24 de enero de 2011

Intermedio



El 29 de enero próximo inician las celebraciones de la Candelaria en Tlacotalpan.
En el Observatorio esperamos sinceramente que las fiestas se desarrollen con buen espíritu y ánimo para revitalizar a esta población, tan entrañable y tan azotada por las inundaciones del año pasado.

Acordándonos de Tlaco, subimos un video producido por el Instituto Nacional de Antropología e Historia a través de su programa Paseos Culturales. Queremos recordar a la ciudad en todo su encanto, pero no queremos por ello olvidar que el desastre no es únicamente de origen natural, que debería de existir la infraestructura necesaria para evitar inundaciones (no es la primera vez que pasa) y que los programas de prevención de desastres existen.

Por último, nos manifestamos en contra del maltrato a los toros durante las fiestas: no todos los actos reconocidos como "tradición" conservan su sentido social. En este caso, el embalse y posterior recorrido de los cebús (que no miuras ni ningún otra raza "brava") por las calles, a golpes, jalones y gritos no tiene sentido hoy en día fuera de la enajenación que provoca en los espectadores la agresión sobre otro ser. El adoquín de las calles manchadas con la sangre de orejas rasgadas, de colas a medias arrancadas, de lomos navajeados, pesa en el ánimo y nubla el festejo...

Ojalá algún día las fiestas de la Candelaria, cargadas de tantas y tantas cosas -música, devoción, comida, baile- puedan dejar atrás un acto, triste y violento, que en verdad no les hace falta.

3 comentarios:

Colectivo dijo...

De Celso Duarte:

Buenísimo Ishtar !!!
Saludos

Colectivo dijo...

De Gustavo Sandoval Kingwergs:

Allí estaremos, sí. Y también sí a que se elimine la violencia contra los animales, tan queridos, tan nuestros, tan inocentes.

Colectivo dijo...

De Pere Greenham:

Estoy totalmente de acuerdo con el sentido bárbaro del encierro de toros. Todo viene de los encierros en Pamplona y todas esas tradiciones brutales hispánicas y una que otra indígena que también se las traen.

Sin embargo, la tradición sin revisión no tiene que persistir. Es difícil, pero no imposible. Las corridas de toros, entre otras muchas son una barbaridad que confirma el dicho de que la tortura no es arte ni cultura.