29 de abril de 2013

Imágenes literarias del nacionalismo mexicano IV


Continuamos con la cuarta entrega del texto Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera de Caterina Camastra. 

Este texto fue publicado en el libro Liberty, liberté, libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones coordinado por Alberto Ramos Santana y Alberto Romero Ferrer y editado por la Universidad de Cádiz, 2010. 

En la construcción de la figura de la china poblana percibimos elementos que comparte con otro tipo nacional, mas no mexicano: la maja española. Las similitudes no son casualidad. De la misma forma, esta construcción femenina requiere su contraparte masculina. Así, en la obra de Prieto encontramos al antecedente del tipo nacional mexicano por excelencia: el chinaco del cual derivará el charro. 
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Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera 
Caterina Camastra
 

(CUARTA DE SEIS ENTREGAS)




El atuendo de la china celebrado por Prieto forma parte de un ajuar más amplio, que implica la idea de una mujer humilde pero hacendosa, capaz de tener lo suyo, como se dice coloquialmente en México, y atenta al cuidado de su casa tanto como al de su persona. Tal ajuar sale a relucir en el «Romance de la Migajita», en el dramático pregón con que lamenta la muerte de su amado Ronco:



Vendan mis aretes de oro,

mis trastes de loza fina,

mis dos rebozos de seda

y el rebozo de bolita;1

vendan mis tumbagas de oro

y de coral la soguilla,

y mis arracadas grandes

guarnecidas con perlitas;

vendan la cama de fierro

y el ropero y la camisa,

y entierren con lujo a ese hombre

porque era el amor de mi vida;

que lo entierren con mi almohada

con su funda de estopilla,

que pienso que su cabeza

con el palo se lastima.2



En la siguiente escena, del romance «Pepa y el Tuerto», el temperamento apasionado de la china muestra su faceta más fiera y combativa:



Con el rebozo al desgaire

dejando desnudo el seno,

recogido bajo el brazo

y libre campeando el cuerpo,

descubierta la cabeza,

ardiendo los ojos negros

y flotando las enaguas

como en riña con el viento,

armando zambra la chancla

va Pepa tras de su Tuerto,

moviéndole tal reyerta,

diciendo tales dicterios,

que se teme de sopapos

furibundos aguaceros.3



Es de notar que el personaje de la china poblana guarda una innegable similitud y parentesco con otro, también representación de un nacionalismo apoyado en los tipos populares: la maja española4. Aparte las correspondencias entre las prendas de vestir (el mantón y el rebozo, la enagua y el guardapiés), son análogos los caracteres orgullosos y peleoneros. Entre los cientos de ejemplos que se pudieran sacar a colación, escojo al azar a un personaje de una obra teatral que se encuentra en un manuscrito conservado en el Archivo Histórico Municipal de Cádiz, sin indicación de autor ni título. El tipo de letra sugiere que se trata de un documento de finales del siglo XVIII. La maja, vendedora de dulces, está terminantemente segura y consciente de su valor: «una maja de mi brío, / de mi garbo y gentileza»5. Desde esa posición de orgullo bien plantado arremete en contra de un cliente insolvente:



¡Qué buelta, ni qué demonio!

Digo, ¿a mí con cuchufletas?

No quiera usted que el canasto

se lo encaje en la cabeza,

acá no se emboque usted,

que tengo poca paciencia.6



Con igual brío e ímpetu la maja amenaza a un pretendiente indeseado:



Digo, no me toque usted,

porque yo no soy vihuela.

[...]

¿Qué pone usted que las muelas

tiene que irlas a buscar

su medio quarto de legua?7



Una de las chinas de Musa callejera da muestra de un temperamento parecido al rechazar las propuestas de un aborrecido francés, en un poema con el elocuente título de «Patria y amores». Noténse las oposiciones lingüísticas entre el habla ridícula del francés y el lenguaje orgullosamente mexicano de la china:



Mua te compra tu pulquit

y te da tu frecolito.

Y yo a tí, francés maldito,

te hartaré de rejalgar [sic].

Que más quiero al chinacate8

que mi alma gobierna y manda,

con su jarano y su banda,9

que a todo el trono imperial.10



El chinacate, o chinaco, es el compañero de la china. La cualidad de figura patriótica del chinaco en el discurso del autor es realzada en «Patria y amores» por la oposición con el francés maldito: quien gobierna y manda en el corazón de la china, símbolo de la conciencia nacional, no es el trono imperial, sino el hombre mexicano. La connotación nacionalista del término aparece en otra composición del poemario, «16 de septiembre en el cielo», que celebra la independencia mexicana utilizando un recurso temático típico de la poesía popular hispana: la humanización de los santos. El paraíso retratado se vuelve espejo de la política internacional del momento:



Dinos, Miguel, si tú sabes

qué es lo que pasa por México,

que hay una bulla del diablo,

salvas y repique al vuelo.

Señor, es porque celebra

mi patria su alumbramiento

de independencia sublime

y de libertad del pueblo.

Pues les sobra la justicia –,

dijo entusiasta San Pedro.

San Miguel se mordió el labio,

San Fernando torció el gesto,

frunció San Roque las cejas,

que es muy servil palaciego.

Pero toda la chinaca11

de santos de medio pelo,

mandó destapar botellas

y se abandonó al contento12.



Sin embargo, a lo largo del poemario la palabra que más aparece para designar a la pareja de la china, es decir, al hombre mexicano del pueblo, no es chinaco, sino lépero. La inversión simbólica que proyecta una serie de cualidades positivas sobre la mujer, erigida a alegoría de la patria, no es tan fuerte sobre su compañero, por lo menos en Musa callejera. Pese a esto, el lépero sí participa del proceso de simbolización protagonizado por su compañera. En él va tomando forma, por ejemplo, aquella peculiar «fanfarronería mestiza» que Pérez Montfort identifica como propia de las canciones que en el siglo XX pretenderán estereotipar «el alma del pueblo»13. El poemario de Prieto está salpicado de afirmaciones análogas a las siguientes en boca de sus protagonistas masculinos:



Lo ves, ni soy ostentoso,

ni me parto a troche moche

con cualesquier jactancioso:

soy como mula de coche,

fierito pero corrioso.14



Soy más pelado que un hueso,

tiene más jugo la yesca;

mas no me asusta el trabajo,

gozaré de lo que tenga,

porque soy rete-hombrecito

para luchar con las penas

y el mar no me espanta nunca,

por más revuelto que venga.15





 NOTAS

1 «Rebozo. Chal, paño o pañolón que cubre los hombros y que usan mucho las mujeres de la clase media y pobre, sobre todo en el interior, donde es típico. Se fabrica de clases primorosas y finísimas, en seda, lana y algodón. Son famosos los de Santa María, en San Luis Potosí y los del Bajío. [...] Nació el uso de esta voz en los tiempos coloniales» (Francisco J. Santamaría, op. cit.). La expresión rebozo de bolita, como me explicó un artesano de Santa María del Río, se refiere a la técnica de teñido de los hilos. Antes de sumergirlos en color, los manojitos de hilos se anudan a intervalos más o menos regulares: la zona blanca que queda en las hebras, al desatar los nudos después del teñido, es la bolita, que se vuelve parte del diseño característico del tejido.

2 Guillermo Prieto, «Romance de la Migajita», op. cit., p. 61.

3 Guillermo Prieto, «Pepa y el Tuerto», op. cit., p. 117.

4 “En otros países hispanamericanos llamaban chinas a las mujeres que en España denominaban chulas o manolas” (Francisco J. Santamaría, op. cit., s.v. chino).

5 Archivo Histórico Municipal de Cádiz, Teatros (14.15.1), caja 6983, exp. «Obras», fol. 7v.

6 Ibid., fol. 20r.

7 Ibid., fols. 9v-10r.

8 «Chinacate. Individuo de la chinaca». «Chinaco. Lo mismo que chinacate, y más usado» (Francisco J. Santamaría, op. cit.). Véase también la nota 34.

9 «Jarano. Sombrero de fieltro, de copa alta y ancha ala, generalmente galoneado y con cordón rematado en borlas. [...] En el interior más comúnmente charro» (Francisco J. Santamaría, op. cit.).

10 Guillermo Prieto, «Patria y amores», op. cit., p. 213.

11 «Chinaca. (Del mexicano xinaca, ‘desnudo’. [...]) Familiar. Gente desharrapada. Dióse este nombre por desprecio a las guerrillas liberales o gavillas de gente de toda broza, no uniformada» (Francisco J. Santamaría, op. cit.)

12 Guillermo Prieto, «16 de septiembre en el cielo», op. cit., p. 156.

13 Ricardo Pérez Montfort, Avatares del nacionalismo cultural, México, CIESAS, 2000, p. 58.

14 Guillermo Prieto, «Quintillas», op. cit., p. 59.


15 Guillermo Prieto, «Romance leperusco», op. cit., p. 84.

22 de abril de 2013

Intermedio

Va por las Patronas...

En estas páginas ya hemos narrado en varias ocasiones el trabajo de las Patronas de Amatlán, Veracruz; colectivo de mujeres que se han organizado desde 1995 para dar de comer a los migrantes que pasan a lomos de la Bestia, el tren que conecta la frontera sur con los caminos del norte.

Desde su comunidad, desde sus acciones ellas generan el contrapeso al maltrato sistemático que se ejerce en nuestro país hacia los migrantes centroamericanos.

Este sábado 20 de abril recibieron el Premio Nacional de Derechos Humanos Sergio Méndez Arceo (no confundir con el premio que da la Presidencia de la República).

El premio les fue dado por  la Fundación Sergio Méndez Arceo y lo recibieron de manos de Javier Sicilia, galardonado el año pasado.

En el Observatorio no tenemos palabras para describir nuestra admiración por la labor, sencilla y al filo siempre, que hacen estas mujeres.

En noviembre de 2011, como consignamos en este blog, se llevó a cabo un evento llamado Va por las Patronas, organizado para juntar alimento, agua, materiales necesarios para seguir atendiendo las necesidades de los viajeros que pasan por Amatlán. Subimos un video de esa jornada y nos felicitamos por la existencia de las Patronas.








16 de abril de 2013

Imágenes literarias del nacionalismo mexicano III

Continuamos con la tercera entrega del texto Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera de Caterina Camastra.

Este texto fue publicado en el libro Liberty, liberté, libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones coordinado por Alberto Ramos Santana y Alberto Romero Ferrer y editado por la Universidad de Cádiz, 2010. 

De imagen de la resistencia nacional frente al invasor francés, a su rechazo por parte de las élites, la china poblana contiene en sí la contradicción de los símbolos que pregonan "patria" pero construyen "diferencia / desigualdad".

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Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera 

Caterina Camastra

(TERCERA DE SEIS ENTREGAS)
 


 
La sátira en contra de la presencia francesa en México es uno de los hilos conductores de Musa callejera. En la siguiente «Letrilla» (título usado por el autor para varias de estas composiciones, enfatizando su buscado parentesco con las formas de la lírica popular) el blanco de la crítica es el entreguismo de algunos sectores de la población mexicana, personificados en un padre que entrega a su hija al invasor:

Ya el francés manda en la casa
y le quitan los sombreros;
-¡Cosas de los extranjeros!-
dicen cuando se propasa.
Come el güerito sin tasa,
y, cuando piensan que yerra,
exclaman: -¡Si por su tierra
son las cosas al revés!
Ya vino el güerito, me alegro infinito,
ay, hija, da gusto, da gusto al francés.1

En otra «Letrilla», el mismo entreguismo es representado por la mujer que adopta la moda francesa con la esperanza de hacerse notar por los soldados. Implícitamente, esta mujer fea es la antítesis de la hermosa china. El tiránico corsé es una variación sobre el tema de las cárceles de lienzo y el corpiño que ya encontramos en «El túnico y el zagalejo», y la sombrilla deslustrada se contrapone al brillo de las lentejuelas:

Esa regorda maldita
de barriga de Bombé,
que se pirria por los zuavos
y por el sombrero al tres,
de sombrilla deslustrada,
de tiránico corsé,
que le toca en los cuadriles
y que le aprieta la nuez,
que pasa entre los cuarteles
en las puntas de los pies,
ésa sí se desmorece,
delira por el francés.2

Las referencias al atuendo de la china poblana, radicalmente contrapuesto a éste, son numerosas y constantes a lo largo del poemario. En particular, el calzado y el borde de la falda, y con ellos los pies de la mujer, ejercen un especial atractivo para la mirada del yo poético:

Zagalejo de mascadas
con sus vivos de listón,
con las puntas enchiladas3
y zapatos sin tacón.4

Bajo el ruedo de la enagua,
haciendo juegos como agua,
vieras tú
unos breves piececitos
que al agitarse expeditos
brotan luz.5

Hay que decir que la valoración de la china poblana y su atuendo no ha sido siempre igual a lo largo de la historia. Tan sólo pocas décadas antes de la publicación de Musa callejera, en 1841, Madame Calderón de la Barca cuenta que, en ocasión de un baile de disfraces durante su estancia en México, su intención de acudir en traje de china poblana estuvo a punto de provocar un verdadero incidente diplomático:

We had a concourse of Spaniards, all of whom seemed anxious to know whether or not I intended to wear a Poblana dress at the fancy ball, and seemed wonderfully interested about it. [...] Shortly after came more visits, and just as we supposed they were all concluded, we were told that the secretary of state, the ministers of war and of the interior, and others, were in the drawing-room. And what do you think was the purport of their visit? To adjure me, by all that was most alarming, to discard the idea of making my appearance in a Poblana dress! They assured us that Poblanas generally were femmes de rien, that they wore no stockings, and that the wife of the Spanish minister should by no means assume, even for one evening, such a costume6 .

La experiencia de Frances Calderón de la Barca toca un punto neurálgico en México y dondequiera: las cuestiones relativas a las diferencias de clase social y a las valoraciones simbólicas que entrañan en diferentes momentos históricos. “Determinados atuendos populares no podían recibir el beneplácito de sectores aristocráticos”, señala Pérez Montfort7. Nótese, por supuesto, el francés usado por los escandalizados dignatarios: todavía no llegaba el sentimiento antifrancés desencadenado por la intervención. El tono combativo del poema de Prieto, por su parte, se explica también por el contexto político y cultural inmediato, no sólo retrospectivo, del momento en que Musa callejera se publica: las relaciones con Francia se habían reanudado en 1880. El porfiriato, de hecho, se distinguió por el renovado impulso dado al afrancensamiento de la sociedad en todos los campos de la vida cotidiana. 



NOTAS
 
1 Guillermo Prieto, «Letrilla», op. cit., p. 123.

2 Guillermo Prieto, «Letrilla», op. cit., p. 137.

3 Alusión a un tipo peculiar de bordado, como se aclara en pasaje que sigue, que cito extensamente por su pertinencia al tema del presente artículo. La visión de Guillermo Prieto pertenecía a un clima cultural compartido por otros escritores, como se aprecia en la coincidencia puntual de los elementos característicos de las chinas de Musa callejera con la figura detalladamente descrita a continuación: “La China es una criatura hermosa, de una raza diferente de la india: su cutis apiñonado, sus formas redondas y esbeltas, su pie pequeño. Se visten una enagua interior con encajes o bordados de lana en las orillas, que se llaman puntas enchiladas; sobre esa enagua va otra de castor o seda recamada de listones de colores encendidos o de lentejuelas; la camisa es fina, bordada de seda o chaquira, y deja ver parte de su cuello, que no siempre cubre con el rebozo de seda que se echa al hombro con sumo despecho y donaire. La china no deja de encerrar su breve pie en un zapato de raso; sabe lavar la ropa con perfección, guisar un mole delicado, condimentar unas quesadillas sabrosísimas y componer admirablemente el pulque con piña y almendra o tuna; no hay calle por donde no se vea, airosa y galana, arrojar la enagua de una acera a otra; y en el jarabe, baile tan bullicioso y nacional, cautiva con sus movimientos lascivos, con la mirada de sus pardos u oscuros ojos. Su cabello negro está graciosamente ondulado, y de ahí les ha venido sin duda el nombre. Su carácter en lo general es desinteresado, vivo, natural, celoso y amante de su marido” (Marcos Arróniz, Manual del viajero en México, París, Librería de La Rosa y Bouret, 1858, pp. 137-138). Nótese, además, que ya desde el siglo XIX esta imagen de la china poblana constituía un producto de exportación, el germen de un atractivo turístico.

4 Guillermo Prieto, «Canción leperusca», op. cit., p. 127.

5 Guillermo Prieto, «A Joaquín Escoto. (De mi cuerda.)», op. cit., p. 179.

6 Frances Erskine Inglis (Mme Calderón de la Barca), Life in Mexico during a Residence of Two Years in That Country, Boston, Charles C. Little and James Brown, 1843, pp. 116-117. 

7 Ricardo Pérez Montfort, op. cit., p. 138.

8 de abril de 2013

Intermedio

En este Intermedio vamos a hacerles una invitación no solamente para leer, sino para acudir, escuchar, bailar, ver...

El próximo sábado 13 de abril se llevará a cabo la Fiesta de Huapango dedicada al Maestro David Celestinos, fundador del Patronato Pro Huapango y Cultura Huasteca A.C. y de la Fiesta Anual del Huapango de Amatlán, Veracruz.

El Maestro Celestinos, nacido en 1933 en Tampico, fue nombrado en enero Creador Emérito 2013 por el Gobierno del Estado de Tamaulipas como creador interdisciplinario. Artista visual, documentalista y promotor de la cultura huasteca, ha sido uno de lo motores de las huapangueadas en la región durante los últimos cuarenta años. En 1990 fundó la Fiesta del Huapango Encuentro de las Huastecas de Amatlán, Veracruz.




En su honor se realizará una fiesta con sones y huapangos huastecos en la explanada del Monumento a la Revolución en la Ciudad de México. La fiesta dará inició desde las 10 hrs. y será transmitida vía internet a partir de las 12 hrs. por Radio México.

Subimos un video del canal youtube Huapango Amatlán Veracruz. La Prietita Clara con el Trío Soraima y sus Huastecos (violín: Ivan Galindo Linares, jarana: Soraima Galindo Linares, huapanguera: Ponciano Santiago Fajardo Hernández) grabado en 1995. Huapango incluido en el material discográfico editado para el Décimo Aniversario de la Fiesta, "Los Caminos del Huapango... Antología de los 10 Años de la Fiesta Anual del Huapango".


1 de abril de 2013

Imágenes literarias del nacionalismo mexicano II

Continuamos con la segunda entrega del texto Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera de Caterina Camastra.

Este texto fue publicado en el libro Liberty, liberté, libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones coordinado por Alberto Ramos Santana y Alberto Romero Ferrer y editado por la Universidad de Cádiz, 2010. 

En esta segunda entrega Caterina nos narra uno de los puntales del mito de la china: la historia de Catarina San Juan, la famosa "china poblana", a la vez que articula el análisis de las caracterísiticas de este estereotipo en formación con lo que es visible de su personaje: el atuendo, "nacional", "inocente", frente a las modas "enajenantes" europeas. 

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Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera 

Caterina Camastra

(SEGUNDA DE SEIS ENTREGAS)








Existe otra historia, más fantasiosa e imbuida de romántico exotismo, según la cual la primera china poblana no era ni china ni poblana, sino una bellísima princesa hindú, Mirra, raptada en el siglo XVII por piratas a veces portugueses, a veces ingleses, quien llega a Puebla pasando por Filipinas y es bautizada como Catarina de San Juan. Pese a su excepcional belleza lleva una vida de ejemplar beatitud cristiana y muere en olor de santidad. Parece paradójico que un símbolo nacional incluya una leyenda de fabulosos orígenes extranjeros, o tal vez no lo es tanto en un país creado sobre bases plurales y diversas,. También llama la atención que de beata angelopolitana (hasta la fecha, el imaginario coloquial mexicano identifica a Puebla de Los Ángeles como la ciudad de los santurrones), la china pase a ser un ícono de desenvoltura y seducción. «El salto entre la china poblana originaria y la mujer mexicana típica, coqueta y libre, conocida también como china, se daba precisamente en el contraste entre la vida abierta y sin prejuicios de esta última y la dimensión ejemplar de la primera»1. Sin embargo, sabemos que ésos son los extremos simbólicos en que nuestra cultura compartida de siglos inscribe la feminidad, siempre susceptible de un tropezón a pasar de santa a mujer alegre.

Finalmente, insisto, más que la fantástica leyenda de Mirra (que tiene todos los visos de responder a una búsqueda de orígenes nobles y morales para un mito que, al mismo tiempo, se quiere popular) me parece creíble el origen de china como mestiza. Aparte de su raza, belleza y salero, la china conlleva otra característica fundamental: el atuendo. Volvamos al poema de Prieto, que al insurgente castor de la primera estrofa añade más detalles:

Era un bello firmamento
de lentejuelas de plata,
era el manto de escarlata
de las reinas del amor.
Era la china garbosa,
la linda china poblana
sobre la nube de grana
de su enagua de castor.2

¿Quién es esa mustia chica?
¿Es vestido o es sotana,
es corpiño o es aduana
esa parte superior?
¡Maldita moda, maldita!
Rompan el corpiño, chinas,
les van a dar las anginas,
venga el hermoso castor.


[...]


Por Dios, ¿quién sufre un embudo
de lienzo? ¿una linda china
a quien el cielo destina
al aire libre, al amor?
Esas cárceles de lienzo
sirvan a la aristocracia;
pero a las chinas la gracia
y la enagua de castor.


[...]


En buenhora los telones
para la pata extranjera,
y una lancha cañonera
para cada pie invasor...
Mas que bañe la luz pura
los encantos soberanos
de los piecitos poblanos3
con la enagua de castor.


Era linda una garganta
de contornos celestiales,
entre perlas y corales
proclamando insurrección.
¿Por qué un rostro tan divino
sobre un saco penitente?
Vístase como la gente,
con la enagua de castor.4

La libertad de movimiento y de seducción que conlleva el atuendo de la china se relaciona con la liberación del país de las costumbres extranjeras impuestas por invasión (en los intelectuales como Guillermo Prieto es reciente el recuerdo de la intervención francesa de 1862 y la subsecuente fugaz presencia de Maximiliano de Habsburgo, de 64 a 67, que recibió el pomposo nombre de imperio). El campo semántico del orgullo rebelde une a la mujer del pueblo y su traje típico con el destino de la nación: el insurgente castor que se opone a cárceles de lienzo, los collares que adornan el provocativo escote están proclamando insurrección. El yo poético asume el papel de quien grita consignas subversivas: rompan el corpiño, chinas


NOTAS
 
1 Ricardo Pérez Montfort, « La china poblana. Notas y breve crónica sobre la construcción del estereotipo femenino nacional », en Expresiones populares y estereotipos culturales en México. Siglos xix y xx. Diez ensayos, México, CIESAS, 2007, p. 134.

2 «Enagua. (Del haitiano nagua). Ésta es la forma castellanizada más común para llamar la prenda de vestir femenil, que no es, por cierto, la que va debajo de la falda, verdadera saya, sino la que va encima [...]. Lo de las enaguas es puro academismo. El término popular legítimo y auténtico americano es nagua» (Francisco J. Santamaría, op. cit). Cabe destacar el recurso a la idea de lo popular como autorización y validación en el discurso del autor de este diccionario, que puede hacernos refleccionar acerca de la elección de términos del mismo Prieto.

3 «Piecito. Diminutivo mal formado de pie, en vez de piececito» (Francisco J. Santamaría, op. cit).

4 Guillermo Prieto, op. cit., pp. 37-38.