2 de abril de 2012

Las cruces de mayo en Alvarado: universalismo y diferencia

Seguimos, gracias al texto de Iskra, bordando sobre temas sensibles: ¿cómo enlazamos respeto por las memorias -que algunos llaman tradiciones- e innovación? ¿reconocimiento de la diferencia con democratización? ¿liberalismo con comunitarismo?
La investigación que hemos seguido en las últimas semana pone sobre la mesa estos debates, todo a través de la reflexión sobre lo que pasa en Alvarado, Veracruz, en torno a la celebración de las cruces de mayo.
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Las cruces de mayo en Alvarado: Entre lo tradicional y lo actual, el devenir cultural de Alvarado
Iskra Sabino
(Séptima entrega)

Capítulo IV.
La inclusión de Alvarado al mundo globalizado y multicultural.

4.2 La política del universalismo y la diferencia 
 

Para hablar de la política del universalismo y la diferencia, antes se tienen que mencionar las dos visiones que existen acerca del multiculturalismo. Como ya se indicó en párrafos anteriores, algunas de las características multiculturales deben tener presente la diversidad cultural, sus derechos y obligaciones. Esto lleva a que entre las culturas se dé una interacción casi obligada; dirigiéndolas a una relación que es tanto individual como grupal. Pero el punto más importante en este apartado no es solamente la relación que se da entre las diferentes culturas y los individuos que las integran, sino el reconocimiento de sus derechos individuales ante los derechos de los grupos.

Al pasar de los años y ante los conflictos que han surgido entre individuos y grupos acerca del reconocimiento del otro, también han aparecido en escena un sin fin de propuestas para intentar solucionar esta lucha ideológico-política. Pero dos de esas propuestas son las que han sobresalido dentro de los diversos estudios y discusiones que se han dado acerca del multiculturalismo y son: el liberalismo y el comunitarismo.1 Para este estudio me baso en el liberalismo de Joseph Raz,2 y en el enfoque comunitarista del sociólogo Charles Taylor.3 Se podría decir que estas dos visiones multiculturales poseen una cierta carga de verdad, aunque en realidad son incompatibles y es a partir de este punto que han surgido una serie de controversias. El problema aquí, es la forma en la que cada autor fundamenta su tesis. En relación a este tema León Olivé apunta en su texto:

El problema con el liberalismo de Raz es que conduce a la justificación de políticas intervencionistas de una cultura sobre otras, en aras de la defensa de las libertades individuales y de lo que llama «valores verdaderos» que, según él, son universales y absolutos, y podrían ser válidos para toda cultura en todo tiempo y lugar.
El comunitarismo de Taylor, por otra parte, resulta insatisfactorio en virtud de que intenta justificar la idea de que toda cultura es valiosa mediante una presunción que lo hace desembocar en la posibilidad de reconocer que algunas, después de todo, son inferiores y no merecen respeto, o por lo menos no merecen el mismo respeto que las demás. Sin embargo, esto es contrario a lo que él mismo quiere defender, a saber, que toda cultura merece ser respetada. 4

Para Garzón Valdés, con la teoría universalista y absolutista del liberalismo surge la problemática ética que viven las minorías étnicas, la cual llama Sittlichkeit. Este término se refiere a la noción de moralidad que también designa a la “moral positiva”.5 Esta moral está compuesta por:

Valores y principios de hecho aceptados en una sociedad determinada, y debe distinguirse de la «moral crítica», base de una perspectiva ética. La moral ética está constituida por principios que serían aceptables para cualquier persona racional, independientemente del contexto en el que se esté desenvolviendo, siempre y cuando examine esos principios de manera racional e imparcial. 6

El estándar multiculturalista liberal de Raz también se inclina por adoptar una perspectiva ética. Para él debe de existir un sentido del respeto entre las culturas y así concentrar una serie de prácticas que establezcan ciertas alternativas de vida para los sujetos.

El énfasis de la perspectiva liberal de Raz está en el papel de la cultura «como una precondición para la libertad individual, y como factor que conforma y proporciona el contenido de esa libertad individual» En palabras de Raz, «la libertad depende de opciones, las cuales dependen de reglas que constituyen esas opciones [... y] presuponen una cultura. Presuponen significados compartidos y prácticas comunes».7

Pero el liberalismo que propone Raz a la vez que justifica la intrusión de los integrantes de una cultura para intervenir dentro de las acciones o en la vida de otras culturas, no respeta el valor universal que profesa el propio liberalismo que se pronuncia por el reconocimiento y el respeto de las otras culturas. Por lo tanto, el liberalismo de Joseph Raz se muestra de forma impositiva debido a que obliga a una protección liberal de la libertad individual sobre otras culturas, por lo que en realidad no es tan liberal como se piensa.

Para el liberalismo, esto impone los límites del respeto a otras culturas y justifica actuar en contra de los miembros de otras culturas si se trata de acciones tendientes «a proteger a los miembros de esas culturas contra la opresión de su propio grupo».8

Lo que esta reflexión plantea, no es una cultura de la indiferencia ante factores de opresión cultural, lo que se intenta dilucidar es que puede existir una valoración entre culturas desde su propio punto de vista y que justifique la intervención de esa otra u otras culturas ante el hecho de una situación de opresión. Visto desde la perspectiva pluralista no basta simplemente con justificar el hecho de que una cultura se encuentre oprimida, la realidad de ese hecho tiene que basarse en el sentido de la objetividad, en otras palabras, para que el hecho de la opresión sea objetivo tanto para el pluralista como para el que es oprimido. Los dos tienen que compartir la misma idea sobre esta condición; tanto el de afuera como el de adentro deben de ser racionales y coincidir ante la misma situación. “Pero el riesgo de esa posición liberal es que si los «oprimidos» no están de acuerdo en ser «liberados» pueden simplemente tacharlos de irracionales y de no saber lo que «quieren», lo que les «conviene» o lo que «necesitan». Esto es un imperialismo puro y duro.”9 Es entonces un discurso de tolerancia limitada al poder de ejercerla, es decir, yo soy tolerante con lo que puedo y quiero ser tolerante, pues tengo el poder para serlo, o para no serlo. Es evidente que la teoría pluralista que propone Joseph Raz no remediaría, y mucho menos frenaría el imperialismo, poniendo en tela de juicio los métodos de la teoría liberal.

Ahora bien, ante los decepcionantes resultados de la teoría liberal se tendrá que pasar a la revisión de la propuesta que plantea Charles Taylor en su visión comunitarista. Para Taylor la política del reconocimiento y la diferencia se basa en la necesidad de reconocimiento. El reconocimiento de la identidad es el que hace que una persona haga una interpretación de quién es y de sus características, las cuales lo definen como un ser humano. Por lo tanto, la identidad de una persona se forma a partir de este reconocimiento o de la ausencia del mismo.10 Así que la falta de reconocimiento puede dar cabida a un tipo de opresión que deformaría la manera de ser de una persona. Esta concepción de falsa identidad es ejemplificada por Taylor con la conquista europea. Los europeos
vieron en los indios a seres inferiores e incivilizados y esta misma proyección pasó a los sujetos conquistados, quienes también se vieron así a sí mismos. Taylor apunta que este tipo de falso reconocimiento deja al descubierto una gran falta de respeto, ya que puede provocar que has víctimas desarrollen un sentimiento de odio hacia ellos mismos.11 Con esto surgieron dos cambios importantes ante la preocupación del reconocimiento y la identidad, que fue la caída de las jerarquías sociales, que promovía el sentido por el honor, y que posteriormente se transformó en el concepto que actualmente poseemos sobre la dignidad, que sería el estandarte de las sociedades democráticas. “La democracia desembocó en una política de reconocimiento igualitario, que adoptó varias formas con el paso de los años, y que ahora retorna en la forma de exigencia de igualdad de status para las culturas y para los sexos.”12 Pero la importancia del reconocimiento se transformó a partir de la identidad individual que apareció a finales del siglo XVIII, y que es el resultado del ideal de fidelidad a uno mismo. Lionel Trilling dice que: La identidad nos hace auténticos.13 El conceppo que surge en el siglo XVIII sobre la autenticidad es sustentado dentro de una concepción moral, poniendo como referencia los valores sobre el bien y el mal. Haciendo que el concepto de autenticidad tenga una relación espiritual con nuestros sentimientos, dejando así que una voz interior nos indique lo que es correcto o no.14 La idea de Dios ante el ideal de autenticidad cambió gracias a la cultura moderna y a la influencia filosófica de Jean-Jacques Rousseau, para éste filósofo la moral es una voz de la naturaleza que existe dentro de cada ser humano; es el sonido de las pasiones, la representación de la dependencia hacia el otro, pero que radica, principalmente, en el contacto moral con uno mismo.15 Esta búsqueda interna rebasa cualquier fundamento moral, pues es la exploración del sentimiento de la propia existencia; este auto reconocimiento es el que nos convierte en seres auténticos y diferentes a todos los demás. Charles Taylor relaciona el trabajo de Rosseau con el planteamiento que hace Herder acerca de que cada ser humano posee una forma auténtica de existencia: “cada persona tiene su propia “medida”.16 Las nuevas conductas de pensamiento comenzaron a dar motivos para que las diferencias que existían entre los seres humanos, fueran estudiadas de manera conscienta y el primer paso fue descubrir lo que era evidente, pero que nadie tomaba en cuenta, el modo de ser de cada persona, que a pesar de vivir en sociedad cada ser humano posee un sentido propio de su existencia.

Ser fiel a mí mismo significa ser fiel a mi propia originalidad, que es algo que sólo yo puedo articular y descubrir. Y al articularla, también estoy definiéndome a mí mismo. Estoy realizando una potencialidad que es mi propiedad. Ésta es la interpretación de fondo del moderno ideal de autenticidad, y de los objetivos de autorrealización y auto plenitud en que este ideal suela presentarse.17

El prototipo de autenpicidad, así como la imagen de dignidad provienen del decaimiento de la sociedad jerárquica. En ese entonces la identidad era reconocida por la posición social que ocupaban las personas, y a pesar de la aparición de las sociedades democráticas, éste fenómeno no ha tenido muchos cambios, pues aún las personas son reconocidas y valoradas por los papeles que desempeñan dentro de estos círculos. Herder indaga dentro de las razones, el sí pueden abatir esta caracterización que emana de la sociedad, conchuyendo que, es el propio arquetipo de autenticidad el que descubre el verdadero modo de ser de las personas.18 Así que, según él, no es la sociedad la que determina la forma de ser de las personas, es su búsqueda interna la que lo hace. Charles Taylor menciona que sí en realidad se desea entender la unión que existe entre la identidad y el reconocimiento se debe de comenzar por comprender el lenguaje, ya que éste es el que nos expresa. El diálogo es un componente importante para relacionarse con el otro. El lenguaje, según Taylor, va más allá de las palabras, pues existen otros tipos de expresión que permiten entablar un diálogo ya sea gestual, artístico o amoroso, por mencionar algunos.19 Estos tipos de diálogos o lenguajes no se aprenden de la nada, son el resultado de la interacción que existe entre los seres humanos. Ante esta opinión Taylor apunta que:

Las personas por sí mismas, no adquieren los lenguajes necesarios para su autodefinición. Antes bien, entramos en contacto con ellos por la interacción con otros que son importantes para nosotros: lo que George Herbert Mead llamó los “otros significantes”. La génesis de la mente humana no es, en este sentido, monológica (no es algo que cada quien logra por sí mismo), sino dialógica. 20

Por lo tanto, existe una necesidad primordial de relacionarnos con los otros para podar definirnos a nosotros mismos, siendo evidente que nuestra identidad resulta de nuestras relaciones dialógicas con los otros. Ahora bien, en los tiempos pre modernos las cuestiones sobre “identidad” y “reconocimiento” no eran tratadas de manera tan profunda como se hace en la actualidad, ya que para la gente de ese entonces estos eran temas que no merecían un estudio exhaustivo pues eran “fáciles” de entender. Pero ante la cuestión de la igualdad surge su antítesis, la desigualdad, estos dos temas dan paso a cuestionamientos acerca de la importancia del reconocimiento, y el primero en analizarlo es Hegel. El valor del reconocimiento, en la actualidad, es universalmente visto como un derecho al reconocimiento igualitario. “El reconocimientoXnigualitario no sólo es el modo pertinente a una sociedad democrática sana. Su rechazo puede causar daños a aquellos a quienes se les niega.”21 Como ya se menciono, el hecho de que una persona sufra algún tipo de humillación por medio de la opresión puede llegar a distorsionar su propio sentido de identidad. Según esta teoría tenemos que la identidad se forma a partir de un diálogo abierto, no es un guión social que se encuentre determinado, lo que está en juego es el reconocimiento igualitario, pues solamente por este medio se puede crear una sociedad democrática y sana. Al negar este reconocimiento los individuos están sujetos a una forma de opresión. Sucede que es a partir del honor a la dignidad que se abre un camino hacia la política del universalismo; ésta política remarca, sobre todo, la dignidad igualitaria de todos los ciudadanos. Una igualdad que reconoce todos los derechos y todos los títulos, aquí no existen ciudadanos de primera ni de segunda clase, todos somos iguales. Lo que se intenta lograr por medio de la política de la diferencia es el reconocimiento de la autenticidad que poseen las diversas identidades, tanto individuales como grupales. Y es que ésta política ha sido bombardeada por múltiples tipos de rechazo y discriminación, que siempre van dirigidos a los ciudadanos que han sido considerados como de segunda clase.22

Recapitulando, la política del reconocimiento, es eso, un régimen que nos permite reconocer la diferencias que existen entre todas las personas que habitamos este planeta, pero este reconocimiento tiene que hacerse de una forma muchos más conciente, ya que debemos saber reconocer en las diferencias de los otros, lo que a mí me hace auténtico y viceversa. Así que, el planteamiento fundamental de esta teoría se basa en una política del respeto hacia los demás, hacia las diferencias que presenta el otro. En este caso, para los adultos mayores que habitan en el puerto de Alvarado, su fiesta se ve amenazada por esas diferentes y extrañas visiones que provienen de sus jóvenes pobladores y de las personas que desconocen el origen de su celebración. Por otra parte, la actitud de la juventud ante la celebración no deja más que un evidente comportamiento de indiferencia, que hasta cierto punto es parte de una falta de cknciencia cultural, debido a que la óptica que poseen acerca de la fiesta no los lleva a ver más que un simple festejo que, como muchos otros, es parte del lugar donde habitan. De esta forma y mediante las observaciones que se efectuaron dentro de la celebración, se observó que la juventud alvaradeña desconoce la carga histórico-cultural que le da sentido y significado a esta tradición, ya que para ellos la celebración no tiene el mismo sentido que para la gente que la organiza o participa en ella; porque a pesar de que es una costumbre que ha acompañado a la mayoría de las familias alvaradeñas durante siglos, en la actualidad ese fenómeno ya no se repite con las nuevas generaciones y probablemente se debe a que ahora existen otro tipo de distractores como son: la televisión, el internet, los videojuegos, y un sin fin de actividades que ya no requieren de realizar actividades en grupo. Así que, es evidente que los jóvenes que son parte de esas nuevas generaciones nunca pensarán como lo hacían sus padres o sus abuelos, ya que han crecido dentro de contextos totalmente diferentes a los de sus progenitores. Claro, aunque han sido educados dentro de un seno familiar que se caracteriza por ser conservador, y que ha mantenido su legado histórico-cultural, los factores que los han influenciado dentro de su desarrollo social ha determinado su personalidad y su forma de concebir el mundo, lo cual implicaría que los jóvenes solo repiten los mismos parámetros de los viejos, el desconocimiento y el irrespeto al otro, del mismo del que son víctimas. Las generaciones de la globalización se han distinguido por un factor importante, la indiferencia y la falta de reconocimiento, dando como resultado una ausencia total de respeto a lo diferente. Pero aquí vemos que es una característica que también ha prevalecido en las estirpes anteriores. Es un mal que ha ido afectando a la humanidad desde sus orígenes más lejanos, además que esto podría comprenderse como parte de los conflictos generacionales.

Como ya se citó, en uno de los apartados de este trabajo, lo que hace a una persona o a un grupo social “mejor”, no es su ascendencia; no es mejor ser humano aquel que posee ojos de color o cabello rubio, ni tampoco si se es blanco o alto, esas son características de raza, de su herencia genética, ni tampoco lo hace su posición social. Toda persona vale por el simple hecho de ser persona, por su condición humana, que a pesar de la diversidad de razas, de lenguas, de costumbres, etc., su verdadera virtud yace en el reconocimiento de cada una de estas diferencias y en la medida en que cada individuo las comprende. A pesar de que cada uno de los integrantes deh puerto de Alvarado, comparten muchas de sus costumbres; las mismas tradiciones; el mismo lenguaje y la mayoría de ellos son católicos, con algunas excepciones, todos poseen una forma de concebirse a ellos mismos diferentes. Que existan grupos compatibles con algunas formas culturales, políticas e ideológicas no significa que esa sea la manera correcta de auto-concebirse. Somos, como mexicanos, una sociedad múltiple, variada, diferente; somos parte de esa multiculturalidad que ha sido provocada por el mestizaje, por la influencia de los medios masivos de comunicación, por las ideas políticas que rigen nuestras vidas, por nuestras creencias religiosas y hasta por no creer en ellas.

Si existe un riesgo dentro de la celebración de “Las Cruces de Mayo”, el único evidente hasta este momento, sería la falta de apertura por parte `e los intelectuales a los cambios que se puedan presentar dentro de su festejo, como la integración del Arroz a la Tumbada, que lejos de ser un riesgo o amenaza, se ha convertido en una parte importante dentro del cierre de ésta celebración. Las personas deben de estar abiertas a los cambios y a las diferentes maneras que éstos tienen de presentarse dentro de sus contextos. El cambio es algo a lo que la humanidad se ha enfrentado por siglos, como han sido los cambios de gobiernos, de ideologías, de creencias; han habido innovaciones en la tecnología, en las comunicaciones, en el transporte y en la ciencia. Todo lo que nos rodea ha sido vulnerable al cambio y nos hemos enfrentado a lo diferente a lo que no conocemos. Pero si las personas nos mostramos renuentes ante todas estas transformaciones, entonces nadie utilizaría un horno de microondas o un teléfono celular, por ser algo desconocido y diferente. Pero el cambio más importante que necesitan las sociedades y los individuos que las conforman es el de la evolución dentro de su pensamiento. Si ha existido una mutabilidad en todos los campos por qué no hacerlo en el de la conciencia misma. Lo que en realidad puede amenazar el legado cultural de una sociedad es su cerrazón ante la diversidad de concepciones de sus integrantes; la ignorancia de una sociedad es la que consigue destruir su propia cultura, si no se educa a sus individuos, si no se les hace conscientes de lo que la historia les ha legado como pueblos o sociedades, entonces si podría presentarse una crisis socio-cultural. Se debe de promover una educación con ética, con respeto a las diferentes formas de concebirse dentro de los diversos grupos sociales. El hecho de ser parte de un mismo grupo social o cultural, donde se llevan a cabo cierto tipo de festejos o tradiciones no obliga a los demás a creer o a ser parte de los mismos, pero siempre y cuando exista un sentido del respeto entre ellos.

(CONTINÚA EN LA SIGUIENTA ENTREGA)
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Notas 4.2

1 León Olivé, Multiculturalismo y Pluralismo. Biblioteca Iberoamericana de Ensayo, Paidós, México 1999, p. 67.
2 Cfr. Idem.
3 Cfr. Idem.
4 León Olivé, op. cit., pp. 67-68.
5 Idem.
6 Idem. [citado por el autor]

7 Ibídem, p. 69. [citado por el autor]
8 Ibídem, p. 70. [citado por el autor]

9 Ibídem, p. 74.
10 Cfr. Charles Taylor, El multiculturalismo y “la política del reconocimientk”, México: Fondo de Cultura Económica (FCE), 2001, p. 43.
11 Cfr. Ibídem, p. 44.
12 Ibídem, p. 46.
13 Cfr. Ibídem, p. 47.
14 Cfr. Ídem.
15 Cfr. Ibídem, p. 49.
16 Ibídem, p. 49
17 Ibídem, p. 51 [citado por el autor]
18 Cfr. Ibídem, p. 52.
19 Cfr. Ibídem, pp. 52-53.
20 Charles Taylor, op. cit.
21 Ibídem, p. 58
22 Cfr. Ibídem, p. 61.

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