y el ropero y la camisa,
y entierren con lujo a ese hombre
porque era el amor de mi vida;
que lo entierren con mi almohada
con su funda de estopilla,
que pienso que su cabeza
con
el palo se lastima.2
En la siguiente escena, del romance «Pepa y el Tuerto», el
temperamento apasionado de la china muestra su faceta más fiera y
combativa:
Con el rebozo al desgaire
dejando desnudo el seno,
recogido bajo el brazo
y libre campeando el cuerpo,
descubierta la cabeza,
ardiendo los ojos negros
y flotando las enaguas
como en riña con el viento,
armando zambra la chancla
va Pepa tras de su Tuerto,
moviéndole tal reyerta,
diciendo tales dicterios,
que se teme de sopapos
furibundos
aguaceros.3
Es
de notar que el personaje de la china poblana guarda una innegable
similitud y parentesco con otro, también representación de un
nacionalismo apoyado en los tipos populares: la maja española4.
Aparte las correspondencias entre las prendas de vestir (el mantón y
el rebozo, la enagua y el guardapiés), son análogos los caracteres
orgullosos y peleoneros. Entre los cientos de ejemplos que se
pudieran sacar a colación, escojo al azar a un personaje de una obra
teatral que se encuentra en un manuscrito conservado en el Archivo
Histórico Municipal de Cádiz, sin indicación de autor ni título.
El tipo de letra sugiere que se trata de un documento de finales del
siglo XVIII. La maja, vendedora de dulces, está terminantemente
segura y consciente de su valor: «una maja de mi brío, / de mi
garbo y gentileza»5.
Desde esa posición de orgullo bien plantado arremete en contra de un
cliente insolvente:
¡Qué buelta, ni qué demonio!
Digo, ¿a mí con cuchufletas?
No quiera usted que el canasto
se lo encaje en la cabeza,
acá no se emboque usted,
que
tengo poca paciencia.6
Con igual brío e ímpetu la maja amenaza a un pretendiente
indeseado:
Digo, no me toque usted,
porque yo no soy vihuela.
[...]
¿Qué pone usted que las muelas
tiene que irlas a buscar
su
medio quarto de legua?7
Una
de las chinas de Musa callejera da
muestra de un temperamento parecido al rechazar las propuestas de un
aborrecido francés, en un poema con el elocuente título de «Patria
y amores». Noténse las oposiciones lingüísticas entre el habla
ridícula del francés y el lenguaje orgullosamente mexicano de la
china:
– Mua
te compra tu pulquit
y
te da tu frecolito.
– Y
yo a tí, francés maldito,
te
hartaré de rejalgar [sic].
Que
más quiero al chinacate8
que mi alma gobierna y manda,
con
su jarano y
su banda,9
que
a todo el trono imperial.10
El
chinacate,
o chinaco,
es el compañero de la china. La cualidad de figura patriótica del
chinaco en el discurso del autor es realzada en «Patria y amores»
por la oposición con el francés
maldito: quien gobierna
y manda en el corazón de la china,
símbolo de la conciencia nacional, no es el trono
imperial, sino el hombre mexicano. La
connotación nacionalista del término aparece en otra composición
del poemario, «16 de septiembre en el cielo», que celebra la
independencia mexicana utilizando un recurso temático típico de la
poesía popular hispana: la humanización de los santos. El paraíso
retratado se vuelve espejo de la política internacional del momento:
–
Dinos, Miguel, si tú sabes
qué es lo que pasa por México,
que hay una bulla del diablo,
salvas y repique al vuelo.
–
Señor, es porque celebra
mi patria su alumbramiento
de independencia sublime
y de libertad del pueblo.
–
Pues les sobra la justicia –,
dijo entusiasta San Pedro.
San Miguel se mordió el labio,
San Fernando torció el gesto,
frunció San Roque las cejas,
que es muy servil palaciego.
Pero
toda la chinaca11
de santos de medio pelo,
mandó destapar botellas
y
se abandonó al contento12.
Sin
embargo, a lo largo del poemario la palabra que más aparece para
designar a la pareja de la china, es decir, al hombre mexicano del
pueblo, no es chinaco,
sino lépero.
La inversión simbólica que proyecta una serie de cualidades
positivas sobre la mujer, erigida a alegoría de la patria, no es tan
fuerte sobre su compañero, por lo menos en Musa
callejera. Pese a esto, el lépero sí
participa del proceso de simbolización protagonizado por su
compañera. En él va tomando forma, por ejemplo, aquella peculiar
«fanfarronería mestiza» que Pérez Montfort identifica como propia
de las canciones que en el siglo XX pretenderán estereotipar «el
alma del pueblo»13.
El poemario de Prieto está salpicado de afirmaciones análogas a las
siguientes en boca de sus protagonistas masculinos:
Lo ves, ni soy ostentoso,
ni me parto a troche moche
con cualesquier jactancioso:
soy como mula de coche,
fierito
pero corrioso.14
Soy más pelado que un hueso,
tiene más jugo la yesca;
mas no me asusta el trabajo,
gozaré de lo que tenga,
porque soy rete-hombrecito
para luchar con las penas
y el mar no me espanta nunca,
por
más revuelto que venga.15
NOTAS
1
«Rebozo.
Chal, paño o pañolón que cubre los hombros y que usan
mucho las mujeres de la clase media y pobre, sobre todo en el
interior, donde es típico. Se fabrica de clases primorosas y
finísimas, en seda, lana y algodón. Son famosos los de Santa
María, en San Luis Potosí y los del Bajío. [...] Nació el uso de
esta voz en los tiempos coloniales» (Francisco J. Santamaría, op.
cit.). La expresión rebozo de bolita, como me explicó
un artesano de Santa María del Río, se refiere a la técnica de
teñido de los hilos. Antes de sumergirlos en color, los manojitos
de hilos se anudan a intervalos más o menos regulares: la zona
blanca que queda en las hebras, al desatar los nudos después del
teñido, es la bolita, que se vuelve parte del diseño
característico del tejido.
2
Guillermo Prieto, «Romance de la Migajita», op.
cit., p.
61.
3
Guillermo Prieto, «Pepa y el Tuerto», op. cit., p. 117.
4
“En otros países hispanamericanos llamaban
chinas a las mujeres que en España denominaban chulas o manolas”
(Francisco J. Santamaría, op. cit.,
s.v. chino).
5
Archivo Histórico Municipal de Cádiz, Teatros (14.15.1), caja
6983, exp. «Obras», fol. 7v.
6
Ibid.,
fol. 20r.
7
Ibid.,
fols. 9v-10r.
8
«Chinacate.
Individuo de la chinaca». «Chinaco. Lo mismo que
chinacate, y más usado» (Francisco J.
Santamaría, op. cit.).
Véase también la nota 34.
9
«Jarano.
Sombrero de fieltro, de copa alta y ancha ala, generalmente
galoneado y con cordón rematado en borlas. [...] En el interior más
comúnmente charro»
(Francisco J. Santamaría, op. cit.).
10
Guillermo Prieto, «Patria y amores», op. cit., p. 213.
11
«Chinaca.
(Del mexicano xinaca,
‘desnudo’. [...]) Familiar. Gente desharrapada. Dióse este
nombre por desprecio a las guerrillas liberales o gavillas de gente
de toda broza, no uniformada» (Francisco J. Santamaría, op.
cit.)
12
Guillermo Prieto, «16 de septiembre en el
cielo», op. cit., p. 156.
13
Ricardo Pérez Montfort, Avatares
del nacionalismo cultural, México,
CIESAS, 2000, p. 58.
14
Guillermo Prieto, «Quintillas», op.
cit., p. 59.
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