27 de septiembre de 2010

Bicentenario y memoria veracruzana

Ante un contexto como el presente, ¿qué festejamos al decir "independencia"?, ¿cómo nos pensamos revolucionarios? Desde Veracruz, ¿qué celebramos?

Ishtar Cardona escribe un texto personalísimo en el que señala que la memoria de lo que somos se encuentra en constante construcción. No se trata de festejar lo que pasó, sino lo que podemos hacer que pase.

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Cosas tenedes, Cid, que farán fablar las piedras… Y tanto.

La construcción de nuestra pertenencia nacional y regional, los cantos a la Patria, la idea del amor al terruño: todo llamado a escena ahora que se festejan los siglos pasados sobre México, independiente, revolucionario, crecido en Estado Nación.

En Veracruz, como en tantos otros rincones de este suelo compartido, se reprodujeron los debates, las expectativas y los desencuentros que acompañaron el proceso del festejo. La creación de comisiones, la adecuación del calendario ordinario de festejos, el acoplamiento de los programas de actividades institucionales, las premiaciones, las publicaciones, todo ello se reprodujo en nuestro Estado a escala ajustada.

Y como sucedió en el resto del país, a la puesta en escena de esta primera parte de la celebración –nos queda por asistir al segundo y Revolucionario acto- le siguió la resaca. Y los cuestionamientos.

No quiero aquí caer en la reseña de la polarización que generaron las fiestas. Me basta decir que esta brecha se constituyó en acantilado que separó por un lado a quienes consideran deber patriótico agitar la bandera y tararear acríticamente al son de los desfiles, y por otro a aquellos que sintieron se escapó una oportunidad para preguntarnos, por más doloroso que esto resulte, cómo pueden caber en el mismo saco el orgullo de ser quiénes somos y la crítica a lo que también nos cruza y de a poco nos mata, cómo metemos en el mismo cajón de nuestra mexicanidad –y nuestra veracruzanidad- la creatividad y el desencanto, la música y la corrupción, la solidaridad y la violencia: cómo conciliamos nuestros extremos de demonios y maravillas. Y en estas puntas del acantilado no cuento a quienes sintieron que el contexto solamente les provocaba una punzada de vacío, un sinsentido que no se llenaba ni con pirotecnia ni con tablas gimnásticas. O a aquellos a quienes la frustración poco a poco se les va convirtiendo en rabia estéril sin respuesta.

Personalmente me coloco entre la perplejidad y la reflexión. Me sorprende que nos preguntemos tan poco cómo le hicimos para llegar donde estamos, para bien o para mal. Cómo nos hemos edificado, cómo apuntalamos vicios y cómo armamos nuestros propios subterfugios. Y también cómo seguimos dándole a la risa con el horror de frente y cómo nuestra mejor exportación –en los tiempos del mercado global- sigue siendo la imaginación y la memoria vueltos arte.

Creo que nos pensamos poco, y nos pensamos poco en conjunto.

Leo la lista de actividades que el Gobierno del Estado y el Gobierno Federal planearon a través de instituciones y comisiones para celebrarnos, y me queda la sensación de que a las actividades artísticas, culturales, académicas, deportivas de siempre simplemente se les agregó el adjetivo “bicentenario”. Pregunto a amigos y colegas, personas que ya sea por su profesión o por su disposición personal sé constituyen un variopinto público informado, si conocen el programa de los festejos, si estos festejos han tenido un impacto en su percepción, y la respuesta es deshilachada: saben de algunas actividades por sus mismas responsabilidades laborales, pero lo que escapa a su contexto inmediato lo desconocen.

Reviso en internet la lista de actividades por municipio. Aleatoriamente le doy clic a localidades de la Montaña, de la Huasteca, del Istmo. Estamos trabajando en el contenido de esta sección. Visítanos pronto. No sé si es consuelo, pero el mismo mensaje aparece para Veracruz y Xalapa. Leo los proyectos referentes a Patrimonio, Educación y Cultura, Pueblos Indígenas, Obras. Encuentro una lista de trabajos que hasta donde yo sé se encuentran detenidos, o han venido planeándose desde mucho antes de que se incluyera el Bicentenario en los planes de gobierno. Trabajos que deberían de ser obras regulares y no extraordinarias, y otros que deberían pensarse a largo plazo, proyectos de carácter transexenal. Reviso las bases de concursos enmarcados en los festejos. Me parecen poco claras al convocar tanto a ciudadanos de a pie como a instituciones que, me digo, deberían de tener un presupuesto asignado para desarrollar proyectos referentes a homenajear Independencia y Revolución. Y al mismo tiempo me digo que las mismas instituciones tienen que pelear los dineros para tratar de hacer algo, sobre todo tratándose de proyectos culturales.

Le doy una vuelta a los periódicos y me encuentro con reclamos porque esos dineros no llegaron a tiempo, Gritos deslucidos, festejos desalentados.

No se me malinterprete. No quiero tampoco hacer un listado plañidero. Pero quiero ver las cosas de frente. Quiero vernos. Creo que no nos hemos dado el tiempo suficiente para tomarnos una verdadera foto de familia. Vernos en conjunto, hablar de nuestros problemas, pero hablar de verdad. Si nos pensamos veracruzanos, saber que en ese paquete también están incluidos el camionero de Poza Rica y la tejedora de Cosoleacaque, el vendedor de cerveza de Tierra Blanca y el estudiante de Xalapa, la chava que sueña con salir en la sección de sociales del Puerto y el profesor de la telesecundaria en Tantoco, el boqueño que se fue a Los Ángeles y la señora que le regala lonches a los migrantes que pasan por Orizaba.

La memoria no es la que se contiene en los guiones hechos a la carrera para los desfiles y los discursos. La memoria no estuvo en festejos fallidos. Me parece que la memoria está en construcción, y la estamos construyendo ahorita. Entre todos. Y esa memoria dará cuenta de cómo, en un año de celebraciones, aquellos que se autollaman veracruzanos respondieron al desastre, a la pérdida de sus casas y propiedades o al pedido de ayuda de sus paisanos. La memoria dará cuenta de cómo nos narramos lo que sucedió, cómo nos contamos esa historia y en qué terminó el asunto. Si entre la fiesta y la desgracia la conciencia sintió que la llamaban y decidimos, por fin, saber quiénes somos. Decidir qué festejamos y cómo.

Tenemos cosas, y tantas, que de ello hablarían las piedras. Pero primero tenemos que hablarlo entre nosotros.

20 de septiembre de 2010

Intermedio


Décimas del Bicentenario. Grabación de Antonio Castro García realizada en Citlaltépec, en la Huasteca Veracruzana. El poeta Arturo Castillo Tristán declama décimas de su autoría acompañado por Lázaro López al violín.
http://www.culturatradicional.org/tierra/

Aprovechando este Intermedio, volvemos a señalar la importancia de ayudar donando para aliviar -aunque sea poco- la situación de los veracruzanos a los que, además de la contingencia de semanas anteriores, les cayó encima el huracán Karl: las zonas conurbadas del Puerto de Veracruz y sus municipios vecinos se encuentran en estado de emergencia debido al desborde de los ríos Cotaxtla, Jamapa y La Antigua.
La lista de los centros de acopio puede ser consultada en el Intermedio del 12 de septiembre pasado.

PRÓXIMO POST: Lunes 27 de septiembre.

13 de septiembre de 2010

La Festivalización de la Cultura: ¿Evolución o Involución?

Continuando con el diálogo sobre el estado de salud de los festivales culturales en Veracruz, Cándido Hernández contesta el texto de Christian Rinaudo y nos ofrece su mirada en tanto que músico participante en muchos de estos festivales, una mirada desde adentro y que es consciente de lo que dichos festivales significan para las ganancias de los músicos que en ellos se presentan.

Cándido es músico percusionista especializado en el estudio y ejecución de la percusión latina y étnica afrocaribeña. Ha estudiado con maestros nacionales, en Cuba y en África. Ha dirigido los grupos Combo Yambumba y Matombe, y ha colaborado con la Orquesta de Música Popular de la Universidad Veracruzana, la Orquesta Sinfónica de Xalapa y el grupo Los Cojolites entre otros.

Gracias, Cándido. Los mismos creadores son los que primero deben opinar sobre lo que ocurre con sus condiciones de trabajo y su campo de creación.

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Los festivales de Veracruz que cuentan con importante participación estatal como el Afrocaribeño, la Cumbre Tajín o el Carnaval tienen ya una presencia importante en el movimiento cultural del Estado. Sin embargo, las formas en que estos se han realizado y como se han modificado a lo largo del tiempo, nos hablan de cambios importantes que han sufrido desde su creación.

Es posible recordar el Carnaval de Veracruz de hace años con sus batucadas brasileñas y comparsas de cientos de gente bailando por el gusto de participar. Ahora escasamente persiste una comparsa de la vieja guardia: el Carnaval consiste principalmente en un desfile de camiones de Coca-Cola, Peñafiel, Marlboro y varias marcas de cerveza, lo cual ha erosionado el sentido popular y distorsionado la razón de ser de este evento.

Hablando de la evolución o degradación de los festivales veracruzanos, viene a la mente -por su franco declive a través de los años- el Festival Afrocaribeño que en su primera edición, en 1994, convocó a grupos del Caribe, Centro y Sudamérica con propuestas auténticas de música tradicional, de origen e influencia negros. Esta edición tuvo el apoyo federal de CONACULTA, así como la fuerte participación del gobierno del Estado. Durante sus primeras ediciones, los diversos grupos que se presentaron dejaron una experiencia de música y cultura auténticas; lejos del ámbito comercial y mediático que ahora suele tener este festival.

Sobre este festival, quisiera mencionar un evento ocurrido en la edición del año 2000 en Xalapa, el cual me parece influyó en el cambio de ruta del festival. En esa ocasión, un grupo de Santiago de Cuba sacrificó una gallina en el escenario de los Lagos, lo que conmocionó a los asistentes del evento y fue un suceso bien conocido en la ciudad, provocando que algunos grupos de padres de familia reclamaran públicamente lo ahí acontecido. Cabe mencionar que en los ritos afrocubanos que tienen que ver no sólo con su música y danza sino con su religión existen los sacrificios de animales, sin que esto fuese nunca frente a una audiencia o en un escenario, siempre en privado y dirigido por sus babalawos y santeros mayores.

No sabemos cuál fue la razón por la cual este grupo incluyó en su presentación el sacrificio cuando en Cuba mismo no sucede así. Sin embargo y a mi parecer, el incidente narrado anteriormente marcó un cambio radical en la programación de los años subsecuentes, pues en lugar de invitar a grupos de música tradicional ahora invitan orquestas de salsa de corte más comercial, como Willy Colón y Wilfrido Vargas, con lo cual este festival se aleja de las expresiones iniciales con las que este concepto inició.

La Cumbre Tajín es otro festival que ha modificado su ruta ampliamente y se ha convertido en un escenario de todo tipo de propuestas musicales que poco o nada tienen que ver con la cultura local, la cultura veracruzana o las expresiones vernáculas.

Sumado a lo anterior hay que considerar la notable disminución en el presupuesto cultural del Estado que se ha presentado durante los últimos años, lo cual ha resultado en la debilidad del festival frente a otros intereses, sean estos políticos o comerciales, los cuales han colocado en términos generales a los festivales en la disyuntiva de ser usados notablemente o desaparecer.

Sabemos, quienes nos dedicamos a las artes, que en los últimos años los festivales que realmente se preocupan por educar o difundir la cultura se realizan de manera independiente, muchas veces organizados por los mismos artistas. Puedo mencionar ejemplos como Raíces, Arte y Vida y los encuentros de Jaraneros del Sur del Estado en Playa Vicente o la Sierra de Soteapan. Estos eventos se realizan sin ningún apoyo institucional, ya que dichos apoyos tienen cada vez más condiciones políticas a la cuales no quieren someterse la mayoría de los artistas-organizadores. Esto pese a la difícil situación económica en la que generalmente se encuentran y a la falta de apoyo para las propuestas auténticas que de todos modos les cerrarían las puertas ante el financiamiento estatal.

La solución sería pues lograr que los festivales se independicen de la política, ya que las propuestas artísticas de calidad existen y están esperando una mayor difusión; sin olvidar que una de las funciones del arte y la cultura consiste en ser un termómetro y un catalizador de la situación social de una nación, puesto que las expresiones surgidas del consenso resultan auténticas, libres y honestas muestras de una parte de la sociedad.

12 de septiembre de 2010

Intermedio (de emergencia)


Los portales del zócalo de Tlacotalpan anegados (Foto: European Pressphoto Agency)


Inundación de la serie "La jarana de Mario". Grabado de Alec Dempster (serie de hace algunos años e imagen que publicamos en abril del 2009 en este blog: la cosa se repite)

Este post es un llamado a ayudar a las personas damnificadas a causa de las recientes lluvias e inundaciones que han afectado los estados de Chiapas, Oaxaca, Tabasco y Veracruz.

Somos conscientes de que la donación no es más que un paliativo, que el desastre se construye históricamente, y que mientras no seamos vigilantes del uso de los recursos que deberían ser destinados a la mejora de la infraestructura hidráulica (y de todo tipo), este tipo de situaciones seguirán ocurriendo. No podemos permitir que la caridad sustituya a la responsabilidad gubernamental (y social).

Sabemos asimismo que donar se ha tornado un trabajo de Sísifo: apenas donamos para aliviar una tragedia, ya nos atropelló una nueva solicitud de ayuda. Ahora se trata de Veracruz y hermanos que lo acompañan. Con todo y lo anterior, creemos también que ante ciertos vacíos institucionales, la acción civil organizada puede ayudar a que los afectados atraviesen este momento con un poquito más de comodidad. Hagamos un esfuerzo, por simpatía, por gratitud, porque sí... Porque el lazo horizontal entre ciudadanos puede devenir toma de conciencia cívica.

Por eso apelamos a la solidaridad de nuestros lectores. Donen. Ha llegado muy poquita ayuda a los centros de acopio. La lista de alimentos y productos de higiene que se solicitan es la siguiente:

Agua embotellada, Latas de Atún o Sardina, Sopa de pasta, Consomé en polvo, Frijol en lata o en granos, Lentejas, Arroz, Verduras enlatadas, Chiles enlatados, Puré de tomate, Aceite, Azúcar, Café soluble, Sal, Mermelada, Mayonesa, Pañales para bebé, Toallas femeninas, Papel higiénico, Medicamentos no caducos, Cobijas.

Incluimos una lista somera de puntos donde puede ser depositada la ayuda:
La Cruz Roja en todo el país está recibiendo donaciones a través de sus delegaciones y mediante la cuenta bancaria Bancomer número 0404040406 Sucursal 683.

En Veracruz, se reciben despensas en el DIF de Xalapa, y en todos los campus de la Universidad Veracruzana.

El grupo Estanzuela de Tlacotalpan está vendiendo de una grabación inédita para apoyar a los damnificados de su ciudad. La solicitud de compra se realiza en http://www.grupoestanzuela.com/es/

En el Distrito Federal se reciben las donaciones en la sede nacional de la Cruz Roja Mexicana, Juan Luis Vives no. 200, colonia Polanco.

En el Centro Cultural y Social Veracruzano A.C., Miguel Ángel de Quevedo no. 687, colonia Cuadrante de San Francisco, Coyoacán.

En la Representación del Estado de Veracruz, Marsella no. 77, colonia Juárez, entre Havre y Niza, a dos calles de la Glorieta del metro Insurgentes (abierto las 24 horas).

En la sede de la Secretaría de Protección Civil, ubicada en Avenida Patriotismo no. 671, colonia San Juan.

En la Dirección General de Emergencias Mayores, situada en Avenida Periférico Sur 2769, colonia San Jerónimo Lídice.

Éntrenle a ayudar. A muchos soneros, artesanos y pensadores jarochos -entre otros muchos damnificados- les tocará algo de la ayuda que mandemos todos.

6 de septiembre de 2010

Intermedio


(Diálogo entre Memo Salamanca -ya también fallecido- y Andrés Alfonso. Corte del documental Grandes de Tlacotalpan. Entre décimas y sones producido y distribuido por Ediciones Pentagrama, México 2007)

El pasado lunes 30 de agosto falleció en el Puerto de Veracruz el arpista Andrés Alfonso. Nacido en 1922 en Tlacotalpan, Andrés Alfonso Vergara resulta una figura esencial para entender el desarrollo del son jarocho a lo largo del siglo pasado.

Músico de la época de folklorización del son, desde su llegada a la Ciudad de México en 1943 participa en varios conjuntos como Los Cardenales, El Conjunto Tlacotalpan, El Conjunto Tierra Blanca, Los Costeños y el Conjunto Medellín. Participa en la campaña presidencial de Miguel Alemán, y se le atribuye el arreglo y popularización de la Bamba como emblema sonoro de dicha campaña, así como la modificación del arpa jarocha; de la antigua, pequeña y de registro corto, a la grande, de registro amplio y que se toca de pie.

Andrés Alfonso acompañó a interpretes de la Época de Oro del cine nacional, participó como músico de cuadro en algunos de los primeros programas de la televisión mexicana, fue arpista del conjunto musical del Ballet de Amalia Hernández, funge como arpista oficial de algunas administraciones municipales del Estado y finalmente se dedica a la enseñanza. También participa de la reactivación del son jarocho tradicional iniciada a principios de los años ochenta y junto con el Grupo Mono Blanco graba el disco Soneros Jarochos en 1990. Otro disco en el que se puede apreciar la calidad musical de Don Andrés es Folklore Mexicano, Vol.II, Antología del Son Jarocho (Grabación y notas de Raúl Hellmer, Discos Musart, ca. 1958 -aunque se dice que las grabaciones en realidad datan de 1963), del cual reproducimos aquí El Fandanguito, con voz y arpa de Andrés Alfonso acompañado por Julián Cruz Figueroa en la respuesta y la jarana tercera.
Descanse en paz Don Andrés Alfonso.