Iniciamos con un texto de Caterina Camastra, del equipo de casa.
Caterina quiso platicar sobre una de las muchas caricaturas que vuelan sobre nuestro imaginario veracruzano: lo barata, lo buena que es la vida en nuestra Atenas tropical. Una postal más bajo la lupa.
Finalmente en el Observatorio queremos decir: ¡Viva Regina Martínez! ¡No se mata la verdad matando periodistas!
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Lo barato sale caro
Caterina Camastra
Foto tomada del sitio xalapeños.com |
Todos los que hemos vivido, pasado, permanecido de una u otra forma en la ciudad de las flores, hemos oído, y probablemente también afirmado y suscrito, aquello de que Xalapa es barato. Lo es. Sin embargo, y con toda la sabiduría irritante de los proverbios, de repente lo barato sale caro.
Si alguna vez han
estado en Xalapa con presupuesto de escaso a medio, y buscado
vivienda, es probable que sepan de lo que estoy hablando. La
arquitectura xalapeña es encantadora en lo que tiene de laberíntico,
en sus patios inesperados, los árboles sacando la copa arriba de los
tejados y las enredaderas subiendo y bajando, las inesperadas vistas
al Cofre de Perote desde el centro de un nido de techos, desde una
azotea que es como un claro en el monte.
La misma
arquitectura también es aterradora porque los laberintos y los
recovecos cobijan el enemigo más implacable del inquilino de
modestos recursos: la humedad, lo menos atractivo de la exuberancia
vegetal. Alguien de quienes están leyendo (pueden levantar su mano
virtual en la cajita de comentarios aquí abajo) habrá compartido
conmigo la experiencia de sentarse en medio de un cuarto entre libros
recién bajados de su repisa y a las prisas amontonados, trapito en
la mano, acometiendo la desaforada empresa de sacudir los malignos
honguitos verdes que se trepan a las páginas. También opera con
ropa y zapatos, aunque la peculiar desesperación de limpiar un libro
hoja tras hoja no se compara, creo yo. Algunos cuartos crecidos como
hongos, como protuberancias sobre y alrededor de estructuras
preexistentes, favorecen estos florecimientos.
Recuerdo una vez,
hace ya como once años, haber visto uno cuya pared de fondo no era
una pared, sino nada menos que la falda irregular del cerro con una
mano de pintura encima. Y costaba mil pesos, lo cual hace diez años
era una fortuna. No lo alquilé, por supuesto, pero nunca se me
olvidará. A raíz de lo mismo, recuerdo la irritación que sentí
alguna vez en la antesala de un notario, escuchando a otros clientes
disertar sobre las ventajas y desventajas de rentarle casas a los
estudiantes. “Es mejor porque se van”. “Pero es que luego
quieren muchos lujitos”. Ajá, pensé yo, como agua caliente,
ventanas que cierren, impermeabilización. Esos lujitos que
distinguen una casa de otras formas más precarias de guarecerse.
Lo que sin lugar a
duda es barato en Xalapa es la mano de obra. Los sueldos son tan
bajos que rayan en el insulto. Más agudamente se percibe un problema
común a todo el país, el de aquel sector de la población que está
empleado de tiempo más que completo, a cambio de un sueldo que no
alcanza a cubrir las necesidades vitales. Por no hablar del mito
romántico del estudiante universitario que se mantiene y paga sus
estudios trabajando part-time, utópico en la Atenas veracruzana,
donde un sueldo de medio tiempo no alcanza ni para fotocopias. Otra
ecuación curiosa entre las paradojas de esta ciudad es justamente la
que se establece entre bajos sueldos y transporte público carísimo.
Ocho pesos para un boleto de camión son muchos cuando el salario
mínimo (que mucha gente ni gana) apenas si llega a sesenta. La
calidad de la infraestructura urbana ya la hemos lamentado en posts
anteriores, desde La cara cambiante de Veracruz hasta
La fachada del Partenón.
La
comida, eso sí, es buena y barata en Xalapa. Las gordas gigantes y
los chiles rellenos de algunos mercados, así como las comidas
corridas de algunos amables restaurancitos, con sus frijoles olorosos
a epazote u hoja santa, pondrían nacionalista a cualquiera. Es más,
definitivamente en Xalapa muchos lugares baratos y de precio medio
son una opción mejor y más sabrosa que ciertos otros restaurantes,
adefesios pretenciosos y careros que rifan con cierta burguesía, la
que prefiere la ostentación del status quo
al sentido común del paladar. No todos le buscan lo barato a Xalapa,
en fin.
Probablemente
mejor fuera que nuestra ciudad de la flores, más que tener renombre
por ser barata, gozara de una reputación por calidad de vida, buenos
salarios, buena vivienda, buena y eficiente infraestructura. La
búsqueda de lo barato dejaría de tener sentido. Suena sensato, ¿no?
Sin embargo, por estos tiempos lo más sensato siempre es lo más
utópico.
2 comentarios:
Bueno en la ciudad de México aunque sale barato el transporte y es cierto es una de las ciudades mas baratas para vivir, es utopico tener un empleo de medio tiempo y lo barato sale caro en el tiempo que uno gasta en transpoortarse, horas de transporte perdidas colgado en algun pesero, por lo menos yo años busque ese chance de trabajar y estudiar y ha sido imposible y siempre he acabado perdiendo el semestre. Pero en este pais??? quien quiere un titulo en humannidades? jeje de que acabaras trbajando de promotor de marca en tienda a lo mucho departamental???
Mariana teofagia@hotmail.com
Creo que en cuanto a esa frase uno muchas veces decide buscar los precios mas baratos aunque muchas veces a largo plaza nos termina costando mas si son de mala la calidad lo que compramos. Por eso yo prefiero comprar cosas de calidad y buscar las ofertas como recientemente he comprado lg tv
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