Caminando sobre la reflexión de nuestra memoria y lo que ha ocurrido en este Bicentenario, Celia del Palacio responde y continúa el hilo del pensamiento iniciado en el post anterior.
Celia es Doctora en Historia, escritora e investigadora, actualmente coordina el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana. Es autora de los poemarios Espirales. El Mimeógrafo del Fauno, Otra Bugambilia en la Ventana y Manantial de Arena. Su novela histórica Leona, publicada este año y centrada en la figura de Leona Vicario, fue magníficamente recibida por la crítica.
Agradecemos a Celia su texto, mirada sentida de una mujer que piensa desde los diferentes frentes que le toca vivir. Esperamos que no sea la última vez que engalana esta página con sus letras.
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Los festejos del bicentenario encontraron al gobierno de Veracruz con las arcas vacías tras los gastos de campaña que devoraron la mayor parte del presupuesto. Y si consideramos que el huracán Karl hizo su aparición en tierras veracruzanas el 17 de septiembre, no se puede esperar que hubiera fondos para prolongar los festejos más allá de la noche del grito.
Si, por otra parte, uno se lanza a la búsqueda rápida en internet de las actividades llevadas a cabo en torno al Bicentenario en Veracruz, las primeras entradas que uno encuentra en google son las siguientes: la “Regata Bicentenario” (junio), el “Carnaval Bicentenario” (febrero), y el video “Veracruz, una estrella más del Bicentenario” en youtube. Ejemplos todos ellos de la superficialidad y la espectacularización que privaron en general en los festejos.
Habrá que buscar más a fondo. Y si uno persiste, encontrará las actividades que ha llevado a cabo la Universidad Veracruzana a través del Instituto de Investigaciones Histórico Sociales desde hace varios meses. Se trata de las mesas de reflexión en torno al Centenario y Bicentenario, en los campi de Boca del Río, Ixtaczoquitlán, Coatzacoalcos-Minatitlán y Poza Rica-Tuxpan en torno a temas como derechos laborales y acción sindical; reforma agraria y movimientos campesinos; democracia y ciudadanía; partidos y elecciones, así como educación.
Por otro lado, la revista emblemática de la Universidad Veracruzana, La Palabra y el Hombre, dedicó sus cuatro números del año 2010 a tratar algunos temas relacionados con el Bicentenario, en artículos como los siguientes: “La vida ficcional y real de Leona Vicario”; “La libertad y los Centenarios”; “Revolución y resistencia a la revolución en Los de abajo de Mariano Azuela”; “Selección de romances de la Independencia”.
Pero como ocurrió a nivel nacional, si algo bueno han tenido las celebraciones bicentenarias ha sido el saldo bibliográfico. La Editorial de la Universidad sacó a la luz la colección Centenarios en donde figuran títulos como los siguientes: Santa Anna de Will Fowler; Las caras del águila, de Ivana Frasquet; El teatro de la guerra de Juan Ortiz Escamilla y como parte de la Biblioteca del Universitario, la Nueva historia mínima de México, coordinada por Fernando Escalante Gonzalbo.
Los Atlas del patrimonio natural, histórico y cultural de Veracruz coordinados por Juan Ortiz Escamilla y Enrique Florescano, así como el maravilloso libro de fotografías Veracruz mar de arena, de Patricia Moreno Casasola y Gerardo Sánchez Vigil, así como Creadores Veracruzanos, Personajes Populares de Veracruz y Veracruzanos en la Independencia y la Revolución, son algunos de los productos bibliográficos de la Comisión Estatal de los Bicentenarios, todos ellos dignos de consultarse.
Por su parte, el IVEC en colaboración con CONACULTA, también sacó a la luz una colección Bicentenario-Centenario 2010, aunque esta no presenta los resultados de investigaciones o reflexiones históricas, sino que se da espacio a la creación literaria de los jóvenes veracruzanos, cosa de no poco valor.
La Feria Internacional del Libro Universitario que finalizó hace un par de días, también dedicó su Foro Internacional a la reflexión sobre el Centenario y Bicentenario con el título “Los centenarios a debate” en diez mesas con los temas siguientes: 1)Los centenarios a debate; 2) Imaginarios colectivos sobre el Estado y la Nación; 3) Justicia; 4)Derechos Políticos; 5) Género; Libre empresa e inversión extranjera; 6)Mundo del Trabajo; 7)Diversidad y Multiculturalismo; 9)Libertad de culto; 10) Opinión pública. De manera más modesta pero no menos importante, el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación dedicó sus Jornadas a la reflexión sobre temas como independencia, territorio, memoria y nación.
¿Podría haberse hecho más? Seguramente. ¿De otra o de mejor manera? También. Sin embargo lo que más me preocupa es que estas acciones se conozcan poco y que no se tomen como marco para la reflexión pública. Me preocupa que los beneficiarios de estos esfuerzos sean sólo los asistentes a esos eventos y los potenciales compradores de los libros.
Y me pregunto: ¿Qué ha sido la celebración del Bicentenario en Veracruz? El Bicentenario en Veracruz ha sido un gobernador desencajado y pálido dando el grito desde su palacio rojo; miles de personas que lo perdieron todo debido a la incompetencia y corrupción de un estado que permitió a los desarrolladores construir en lugares vulnerables y que nunca se planteó la limpieza y conservación de canales de aguas negras; la ayuda que no acaba de llegar; la desconfianza y la desesperación… El Bicentenario en este estado ha sido también el clientelismo y la corrupción, la opinión pública silenciada y el presupuesto inexistente para las instituciones de cultura.
El Bicentenario en Veracruz ha sido doña Nieves que se mantiene apenas de hacer y vender artesanías de café en Xico, corriendo para alcanzar las láminas de su cocina de humo que voló el viento. También ha sido su sobrino que vive de hacer pan tradicional y que espera entre la vida y la muerte en el hospital público que alguien autorice el crédito para su operación de un aneurisma en el cerebro. Para ellos no hay seguro popular, seguro social ni seguridad alguna.
El Bicentenario ha sido la casa de don Fayo Figueroa inundada en Tlacotalpan, en donde estaban pernoctando hasta hace poco cinco serpientes de agua. Ha sido también la artesana que se quema los ojos hasta la madrugada fabricando maravillas de palma y de chaquira que luego vende para sobrevivir. Han sido los cocodrilos prófugos y los miles de gatos sin dueño, han sido las gallinas llevadas hasta el mar por la corriente y las mujeres que nadan como sirenas preservando su exiguo patrimonio.
Ha sido también el conjunto de periodistas que hacen su trabajo en condiciones precarias y riesgosas y que callan lo que haya que callar con tal de seguir vivos; los músicos de Sotavento que para tocar el son tuvieron que comprar una jaranita vieja y parcharla con dedicación; don Francisco el artesano que me miraba desde sus noventa años sentado en una banqueta del centro al tratar de convencerme de que me llevara su cohetero de palma por cien pesos; los estudiantes que no pudieron asistir a los foros porque no tenían para el camión…
Para ellos no hay festejo. Para ellos no hay un nosotros, sino un ustedes y un yo que no acaban de encontrar un lugar de reunión. Y yo, desde mi estudio donde alcanzo a mirar el Pico y el Cofre, miro con culpa la jarana nueva que no sé tocar y juro que no sé qué se celebra, más allá de la sorpresa de estar viva, tener casa, tener algo qué comer, tener posibilidad de comprar libros y asistir a los foros de reflexión. Todo eso a estas alturas es un lujo casi absurdo y una responsabilidad.
¿Qué me toca? Usar la palabra para contribuir a la creación de la memoria y asegurarme de que no queden fuera esas personas con nombre y apellido que no tienen la más mínima idea de que forman parte de un “nosotros”, y que de lo único que están seguros, es que este año no tuvieron nada qué festejar.
1 comentario:
... w-o-w
(como suspiro triste y profundo....)
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