13 de agosto de 2012

Recuperemos memoria: EL TLCAN Y LA POLÍTICA SALINISTA IV

Irene Álvarez nos ofrece una reflexión antes de concluir su texto "¿La salida del laberinto? El TLCAN y la política salinista": la legitimación del proyecto económico salinista pasó necesariamente por la seducción de los cuadros intelectuales mexicanos. ¿Se trató de una planeación orgánica en la cual el horizonte promisorio se delineaba "horizontalmente" entre el CONACULTA y el TLC, o más bien de una estrategia escalonada para construir simbólicamente la puerta de acceso al "primer mundo"?

Recuperemos memoria.
Frente al fantasma de Octavio Paz se levantan los espantajos de toda una generación de fortalecidos comunicadores mediáticos. Hoy en día la legitmación no tiene que pasar a través de la República de las Letras. ¿O sí?

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¿LA SALIDA DEL LABERINTO? EL TLCAN Y LA POLÍTICA SALINISTA
(Cuarta de cinco partes)
Irene Álvarez R.



Ahora bien, concentrándome en el diseño del tratado y en el contexto en el que fue generado puedo decir que desde la renegociación de la deuda, a principios del salinato, hay una clara intención de parte del presidente por atraer la inversión nacional y extranjera. Tras las acciones llevadas a cabo por José López Portillo –la intempestiva nacionalización de la banca, las crisis económicas, el endeudamiento excesivo— había una marcada desconfianza de la clase empresarial hacia el modo de hacer política que había imperado en muchos de los gobiernos priístas. De alguna manera, el TLCAN nace de un esfuerzo, casi retórico, de demostrar que México es un buen y seguro destino de inversión.

Por momentos pareciera que el TLCAN jugaba, en el terreno de lo económico, el mismo juego que el PRONASOL efectuaba en el ámbito de la seguridad social o que CONACULTA (Consejo Nacional para la Cultura y las Artes) en relación a los intelectuales: el juego de la seducción, de la máscara. La política como ocultación adquiere nuevas dimensiones con Carlos Salinas. El PRONASOL se presentaba como inspirado en "criterios de justicia social, de equidad, de búsqueda de igualdad en los mexicanos" [Rodríguez, 2008: 145], aunque podría decirse que estaba orientado a "aliviar los costos políticos del neoliberalismo al orientarse estratégicamente hacia los pobres, y lo que es más importante, hacia los grupos locales que tenían más probabilidades de representar una amenaza para el orden político" [Centeno, 1997:11]. Igualmente, es sabido que CONACULTA es un organismo creado por decreto de Carlos Salinas en 1988 y que es "una de las instituciones de mayor relevancia en los sectores culturales y artísticos de México" [Amador, 2010] , donde en su momento se integraron en el área de becas y cooptación artística intelectuales y académicos como Gabriel Zaid, Enrique Krauze y (¡aunque duela!) Octavio Paz (1).
 
Muchos de éstos últimos se habían mostrado críticos respecto al régimen salinista, sobre el descrédito y la sospecha de fraude que lo habían llevado al poder: una solución perfecta sería crear un organismo que cobijara a todos aquellos legitimados en el ámbito de las artes y las humanidades tendientes a la sospecha.

Desde esta óptica, puede argüirse que el TLCAN también jugaba a ser algo que no era. Jugaba a ser una salida del laberinto, decía tener como objetivo la apertura al libre mercado y mostraba el rostro de una política empequeñecida, resignada a existir en el pequeño espacio no dominado por el mercado. Como ya se ha señalado, muchas de las acciones políticas de Salinas de Gortari no comulgaban con las exigencias de su proyecto económico, ¿alguna vez pretendieron hacerlo?

(CONTINUARÁ)


 NOTAS
(1)  En el sexenio de Echeverría, Paz decía mantener una postura, con la que comulgaba Zaid, que subrayaba la importancia de "preservar […] marginalidad frente al Estado, los partidos, las ideologías y la sociedad misma. Contra el poder y sus abusos, contra la seducción de la autoridad, contra la fascinación de la ortodoxia. Ni el sillón del consejero del Príncipe ni el asiento en el capítulo de los doctores de las Santas Escrituras revolucionarias" [King: 2008]. Posteriormente, en una entrevista realizada en 1994 por Julio Scherer, es notorio el cambio de postura del escritor: "[l]a cuestión de la democracia, antes relegada, se volvió el tema primordial de la discusión política. Han sido decisivas las reformas económicas y políticas realizadas por Carlos Salinas y su equipo. Más jóvenes que los políticos anteriores y con mayor sensibilidad histórica, se dieron cuenta de los cambios de la sociedad mexicana y obraron en consecuencia. Así han logrado sacar al país del pantano en que había caído [...] Hemos salido de la ruina, hemos saneado nuestras finanzas y hoy asistimos a la recuperación de nuestra economía; se han restablecido el crédito internacional y la economía mexicana, gracias a las privatizaciones, se ha puesto en movimiento [...] Y algo más que no se ha dicho: han contribuido indirectamente al proceso de democratización" [Monsiváis, 1999]. Definitivamente, en algún momento, Paz creyó en el proyecto modernizador de Salinas.

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