Segunda de dos partes partes.
Los puntos mencionados anteriormente son elementos generales que consideramos fundamentales para el funcionamiento de esta ley. Asimismo, no queremos dejar de puntualizar algunos aspectos específicos que consideramos nodales en la creación de este instrumento jurídico.
• Pensamos que las nociones de patrimonio y tradición que derivan del pensamiento nacionalista post-revolucionario, las cuales se refieren esencialmente al catálogo de monumentos históricos o de expresiones folclóricas, deben ampliarse. Creemos necesario mirar al presente más allá de los alabastros y tarjetas postales, pues todos los días vivimos y construimos expresiones simbólicas, las cuales son susceptibles de transformarse en memoria cultural, y por lo tanto en tradición. Es decir, de convertirse en un referente cabal del colectivo humano que lo produce y lo reproduce. Sabemos que la edificación social y orgánica de una tradición implica largos periodos de tiempo, aún más para ser considerado patrimonio. Sin embargo, la noción de patrimonio con la que se elabore esta ley debe ser abierta, flexible y capaz de identificar las manifestaciones y espacios que por su relevancia cultural puedan fungir como tal, reconocerlos y establecer mecanismos para su preservación.
• Otro asunto fundamental se refiere a la producción artístico-cultural y los individuos o colectivos que la ejercen. A pesar de las posibilidades de establecer nuevos diálogos con entornos propios y ajenos que la obra artística nos puede brindar, a pesar de la admiración que se le pueda profesar al productor cultural en razón del valor simbólico de su oficio, es bien sabido que las condiciones de vida de estos productores distan mucho de ser óptimas, y en consecuencia del desarrollo histórico de las tareas creativas, al creador cultural se le otorga hoy en día un lugar marginal y poco claro en la estructura social. Por lo tanto, creemos que esta ley puede convertirse en el marco ideal para reivindicar el trabajo artístico. Con esto, hablamos de la posibilidad de ejercer los derechos que históricamente se han ganado los trabajadores: seguridad social, contratos dignos, regímenes fiscales claros que observen las características particulares del trabajo artístico –intermitencia, contratos cortos- así como la completa libertad de expresión en su labor creativa.
• Por otra parte, creemos que también esta ley puede devenir el espacio para establecer los deberes de estos creadores y que correspondan de forma clara y reglamentada al desarrollo económico y social del país con sus tareas creativas.
• Además, en tiempos de economía de libre mercado, apoyamos una clara reglamentación de la participación del sector privado en las artes, sea como contratista, mecenas o productor cultural. Mientras más claro sea el marco fiscal de acción de este sector, mayor y más eficaz será su inserción en las actividades artístico-culturales.
• Otro punto que consideramos que debe volverse más visible en la iniciativa que nos ocupa, es la preservación de la memoria histórica documentada, así como la amplia necesidad que existe en el medio de conocer y sistematizar las diferentes expresiones culturales existentes en el Estado. Lo anterior, debe ir de la mano de asegurar la investigación sistemática y documentada sobre el tema. Mientras la investigación en materia cultural se practique de forma residual no habrá modo de establecer criterios sistemáticos y claros para la planeación y desarrollo de las tareas de promoción y gestión necesarias, evitando así que se recurra a criterios inmediatos, superficiales y en ocasiones avocados al mero lucimiento, que suelen tener poco impacto en la población y sus formas de percibir, practicar y reproducir la cultura.
Estas son nuestras ideas, que en ejercicio de nuestra libertad de expresión hemos decido hacer públicas. Creemos que si esta iniciativa de ley aspira a ser integral, eficaz y perdurable, necesitamos mirar más allá de los contextos específicos de gobierno y sus particularidades políticas. Estamos intentando construir una nación más democrática, basada en instituciones que se orienten y trabajen por el desarrollo y bienestar de la sociedad: pensamos que este foro, que este intercambio de ideas, debe de anclarse en este principio.
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