13 de junio de 2011

Intermedio


Fotografía: cortesía de Abel Zavala

Para algunos, la señora, vendedora de flores, es la estampa colorida y pintoresca que buscan para la foto de México. Y como ella todas aquellas señoras de porte de reinas y trenzas cuidadosamente peinadas que ofrecen sus mercancías arregladas con gusto y esmero: pequeñas pirámides de mandarinas, torres de tlacoyos, canastitas de huitlacoche, ramos de flores. Para otros, las señoras dan “mala imagen” a las ciudades: esa la razón alegada en Xalapa, hace algunas semanas, por los inspectores del Ayuntamiento que desalojaron y despojaron a las marchantas del mercado de la Rotonda bajo el pretexto de un supuesto programa Xalapa bella. Ante la indignación de la sociedad civil, y ante el hecho de que el actor Damián Alcázar la increpó en Twitter sobre el asunto, la alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales, negó haber afirmado nunca jamás que las señoras dan mala imagen y afirmó su desconocimiento de la actuación de los inspectores –y también, evidentemente, de la de los líderes de ambulantes, quienes pasan cobrando un arbitrario “derecho de piso” de 50 pesos diarios, según les han platicado las mismas señoras a ciudadanos que se han preocupado por ir a recoger su testimonio.

¿Quién da mala imagen de Xalapa? Nos inclinamos a pensar que un Ayuntamiento que da prueba de conductas abusivas o, en el mejor de los casos, de negligente ignorancia. El mismo Ayuntamiento que no se preocupa por poner botes de basura en las calles o por resolver los demenciales problemas de tráfico que afean –y apestan– el centro de la ciudad. Las mismas autoridades quienes, en lugar de garantizar el sustento de las personas mayores más desprotegidas, las acosan en su digno trabajo y las obligan a andar arrastrando una cubeta para ofrecer sus productos, por miedo a que un inspector les incaute sus lindos y coquetos puestos.

1 comentario:

Colectivo dijo...

De Evaristo Iván:

El problema se agrava cuando la comunidad académica cree que bien cultural es sólo aquello que se llama obra de arte y olvidan que los tlacoyos, la quesadilla de cuitlacoche y los conocimientos milenarios de la gente de campo también son patrimonio cultural. ¡Ánimo Ishtar!

(Tenemos que decir que Caterina e Ishtar pensaron que era necesario alzar la voz sobre el asunto. Y Caterina es la responsable del texto)