13 de mayo de 2013

Imágenes literarias del nacionalismo mexicano V

Continuamos con la quinta entrega del texto Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera de Caterina Camastra. 

Este texto fue publicado en el libro Liberty, liberté, libertad. El mundo hispánico en la era de las revoluciones coordinado por Alberto Ramos Santana y Alberto Romero Ferrer y editado por la Universidad de Cádiz, 2010. 

 
En esta quinta entrega analizamos cómo el chinaco devenido charro acompaña indisociablemente a la china. Esta pareja, su representación, encarnan los valores mestizos, populares, de la Nación Mexicana. El estereotipo y su potencia sostienen la fotografía instantánea, sencilla al consumo, de nuestra identidad... _________________________________________________________

 
Imágenes literarias del nacionalismo mexicano después de la Independencia: Guillermo Prieto y el abrazo de la musa callejera  Caterina Camastra
 
(QUINTA DE SEIS ENTREGAS)





El atuendo del hombre también juega un papel importante en Musa callejera, aunque no cuenta con el derroche de detalles dedicado al de la mujer, sino se resume en unos pocos elementos centrales: cargando su sombrero, / su sarape y jaranita1. Uno de elementos más cargados de connotaciones simbólicas es precisamente el sombrero jarano, el sombrero galoneado2, el mismo que la china protagonista de «Patria y amores» pregona preferir al odiado trono imperial. Tan importante es este sombrero que merece el papel protagónico en una de las composiciones de Musa callejera, justamente intitulada «El sombrero jarano». Metonímicamente, el sombrero representa a su dueño. La primera estrofa proclama:



Albricias, lindo sombrero,

porque el francés te detesta,

porque te aborrece Almonte3

y te prohíbe la regencia...

Sombrero charro, tú no eres

para traidoras cabezas:

sólo para el chinacate

eres aureola y diadema,

y como copa de fresno

cuando su frente sombreas.4



Y la última estrofa incluye unos versos aún más explícitos:



Valiente tú, sombrero ancho,

sé signo de independencia;

tu arriscada lorenzana

diga a los franceses: guerra,

porque eres muy mexicano,

porque eres flor de mi tierra.5



Montero apunta que el discurso que subyace a este poema gira alrededor de dos preocupaciones centrales e íntimamente relacionadas: «fortalecer el sentimiento de soberanía» y «consolidar la idea de la autosuficiencia política, cultural y moral de la nación»6 (cursivas de la autora). En este poema se asoma un término que irá cobrando una importancia fundamental en el imaginario del siglo XX: charro. Este vocablo, de hecho, terminará por suplantar tanto chinaco, que hoy en día guarda un sentido más que nada histórico, como lépero, que del significado de hombre del pueblo empleado por Prieto se ha deslizado hacia una connotación decididamente negativa de grosero, soez. La figura del charro, en cambio, ha heredado y amplificado toda la carga de orgullo nacionalista y representación estereotípica. Como figura claramente delineada, estereotipo nacional, el charro empieza a cristalizarse en el siglo XIX, cuando Luis G. Inclán narraba en Astucia las aventuras de los charros contrabandistas de tabaco, también llamados hermanos de la hoja. Los orígenes de la palabra se difuminan en la mitología. Palomar Verea señala la existencia de



Una tradición que [...] liga [la charrería] a la caballería, cuyo eslabón parece encontrarse en la Orden de los Caballeros de Guadalupe, al parecer instituida por Iturbide, luego refuncionalizada por el emperador Maximiliano y compuesta por caballeros charros que llevaban el estandarte de la Virgen de Guadalupe. La construcción de este lazo simbólico produce la imagen del charro como descendiente de una estirpe de hidalgos campiranos, que sería el punto de partida para la formación de un consistente estereotipo [...]. Un hombre de campo, [...] ‘varón de una sola pieza’, [...] firme hasta la obstinación, valeroso hasta la temeridad7.



Y añade, subrayando que el charro mexicano es, ante todo, un jinete y un mestizo:



En el imaginario mexicano, éste representa una cultura en la que han confluido los elementos del proceso de mestizaje propio del pueblo mexicano actual consolidado desde el siglo xix y cuyo momento mítico de origen es el punto en que se conquista el derecho a subirse a caballo, dignidad reservada a los españoles y criollos en las primeras etapas de la historia de la ganadería novohispana. [...] Se afirmaba la emergencia del mestizo8.




 

NOTAS


1 Guillermo Prieto, «Romance», op. cit., p. 100.

2 Guillermo Prieto, «Romancito», op. cit., p. 62.

3 Juan Nepomuceno Almonte, político conservador, entre los fautores de la intervención francesa y el nombramiento de Maximiliano de Habsburgo.

4 Guillermo Prieto, «El sombrero jarano», op. cit., p. 208.

5 Ibid.

6 Susana A. Montero, op. cit., p. 52.

7 Cristina Palomar Verea, «La charrería en el imaginario nacional», Artes de México, 50 (junio 2000), p. 14.

8 Ibid., pp. 17-19.

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