2 de agosto de 2010

Los jóvenes sí leen

Esta semana hablamos de lectura. Y de jóvenes. Y de lo que significa que un joven tenga un libro entre las manos, los ojos en las letras. Lourdes Hernández insiste -bandera de vida- en la importancia del fomento a la lectura.
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Hablar de la lectura y los jóvenes desde la elaboración de juicios y críticas hacia este sector de la población es caer en estereotipos que en nada ayudan y sí entorpecen el impulso a la cultura.

Contrariamente a lo que se dice, los jóvenes sí leen. Lo hacen, pues la lectura es una manera de escaparse hacia un espacio propio, en donde la intimidad sólo puede ser cuestionada por el silencio de la lectura en voz baja, esa que trasciende el ser social para volcarse hacia el ser individual. Se trata de un lugar donde no hay limitante para la imaginación y la palabra. ¿De qué se nutre la juventud sino de sueños, experiencias nuevas y la posibilidad de existir con libertad cotidianamente?

Hasta para calificar sus hábitos de lectura, los jóvenes son incomprendidos. Se les sataniza, se dice que no leen, que no les interesan los libros, que lo que leen no sirve y muchas frases más que lo único que logran es alejar a los jóvenes de este hábito maravilloso y en el mejor de los casos, a que lo practiquen a escondidas.

En la Universidad Veracruzana existe un Programa de Formación de Lectores cuyo propósito radica en impulsar la lectura entre los estudiantes a través de la formación de círculos de lectores; en el nivel de secundaria también existe este trabajo y lo propio se realiza en el bachillerato. Sin embargo, pareciera que la lectura entre este sector de la población que va de los 13 a los 25 años, es un hábito que no está entre sus principales ocupaciones. ¿Rebeldía hacia lo establecido o hacia las instituciones? Quizás.

Las iniciativas que diversas instituciones llevan cabo para fomentar la lectura entre la población juvenil no son malas, quizás lo que todavía no se logra es implementar estrategias que permitan que los jóvenes se acerquen por iniciativa propia a encontrar las lecturas con las que más se identifiquen, aquellos escritores que les hablan de sus preocupaciones, esos temas que les hacen voltear hacia un libro. Se ha criticado la saga de Harry Potter de JK Rowling y la serie de libros que inició con el título Crepúsculo, de Stephenie Meyer. Sin embargo, estas obras han devuelto a niños y jóvenes el gusto por la lectura por los libros mismos y nos por las películas correspondientes. Hay, sin duda, un resurgimiento de la literatura infantil y juvenil, no sólo como un resultado del mercado editorial al atender un nicho comercial al que no se había puesto cuidado. Ahora los jóvenes leen porque los libros que se escriben para ellos obedecen más a sus inquietudes.

¿Por qué resulta difícil abordar el tema de la lectura en los jóvenes? De inicio se podría hablar de varios momentos en la etapa de la juventud: la adolescencia, de los 13 a los 15 años; la postadolescencia, de los 16 a los 18; la primera juventud, de los 19 a los 24, y la juventud madura, de los 25 a los 30 años. Es claro que en cada uno de estos momentos sus intereses son muy diversos y, por ello, la literatura que les gusta difiere también significativamente. Sin embargo, en cualquiera de esos momentos pueden ser atrapados por algún libro clásico que por alguna de las novedades editoriales.

Teóricos de las letras y del fomento a la lectura, antropólogos, sociólogos y escritores han hablado ya sobre esta problemática. Uno de los especialistas que más tiene que decir en este sentido, a nivel internacional, es sin duda la francesa Michèle Petit, quien desde 1992 trabaja sobre la lectura y la relación de distintos sujetos con los libros desde una perspectiva cualitativa. Uno de los estudios más relevantes que llevó a cabo en barrios marginales en Francia, consistió en entrevistas a jóvenes-muchos inmigrantes-cuyas vidas fueron cambiadas por la práctica de la lectura. Resulta muy emocionante y sobre todo de gran estímulo, leer las experiencias de estos muchachos quienes en situaciones desventajosas económica y culturalmente, la única salida para sentirse fuertes ante la adversidad, fue la lectura de diversos libros en las bibliotecas públicas.

En este sentido, la antropóloga Michèle Petit comenta que de acuerdo con sus estudios, si bien la proporción de lectores asiduos ha disminuido, la juventud sigue siendo el período de la vida en el que hay una mayor actividad de lectura, pues los libros tienen para los jóvenes ciertos atractivos particulares: les permite construirse, imaginar otros mundos posibles, soñar, encontrar un sentido a su vida y a pensar.

En Veracruz se carece de una política pública de fomento a la lectura. Existe un vacío legal que lamentablemente ha sido reproducido a nivel federal, ante la lentitud para echar a andar-en ambos casos-las leyes, estatal y federal, de fomento al libro y la lectura. Aunque no bastará tener un documento legal para asegurar la lectura. Es necesario atender lo anterior, con un compromiso serio a partir de una Agenda de Políticas Públicas de Lectura. Para tal fin, habrá que tener presente lo señalado por Emilia Ferreiro, para conceder a la lectura, su importancia verdadera: “El ejercicio pleno de la democracia es incompatible con el analfabetismo de sus ciudadanos”. Y lamentablemente en nuestro país, lo anterior es todavía una asignatura pendiente que nos ata a un pasado de esclavitud.

1 comentario:

TenShi-Chan dijo...

Un tema un tanto complicado. En mi experiencia personal he notado que aún hay cierto rechazo hacia la lectura. De mis padres heredé el gusto por la lectura y es raro en mí no tener siempre un libro a la mano, lo que algunos de mis amigos y conocidos admiran, pero que otros desprecian no sé si por costumbre o por verdadero disgusto. Me inclino a pensar que es más por la primera. He notado que muchos de los que repudian la lectura lo hacen más por esa idea de que es aburrido, de que sólo quita tiempo o de que no sirve de nada que por otros motivos. Y muchas de estas personas son las típicas que a cada rato dicen ''qué flojera''. Tal vez sea necesario un poco más de ejemplo de parte de la familia, pero esto implicaria un cambio de hábitos, radical en muchos casos, que muchas personas no considerarían necesario.
Muy interesante post. Saludos ^.^