23 de febrero de 2009

El Patrimonio a debate...

Esta semana iniciamos en el Observatorio una serie de post dedicados al Patrimonio Cultural, tema fundamental en el actual desarrollo de políticas culturales y escenario en el que se presenta la complejidad inherente a todas aquellas expresiones que creemos nos pertenecen por memoria, por uso, o por sentado, porque ahí están y nadie lo discute…

A pesar del debate que han impulsado organismos como la UNESCO, de las herramientas conceptuales y de los marcos instrumentales que existen, la noción de patrimonio no termina de aterrizar en los terrenos de lo factible y el temario de dificultades a vencer se multiplica…

Las convenciones (internacionales) y los planes de cultura (nacionales) no alcanzan a cubrir con su manto bienintencionado y de forma eficaz la acción institucional; las discusiones sobre los sitios y las prácticas que deben nombrase patrimoniales se radicalizan; el uso y usufructo de lo patrimonial genera tensión al interior de las comunidades. El patrimonio es, además, arena donde se confrontan los límites de los derechos y deberes de lo local, lo nacional y lo internacional: México es signatario de todas las convenciones surgidas en el seno de la UNESCO, pero su ejercicio es ambiguo respecto a la salvaguarda de los sitios monumentales o de las zonas históricas, a la nominación de prácticas folklóricas, a la evaluación de expresiones híbridas o a la adscripción “museística” de expresiones que se mueven en los circuitos mercantiles. Mencionemos algunos ejemplos: el proyecto Resplandor teotihuacano, la nominación de la ceremonia de los Voladores en la lista del Patrimonio Mundial Inmaterial, la producción de espectáculos en el Tajín, la salvaguarda de las lenguas indígenas y las evaluaciones que se realizan a nivel gubernamental sobre las artesanías y su potencial económico.

¿Qué ocurre cuando se mezclan Sitios Arqueológicos y Turismo? La coda de esta pregunta podría ser ¿existe realmente una conceptualización referente al Turismo Cultural?
¿Puede ser considerada como práctica patrimonial la artesanía que sigue siendo utilitaria? ¿Las expresiones urbanas conseguirán algún día su patente de corso como Patrimonio Cultural? Si las músicas tradicionales se acomodan en el stand de la world music, ¿pueden ser consideradas como patrimonio y necesitarán salvaguarda?

Al reflexionar sobre este tema, lo que nos proponemos es ponerlo a la vista y animar la discusión, sacar al Patrimonio de su parcela reservada a los especialistas, y preguntarnos entre todos si la cultura, como bien social, pertenece a alguien en particular, y si esto es así, qué derechos y deberes impone.

2 comentarios:

Miguelángel dijo...

El respaldo que como artista es demandante por parte de la cosa que administre los recursos de una sociedad, es el que permita que la expresión no esté supeditada a nada, sino dirigida y formateada bajo las capacidades técnicas y el punto de vista que implica una obra. Es decir que el mecenazgo o la subvención del estado o el mecanismo que sea, dote de una libertad en manufactura expresiva que esté a la par de la libertad espiritual e intelectual de quien la realiza y expone. Si el estado interviene en la creación artística, debe ser únicamente para procurar que se produzca sin que intervengan mas intenciones que las del propio artista, pues una obra de arte no es ni un panfleto, ni una bala publicitaria de ningún tipo. libertad de creación como de pensamiento.

Liliana Lucki dijo...

Libertad de pensamiento,es perfecto.

Cuidar al artista y a su obra.

Todos los gobiernos deberían proteger a los artistas.

Es la manera de mantener la cultura de un país y

la representación ante el mundo.

Como arista escribo,tal vez sea un sueño...de muchos.

Saludo desde Argentina,Liliana.