Bloguero invitado: Christian Rinaudo
En primer lugar, quería agradecer a los autores de este llamado “Observatorio Cultura Veracruz” por su iniciativa y la cualidad de sus reflexiones sobre “esa cosa llamada cultura…”, y de quienes soy desde entonces un fiel lector.
Para comentar esta entrada sobre el peso excesivo de la difusión artística en las políticas culturales, yo diría, siguiendo la línea de pensamiento de los autores, que sin este equilibrio entre difusión, educación cultural de proximidad y ayuda a la creación, toda política cultural corre el riesgo de transformarse en un simple elemento de marketing territorial y político.
Marketing político, en tanto se organizan eventos culturales institucionales –como señalan los autores- sin que exista la preocupación suficiente sobre su recepción por parte del público, ni sobre la formación que éste pueda tener para apreciar el contenido de lo que se le ofrece, corriendo así el riesgo de dar mayor relevancia a la promoción de la acción política a partir de la cultura, en detrimento de una verdadera política cultural.
Pero al hablar de marketing político, también estamos hablando del trabajo de construcción y de difusión de una imagen de la colectividad hacia un público escogido. El problema, en términos de políticas culturales, reside en el hecho de que este trabajo se encuentra sometido a un imperativo de “recepción” que no es compatible con la creación cultural cuya vocación es más bien de mantener una relación crítica con las normas artísticas y sociales. Al contrario, en el caso de la construcción de esta agenda cultural por parte de las instituciones, encontramos que la imagen a proyectar debe ser positiva, atrayente, consensual, dinámica. Al mismo tiempo, debe de generar sentido, de forma amplia, en un público fuera de lo local.
Esta política de la imagen se afirma en correspondencia, en un mundo cada vez más globalizado, con las lógicas del desarrollo y de la transformación de la industria turística. El relanzamiento de las manifestaciones folclóricas, la elaboración de mitos locales, el entrelazado de un repertorio de símbolos culturales con fines turísticos son iniciativas que sirven como ejemplo de una puesta en escena del patrimonio cultural.
En otro registro, los festivales internacionales, las bienales y otros eventos culturales o festivos son apoyados por las administraciones locales dado que contribuyen a crear un conjunto de imágenes para representar una identidad local. En Francia por ejemplo, grandes manifestaciones culturales como las Jornadas de Nantes, la Fiesta des Sudes en Marsella, las Bienales de Lyon (arte contemporáneo y danza), el Festival Interceltico del Lorient, pero también ciertas fiestas populares promovidas por las administraciones y desde hace algún tiempo organizadas por las oficinas de turismo como las ferias de Nîmes y de Arles, las fiestas de Bayonne y los grandes carnavales urbanos como los de Dunkerque y Niza participan de esta dinámica. Desde este punto de vista, sin una política cultural equilibrada, Veracruz, como tantas otras localidades en el mundo, corre el riesgo de no ser vista más que como un destino turístico sobre el cual se vende publicidad a los mismos mexicanos y a los extranjeros. Desde el ángulo opuesto, Veracruz podría dejar de ser sujeto de las veleidades administrativas y constituirse como un verdadero polo cultural, manteniendo una rica y compleja relación, dinámica y por fuerza en tensión, entre educación, creación y difusión cultural.
1 comentario:
Hola:
Considero que en la zona centro la difusión cultural que se hace es muy poca y se maneja unicamente como zona turistica y en lo cultural es muy escaso, en la zona sur-sureste con el movimiento de son jarocho se esta rescatado de manera impresionante el valor cultural y en la zona norte con el son huasteco, se trasciende a fronteras nacionales e internacionales. Sería bueno porner mas atención en la zona centro para hacer conciencia sobre todo en lo jovenes para impulsar el rescate de la riqueza cultural con que se cuenta.
Ing. Alberto Ochoa
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