Este post le corresponde a Carlos Vigil, director del Grupo Teatrando del Puerto de Veracruz, y quien escribe sobre lo que una Ley de Cultura debería tomar en cuenta desde la perspectiva de la comunidad teatral.
Carlos es director, dramaturgo y actor con una larga trayectoria. Ha sido alumno de Jean Marie Binoche, Luis de Tavira, Emilio Carballido y Luis Mario Moncada entre otros. Sus textos se han publicado en Tramoya de la Universidad Veracruzana, y desde hace más de diez años dirige el grupo Teatrando, del cual es fundador.
Gracias, Carlos, por integrar nuevos puntos de vista a nuestra expectativa sobre la legislación cultural...
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Por una Ley que incentive la actividad teatral comunitaria
Carlos Vigil Peña
Aclaro que las siguientes consideraciones se refieren a la actividad que realizan los grupos conformados por ciudadanos, de diversos orígenes y profesiones, que han optado por el teatro como actividad creadora y que durante largo tiempo han persistido en su labor a pesar del escaso o nulo interés mostrado por instituciones culturales locales.
Para empezar se debe reconocer a la actividad teatral comunitaria como práctica cultural insustituible de la sociedad; y no caer, rendidos ante la parafernalia comercial cinematográfica-televisiva dirigida a las grandes masas de consumidores, en la tentación de clasificarla en los anaqueles de lo caduco.
Aunque parezca obvio, no olvidemos que el teatro requiere de tres elementos fundamentales para existir: actores, un espacio y público.
El primer elemento existe en ciudades y pueblos pequeños, no en cantidad que entusiasme y tampoco como resultado de estrategias políticas educativas, sino como una demostración de la necesidad humana de asirse a un medio que le posibilite expresarse.
Al segundo, el espacio consagrado a la ceremonia teatral, se le ha transformado en las ciudades, en salas de gran aforo y de costo fuera del alcance de los grupos teatrales comunitarios que se ven obligados a peregrinar buscando cobijo en algún lugar carente, por lo general, de las condiciones mínimas que requieren actores y público para el disfrute de la experiencia escénica ; mientras que en las poblaciones pequeñas es prácticamente inexistente con la consiguiente sentencia de efímera o irregular vida para los grupos.
El tercer elemento, al igual que el primero en condiciones de tenaz sobrevivencia, no deja de manifestar su interés por el Teatro hecho en su localidad, fortaleciendo así la existencia heroica de los grupos comunitarios en los que se ve representado.
Es necesario que se legisle la implementación de una política cultural que:
Reconozca y favorezca la labor que desempeñan los grupos teatrales comunitarios como catalizadores de la necesidad de expresión artística latente en toda población.
Considere fundamental la creación de espacios físicos, Teatros Comunitarios, acondicionados y destinados para el desarrollo de la actividad teatral que desempeñan estos grupos.
Promueva la creación de circuitos artísticos regionales y se apoye la participación de los grupos en los mismos, con la finalidad de enriquecer su desarrollo cultural de los participantes y de las comunidades.
Permita a los grupos teatrales comunitarios pagar en especie sus obligaciones fiscales, ya que su propósito fundamental no es generar ganancias ya que sus escasos ingresos, cuando los tienen, están destinados a la sobrevivencia de la labor grupal.
Promueva las actividades realizadas por los grupos con el propósito de acrecentar el interés del público por las manifestaciones culturales de su comunidad.
Las anteriores son algunas condiciones que permitirían ampliar el espectro cultural y el disfrute de los que ejercen la actividad teatral en sus respectivas comunidades.
2 comentarios:
De Benjamín Araujo:
Gracias, Ishtar; saludos a Carlos Vigil.
De acuerdo en lo fundamental.
Un abrazo
Felicidades. La aportación es clara, sencilla y decidida. De acuerdo en todo. Creo sin embargo que deberíamos buscar un término más preciso para los grupos a los que se refiere Carlos. El término comunitario, aplicado a la producción artística, suele referirse más bien a la creación colectiva anómina que, sin soslayar la subjeividad de cada uno de los participantes, privilegia sobre todo la propuesta artística de la comunidad, que refiere en ella sus puntos de vista y sus expectativas. No es lo que ocurre con Teatrando y grupos similares, que realizan propuestas artísticas claramente identificables en lo personal (como dirección, actuación, etc.), con escaso o nulo apoyo de las entidades responsables de brindarlo. Creo que la categoría "grupos teatrales independientes" iría mejor.
Un saludo afectuoso.
Óscar Hernández Beltrán
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