Para iniciar la reflexión del estado de la cultura en general, y particularmente en Veracruz, es preciso clarificar lo que entendemos por cultura y como lo manejaremos en este observatorio. Existen dos definiciones básicas de lo que se entiende por cultura. En primer lugar, en su sentido más amplio es el conjunto de creencias, prácticas, símbolos y representaciones elaboradas por diferentes grupos sociales. Esto constituye un proceso dinámico que testifica, crea y recrea la idea de quiénes somos y cómo nos relacionamos con otros. Por lo tanto, esto implica que la cultura está presente en cada manifestación de la vida humana. Debido a lo amplio y vago de esta acepción se ha prestado a confusión, manoseo y hasta manipulación de lo que cabe en esta noción.
Por otra parte, la segunda acepción corresponde a la creación y recreación organizada de objetos y hechos estéticos: la promoción cultural. Habitualmente estas actividades son propuestas desde las diversas instancias que los grupos sociales designan.
El acceso a la cultura, si ésta es entendida como un bien social, no solamente se encuentra sujeto a las inevitables asimetrías propias a toda estructura humana, sino que su disposición en el espacio público dependerá de las acciones generadas por los agentes y actores institucionales, principalmente el gobierno como ya lo hemos dicho.
Sin embargo, en materia de acción cultural resulta pertinente diferenciar los distintos niveles de gobierno, y así distinguir el impacto que generan, a corto y largo plazo, las propuestas y dinámicas federales, estatales y municipales.
En terminos de próximidad con el conjunto social, es al nivel municipal a quien le corresponde ser el primer receptor de las necesidades y expectativas de la comunidad. Es en el cabildo donde, para bien o para mal, se cruzan las demandas más básicas de la población. No obstante, en nuestro país (como en muchos otros), son pocos los casos donde el ayuntamiento local está en capacidad de generar una acción cultural eficaz, frente a las disposiciones de los gobiernos estatales o federal.
Es cierto que el manejo del presupuesto condiciona enormemente la capacidad de proyección de los gobiernos locales. Al mismo tiempo, la herencia del mecenazgo estatal que operó en nuestro país durante tantas décadas generó un centralismo en materia cultural difícil de desterrar, centralismo que encontraba su razón de ser en la función legitimadora que la cultura (manejada desde el ámbito federal) guardaba en relación a los gobiernos posrevolucionarios, lo cual necesariamente derivó en un debilitamiento de la capacidad propositiva de los gobiernos locales, y en menor medida los estatales. Pero hoy en día, y en un contexto fragmentado en el que el Estado en cierta medida ha renunciado a la administración de lo público, comenzamos a advertir por una parte el descuido de la estructura cultural ya implementada, y por otra parte la presencia y proyección de organismos y asociaciones que pretenden incidir en la gestión cultural de sus respectivas localidades.
Esta presencia, cada día más visible, idealmente debería provocar un equilibrio entre las líneas de acción asignadas fuera de lo local y los satisfactores demandados por la comunidad. Por otra parte, las desigualdades con las que durante tanto tiempo operó la distribución del bien cultural, provocan que en ciertas localidades el acceso a la infraestructura sea pobre o de plano inexistente.
En el Estado de Veracruz, pese a la vigorosa emergencia de actores culturales que trabajan tanto en el registro de lo tradicional como en la creación contemporánea, y de la subsistencia de prácticas comunitarias que recrean constantemente el imaginario local (los nuevos jaraneros, el resurgimiento del fandango, las mayordomías…), la inequidad y la deficiencia de la infraestructura, así como la ausencia de ejes rectores definidos en las políticas estatales provocan que la acción cultural no permeé a todo el conjunto social.
Tal vez una de las formas de compensar esta desigualdad en el acceso al bien cultural sea volver la mirada a lo local. En esto, la figura del municipio deberá de tomar el lugar que le corresponde en la generación de líneas de acción enraizadas en las demandas específicas de la población.
5 comentarios:
Quiúbole:
Además de los gobiernos, federal, estatal y municipal, que mencionan son actores de la cultura las universidades. En el caso de Xalapa, la Universidad Veracruzana es de las que más actividad cultural despliegan, hasta llegan a invadir campos ineditos para grupos culturales universitarios en otros tiempos, por ejemplo: El mariachi.
Por otra parte hay organizaciones o empresas que promeven algunos eventos en torno a la cultura. Por ejemplo: Café Teatro Tierra Luna, Librería La Rueca de Gandhi y otras.
En el campo de la cultura hay mucho por hacer.
Eleonaí
Felicidades por la iniciativa. Por aquí estaremos revisando puntualmente las colaboraciones y, si el escaso tiempo lo permite, pronto les haremos llegar --yo y mi otro yo (éste más responsable que aquél)-- algunos apuntes para la publicación en este espacio ciber-reflexivo.
Saludos.
Enhorabuena gente. Checare esto con constancia. Arielito, besos y que bien saberte por este medio. A ver si me reflexiono y lo propongo. Suerte en todos sus proyectos,
Elena Deanda
Felicidades por este gran paso a la libertad Cultural.En mi opinion este blog va ser (es ) un gran exito. Solo 2 comentarios yo creo que ya los cabildos han sido sobrepasados por la propia comunidad.Ustedes aseveran que hay pocos cabildos que apoyan las propuestas culturales.Yo creo que si hay pocos, PERO , integrantes de cabildos pero muy pocos. Asi que la comunidad es la que debe de acercarse a SU propia integracion y después negociar con las autopridades.
Por otro lado lástima que les falló al momento de comprimir el archivo fotográfico el premio nacional de arte popular no se aprecia como debe de ser.
Felicidades por este gran momemnto.
Vidal Berronres
Ahtziri
Les comparto esta reflexión.Francisco A. Avilés
Historia cultural
La cultura se hace cada vez más visible hoy día, como la escenografía interior en una obra de teatro que aparece ante los ojos sorprendidos del público alcambiar el juego de luces. Juegos de consciente e inconciente y juegos de la denotación y la connotación que podría hacer sentir que nos perdemos en un laberinto solipsista de fin de milenio. peo, al contrario, aclaran lo que siempre ha estado oculto, esto es, el origen del discurso, quienes lo formularon, cómo lo difundieron o impusieron, dónde se iniciaron las resistencias, que acabarán por hacerlo transparente y obligarán al cambio.
Nos encontramos en un punto del presente en el qu el discurso decimonónico sobre la cultura se despena de connotación en connotación. No es la cultura la que está inserta en el desarrollo , indicó la Comisión Mundial para la Cultura y el Desarrollo en su informe Nuestra diversidad creativa, sino que es el desarrollo el que está inserto en la cultura.No es la cultura aquello que denota el discurso occidental sobre el arte, señala el Informe Mundial de Cultura, sino aquello que permite la interactividad y la "autoreflexión"en y entre las culturas.
Esta creación y re-creación del discurso sobre la cultura, en diversas regiones del mundo, se basa en los elementos que estudia la hsitoria cultural: En Kaekhstan hoy se refieren al renacimiento de las Timúrides para darle basamento a su nueva identidad nacional; por su parte, los árabes realzan al periodo de tolerancia intelectual de Harun-Al-Rachid para contrarrestar las lecturas fundamentalistas actuales sobre el Islam. La cultura que utilizamos es, parafraseando a Lacan, la cultura historizada en el presente.
Razones para interesarnos por la historia cultural, Razones de sobra para conocer la obra joven que cambiará la historia cultural del presente.
Lourdes Arizpe
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