14 de marzo de 2011

Cultura, que no es cine pero sí son toros...

Con este post continuamos la serie en la que queremos analizar el estado de las cosas en materia cultural en Veracruz.

Ishtar Cardona reflexiona sobre el acercamiento que tiene hacia la creación cultural la institución encargada de velar sobre la administración de las políticas culturales, además de preguntarse por qué, al generar asociaciones temáticas, dentro de la canasta de la Cultura "gerenciada" por los funcionarios, cabe la corrida de toros, pero el cine se sale para caminar por su cuenta.

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Cultura, que no es cine pero sí son toros...
Ishtar Cardona

Hace algunos días recibí un correo escrito en clave escatológica, no por su sucio contenido, sino por el tono de fin de los tiempos que se filtraba en cada línea. En esa cartita electrónica, un amigo extranjero que trabaja en el ámbito de la gestión cultural de su propio país y que conoce bien -mejor que muchas personas que juegan de locales- este rinconcito donde hacen su nido las olas del mar inquiría por la salud de la Ley para el Desarrollo Cultural de Veracruz, se lamentaba por la atomización de las iniciativas culturales en el Estado, y finalmente me preguntaba cómo se configuraba en el contexto actual el organigrama de la acción cultural institucional, quién se encarga de qué y qué papel juega la Cultura (con mayúsculas) en los planes del actual gobierno estatal.

Al leer sus infartadas letras me vinieron a la mente dos cosas: la primera, que sí existen fanáticos foráneos no solamente de nuestra mexicana cultura, sino propiamente de sus vaivenes, sus ahogos y su tormentosa relación con las instancias públicas que deben promoverla. Estos fanáticos atormentados quedan representados en mi mente por un miembro de una asociación francesa de amistad con la cultura mexicana a quien escuché no decir, gritar, cuando se enteró que la derecha panista había ganado la elección presidencial del 2000: "¡En México la Cultura se acabó!"

Es cierto que en la mente de muchos de esos fanáticos, el PRI era el garante de la protección a las artes y a la creación cultural asociada a la estética nacionalista, y por lo tanto con la alternancia política se abría la puerta al mercadeo banal del mundo del arte y por ende al debilitamiento del factor cultural "puro". Ahora bien, aquellos que no únicamente planean sobre la superficie de lo nacional, y se sumergen en las turbulentas aguas de lo local, saben que las clásicas geometrías políticas "izquierda/derecha" estallan de muchas formas en nuestros contextos particulares, y para muestra, las políticas culturales...

De hecho, aún en el caso de gobiernos que defienden ferozmente (por lo menos de dientes para afuera) las conquistas sociales del siglo XX se torna difícil no introducir elementos de la eficacia empresarial en sus proyecciones del bienestar. Inversión, desarrollo, fuentes de empleo, invaden el espacio discursivo institucional y devienen caballitos de batalla en áreas no directa ni unívocamente ligadas con la administración económica. Así, por ejemplo, las políticas culturales se ven cada vez más acotadas por buenas intenciones de sustentabilidad social. Las artes (domésticas o académicas) deben de rebasar la idea un tanto cuanto ingenua sobre su calidad de medios expresivos de la más alta espiritualidad humana para asentarse como medios de producción, creadoras de empleos y detonadores del desarrollo. Nadie, a riesgo de ser linchado, puede negar la necesidad de impulsar las confusamente llamadas Industrias Culturales (que han dado un brinco conceptual con lo que disertaba la Teoría crítica a través de la Escuela de Frankfurt).

Sin embargo, al tratar de convertir la creación cultural en un factor económico más, las iniciativas gubernamentales han confundido los límites y alcances de lo cultural. La segunda cosa que me vino a la mente con la carta de mi amigo es que me iba a costar trabajo explicarle que a más de la sectorialización de la Cultura al Turismo durante la gubernatura pasada, ahora la Secretaría (SECTURC) se llama de Turismo, Cultura y Cinematografía. Llama la atención que además de que la postura oficial de la entidad se vuelca de forma muy perceptible sobre el factor Turismo en detrimento de la Cultura (quien lo dude que se dé una vuelta por la página web oficial), la Cinematografía es separada de la matriz de la creación cultural para ser considerada una actividad diferenciada de peso específico.

Se entiende que se recompense a esta actividad que tanta visibilidad en medios dio al Estado, y en particular a sus funcionarios durante los años anteriores. Grandes producciones cinematográficas se rodaron en Veracruz (p. ej. Apocalypto), y la derrama económica al parecer fue importante, sobre todo aquella directa que llegó a las manos de restauranteros, comerciantes y transportadores turísticos, por no hablar de los ciudadanos contratados como figurantes de los filmes. Pero yo por lo menos no puedo dejar de preguntarme si no se trata también de una visión de “Turismo Cinematográfico”, porque toda esta acción se constriñe a la buena voluntad de los productores de venir a trabajar al Estado, a los momentos específicos de la filmación, y cuando el equipo recoge su tinglado y se va, la minita de oro desaparece. No existe infraestructura solidamente desarrollada que permita hablar de una verdadera vertiente económica y por otra parte, las iniciativas de formación educativa, creación de públicos y análisis del fenómeno, que aterrizarían la creación cinematográfica en su contenedor cultural, son de corto arranque y al parecer de escaso impacto.

Es decir, el eje de articulación, y el verdadero motor de la SECTURC es el turismo. La cinematografía es una extensión de esta actividad, y la cultura en todo caso opera, desde una mirada folclórica, como un apoyo para la difusión del patrimonio veracruzano, ancla primera del encanto turístico. Las grandes iniciativas culturales provenientes del Estado no tienen sentido sin la base de beneficio turístico. Los festivales y los encuentros musicales son –por lo menos a los ojos del analista entusiasta- los actos ligados al sector cultural con mayor apoyo institucional. Los programas de lectura, el apoyo a las artes visuales y escénicas, los programas musicales diversos, la educación artística y la investigación asociada quedan muy por detrás. Por supuesto, no negamos la importancia del factor turístico y su potencial como detonador económico, pero al parecer la creación cultural y su administración son importantes mientras generen ganancias. Cómo se utilizan y reparten esas ganancias ya es otra historia…

La mayor parte de las noticias que se pueden encontrar en los últimos días en preansa y donde se menciona a la Secretaría se relacionan con iniciativas turísticas sustentadoras del Plan Estatal de Desarrollo, el trabajo del área de promoción de la Secretaría para posicionar el turismo en el Estado, y eventos masivos respaldados por la entidad a través del menguado Instituto Veracruzano de Cultura. Otra cosa que me va a costar trabajo explicarle a mi amigo: la extraña confluencia de eventos populares que son acogidos en su vertiente de negocio/espectáculo por las instancias culturales. Por supuesto que el box y las corridas de toros tienen arraigo popular, pero si una función de box, producida por empresarios, recibe el apoyo estatal (no queda claro si el apoyo fue financiero) este en todo caso debería de canalizarse a través del Instituto Veracruzano del Deporte, que hasta donde sé sigue perteneciendo a la Secretaría de Educación. A menos, claro, que lo que se esté haciendo visible es esa conceptualización del espectáculo como promotor del Turismo. Lo mismo pasa en el caso de las corridas de toros: podría dársele una débil mano de barniz "tradicional" al espectáculo taurino como para quedar bajo el manto de las iniciativas culturales del gobierno. Pero el discurso suena más centrado en el valor del espectáculo. Insisto: no queda claro cuál es el papel de las instituciones en la producción y difusión de estos espectáculos, si el apoyo proviene de fondos públicos y cuál es el beneficio que se obtiene para la ciudadanía.

Resulta triste que a un año de haberse publicado la Ley para el Desarrollo Cultural de Veracruz que en la letra garantiza los derechos culturales de los habitantes del Estado, las iniciativas culturales parezcan cada vez más desmanteladas en beneficio del espectáculo popular y de la ganancia turística. Ni siquiera se ha discutido la publicación de los códigos y reglamentos de la misma ley que le permitirían funcionar. La falta de autonomía del sector cultural en el esquema estatal era algo de lo que ya hablábamos en este blog hace unos meses, y también advertíamos que el hecho de promulgar una ley de cultura no significaba que podíamos echar las campanas al vuelo sin un marco operativo.

Va a ser duro tratar de explicarle a este extranjero, enamorado de la creación cultural veracruzana y preocupado por la dirección que toma su administración en lo público, el cómo se piensa la Cultura en esta tierra. Pero también puedo contarle que hay veracruzanos preocupados por que la gestión cultural sea eficaz y justa, que tratan de poner en su justa dimensión e importancia el factor creativo simbólico. Que existen iniciativas de resistencia que trabajan en la promoción de los creadores y en la formación de públicos para las artes, elementos olvidados de la gran cadena institucional.

Creo que voy a empezar por repetirle que, afortunadamente, las políticas públicas erradas no matan necesariamente la creatividad y la vida cultural de una sociedad. Y sin embargo, sería tan deseable que nuestros funcionarios entendieran el valor intrínseco de la vida simbólica de un pueblo… Esos reflejos de lo imaginario constituyen lo que verdaderamente somos. Estoy segura que el cine –y bueno sería cultivar generaciones de nuestros cineastas- nos pone un buen ejemplo para soñarnos. No estoy tan segura en el caso de la fiesta brava.

2 comentarios:

Ana Zarina dijo...

Efectivamente, Ishtar. Yo andaba en San Juan Texhuacan grabando la fiesta patronal, cuando llegó una "mando media" prepotente, luciendo el desmembramiento operativo del IVEC y comentando que ahora pertenecía a la "Secretaría de Turismo y Cultura". Su tarea por esos lares era hacer un registro fotográfico de las iglesias del S. XVII para crear un corredor turístico. Eventitis, cultura escénica, cultura "redituable"... males del neoliberalismo, y resultados de la falta de información. Ya se veía venir.

Ishtar dijo...

Es terrible, Ana Zarina, que las expresiones populares, la literatura, las artes en general, los sitios históricos y de interés cultural no valgan nada a los ojos de los funcionarios si no pueden mercadearse... Lo "bueno" es que al parecer, y en la coyuntura actual, a todo puede hallársele encanto salvo a lo muy, muy feo y decadente, como los "mariguanos que pintarrajean paredes o no pueden ponerse una guayabera bonita para tocar música" (palabras de un funcionario que escuché yo merita).

¿Cuando se darán cuenta que no todo es "turisticable" y que, como dice la UNESCO (tan encandilados que andan ahora con las listas del Patrimonio Mundial), la Cultura no es una mercancía más?